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«A mi hijo lo único que le encontraron en los bolsillos fue un chupa-chups». Recordando esa frase, la madre de Mario Fuentes se derrumbó. Mucho había aguantado María Dolores, acompañada por su esposo Jesús, en el duro trance de tener cara a cara a la persona que acabó con la vida de su hijo sin casi mediar palabra.
Mario estaba cumpliendo su deseo cuando la madrugada del 16 de mayo de 2021 ese sueño se convirtió en una puñalada en el costado mientras se divertía con otros amigos. No tuvo opción ni para defenderse, él, que siempre había tenido defensa para los demás.
El joven cántabro era natural de Colindres, donde vivía con su familia, María Dolores y Jesús, y su hermano pequeño Manuel de solo 14 años en aquella trágica noche.
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Rubén Fariñas
En esta localidad costera sigue residiendo una familia «destrozada» mientras explotan un pequeño albergue de tiempo libre por el que desfilan cientos de jóvenes como Mario. «Cada día le recuerdan lo que no van a dejar de revivir el resto de vida», se llegó a decir en la sesión del juicio que trata de esclarecer por qué Jorge quiso acabar con su vida.
Mario Fuentes hubiera cumplido 22 años este 16 de julio, coincidiendo con el final de sus estudios universitarios en el grado de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte que cursaba en la Universidad de León. Se alojaba en la residencia Emilio Hurtado.
Ese siempre había sido su deseo y lo consiguió, aunque antes tuvo que pasar por Vigo. «Quería hacerla en León y en cuanto pudo se vino», reconocía el abogado que defiende los intereses de una familia rota de tristeza. «De la cárcel se sale, del cementerio no. Jorge -su agresor- saldrá de la cárcel, pero Maria Dolores, Jesús y Manuel no volverán a tener a su hijo ni a su hermano», sentenció Rodríguez Santocildes.
Los padres han vivido en la sala la reconstrucción de los hechos de aquella fatídica noche que para ellos fue la muerte en vida.
También han recordado a Mario sus amigos. El joven asesinado era una persona «normal» al que le gustaba jugar a la consola y salir con sus amigos. Y que tenía «sensibilidad social». Era abogado de cualquier causa justa y así lo manifestaba en sus redes sociales, donde denunciaba cualquier actitud contra las injusticias sociales.
Quizá lo que mejor definía a Mario Fuentes fue su sentido de la amistad y la protección a los débiles y más cercanos. Y así fue su final. Mientras agonizaba, con una herida que le penetró en el pulmón y en la arteria, cuando vio a su amigo «romper a llorar» dedicó sus últimas palabras a su consuelo: «Estate tranquilo. Estoy bien. Me voy a recuperar».
Ahora su familia no busca venganza, solo justicia. Lo mismo que Mario hubiera querido para su asesino.
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