Las manías de los leoneses al comprar lotería de Navidad: «Muchos no ven el número hasta después del sorteo»

En León, la compra de lotería es un ritual cargado de manías, supersticiones y pequeñas tradiciones únicas que transforman cada boleto en algo más, los leoneses tienen desde estrategias numéricas hasta supersticiones casi mágicas y convierten esta costumbre anual en una experiencia única que combina humor, fe y, a veces, un poco de misterio.

El número 13, lejos de estar maldito, es todo un éxito en León. Según Laura Alonso, de la administración de lotería en la calle Gil y Carrasco, «casi no sale a la venta porque está reservado, la gente lo compra muchísimo». Sin embargo, las cifras que terminan en 1 o 0 suelen quedarse más tiempo en los escaparates, tal y como señala Luís Aguado, de la administración número 9 en la plaza de San Marcelo: «Son los que menos compra la gente, al igual que aquellos en los que un número se repite mucho».

Pero no todo es cuestión de finales, para algunos, la suerte está en las matemáticas. «Hay gente que se pone a sumar los dígitos del boleto y solo lo compra si da un número determinado», añade Aguado. Una ecuación personal que mezcla la superstición y la probabilidad.

Para muchos leoneses, el secreto de la suerte está en la incertidumbre. «Hay quien pide que le meta el boleto en un sobre y no lo ve hasta el día del sorteo», explica Carlos Ortega, de la administración número 2 en Ordoño II. Esta práctica, más que superstición, parece ser un método para evitar la tentación de analizar el número antes del gran día. Según Aguado, esta costumbre es frecuente cuando los boletos se compran para regalar: «Si no lo ven, no caen en la tentación de compararlo ellos».

Laura Alonso confirma esta tendencia en su administración: «Mucha gente lo coge del revés o con los ojos cerrados porque no quiere verlo hasta el día del sorteo».

En León, incluso los objetos inanimados juegan un papel en el ritual de la lotería. Además de las típicas tradiciones de pasar el boleto por la cabeza de un calvo o la chepa de las personas mayores, Ortega relata una peculiar tradición de sus clientes: «Mucha gente pasa el boleto por una escultura que tenemos en la administración». Aunque no entiende muy bien cómo ni por qué comenzó esta tradición en dicha escultura, queda claro que ha sido adoptada como un amuleto colectivo.

Los vendedores de lotería de León no solo despachan boletos, son también receptores de las esperanzas y quejas de sus clientes. Lola Abad, de la administración número 6 en República Argentina, lo tiene claro: «Siempre me dicen 'a ver si me das el gordo' o 'hace mucho que no me das nada'», comenta entre risas.

Además, en León parece haber consenso en una regla no escrita: los números no se deben repetir. «La gente mayor tiene manía con que no se repitan los números», apunta Aguado, reforzando la idea de que el boleto debe tener todos los números distintos, como si repetir cifras diluyera la suerte.

Esther Martín, de la expendeduría número 1 en la Calle Ancha, afirma que cada persona tiene su propia lógica al elegir el boleto: «Las terminaciones, que no se repitan los números… Cada uno tiene sus manías». Es un momento casi sagrado, una pequeña apuesta al azar que encierra un sinfín de deseos.

La compra de lotería en León es una tradición que refleja las peculiaridades de sus habitantes, su forma de enfrentarse a la suerte y su deseo de buscar una forma de controlar el destino. Desde las supersticiones más personales hasta las frases hechas que se repiten sin cesar, cada administración es testigo de los pequeños rituales que hacen de este evento anual algo tan particular y curioso como el propio sorteo.

Porque al final, más allá de las estadísticas y las probabilidades, lo que realmente importa es esa chispa de esperanza que une a todos los leoneses en la búsqueda del gordo navideño. Y, quién sabe, quizás este año, en León, se escuche fuerte el canto de uno de los grandes premios.

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