«La situación en la residencia de mayores nunca ha sido buena y el coronavirus la ha desenmascarado», con estas palabras resume el estado de la residencia Santo Martino, de la capital leonesa, Yolanda Hernández que tenía en este centro a su madre.
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Una mujer de 93 años que durante tres años «ha sufrido la desastrosa gestión de este centro». Las circunstancias sociales de Yolanda 'obligaron' a ingresar a su madre en una residencia. «Mi vida laboral no me permitía cuidarla por lo que decidí que estaría mejor en este centro, ahora la he tenido que sacar renunciando a la plaza concertada que le habían otorgado y teniendo que cambiar de piso a uno con ascensor, pero es que si la dejó allí no llega a Navidad», afirma Yolanda a leonoticias.
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Esta usuaria denuncia la falta de personal que tiene la residencia. «Es desastrosa la situación, el servicio médico no funciona, las cuidadoras hacen lo que pueden pero la realidad es que no hay gente para atender a todos los internos en unas condiciones óptimas; quieren ganar tanto que de algún lado tiene que salir», explica esta mujer.
La residencia, a través de un comunicado, ha manifestado la «absoluta falsedad de esta información», aludiendo que todo se debe a un «acoso persecutorio a la dirección y a los trabajadores de esta residencia».
«Tanto la Consejería como el Procurador del Común, tienen constancia fehaciente de la falsedad de tales manifestaciones, habiendo remitido a ambas instituciones todos los informes acreditativos de la realidad del centro y de la situación de la residente que no es, en absoluto, lo que manifiesta, pudiendo afirmar, con rotundidad, que tales afirmaciones son falsas», expresan desde la gerencia de la residencia de Santo Martino.
La responsable de la residencia se defienden de estas acusaciones citando «las numerosas inspecciones y visitas llevadas a cabo por los órganos competentes de la Comunidad de Castilla y León».
Además, alegan que «el centro dispone del personal necesario, de las medidas y protocolos establecidos para la pandemia del covid-19, cumpliendo estrictamente todas las medidas establecidas por la autoridad competente».
La constante falta de atención hizo que fuera toda una «odisea» la estancia de esta nonagenaria. Todavía está en plenas facultades lo que permitía contarle a su hija cuál era su situación en el centro. «Mi madre está bien de la cabeza, gracias a dios, ella me lo comentaba todo. Desde que entró ha sufrido caídas en el baño, ha tenido una ulcera por abandono y el cuidado no ha sido el adecuado. He tenido que subirla yo al hospital en autobús porque ellos no te comunican nada», expresa esta leonesa que pone como ejemplo que «un día se cayó de la silla de ruedas porque se la dejaron sin anclar, lo que le produjo heridas y que se le pusiera el ojo morado y fui yo la que tuvo que llevarla al hospital a que le curaran las heridas y le pusiera un antibiótico para el ojo».
Un situación que durante el confinamiento empeoró, «lo primero porque de marzo hasta finales de junio no la pude ver. Y a esto hay que añadir que la tuvieron en una habitación doble con una señora que tiene alzhéimer en un estado avanzado que se come las servilletas y se hace las necesidades encima; un maltrato psicológico», comenta Yolanda.
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Una situación difícil de llevar para una mujer de avanzada edad donde «la soledad fue su única compañía. Se levantaba a las ocho de la mañana y hasta las diez no llegaba el desayuno, después de eso 12 horas sentadas en un sillón mirando por la ventana con la sola interrupción de la comida y la cena, a lo largo del día casi nadie pasaba por allí porque no tienen personal», señala esta mujer.
Esta falta de atención por parte del equipo sanitario se tradujo en que «en mayo, se cayó y estuvo nueve días sin que la viera un médico, no la llevaron a urgencias y cuando la vio un doctor me llaman diciendo que tenía cuento; una señora con 93 años que cae en el baño que cuento va a tener», reflexiona Yolanda.
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Una queja que ha elevado hasta llegar a la consejería de Familia y al Procurador del Común por «dignidad, porque nadie se merece pasar por lo que ha pasado mi madre y aunque ella ya no está allí hay muchos otros mayores que siguen pasando por este calvario», sentencia Yolanda.
Mientras, la empresa responsable del centro de mayores no ha querido valorar lo sucedido.
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