Indignación con los viajes del Imserso: horarios intempestivos y cambios de ruta

Sin embargo, su caso fue aún más sangrante. Ellos dos, junto a otras seis personas, sufrieron un cambio de vuelo de vuelta y en vez de aterrizar en Asturias -a menos de dos horas de León- fueron derivados a un vuelo de Air Europa hacia Madrid, que además salía una hora antes.

«Teníamos que estar en el autobús a las 4:30 de la madrugada», lamenta la pareja. Y su traslado entre Barajas y León se hizo en un minibús «de auténtica pena» que les dejó en la capital leonesa a las 17:00 horas. Un trayecto que se prolongó durante más de 12 horas para que estos jubilados pudieran cubrir el viaje entre Gran Canaria y León.

Un cambio de ruta para estos seis pasajeros que se les informó «estando ya allí», a pesar de que la agencia con la que contrataron el servicio ya había recibido esa información antes de partir.

El viaje de regreso les montaron en un autobús para ir del hotel al aeropuerto sin acompañante. «Nos dio un ticket para desayunar en el aeropuerto, pero no vino porque se tenía que quedar con el grupo más grande», que salía una hora después, con la promesa de que en la terminal les recibiría otro responsable de Turismo Social. Todo ello con el único documento que tenían de una hoja que les habían pasado «por debajo de la puerta de la habitación». A su llegada, no había nadie, según relatan, y se dirigieron a los mostradores de facturación donde las auxiliares de la compañía aérea -Air Europa- les facturaron el equipaje y dieron las tarjetas de embarque, momento en el que apareció el acompañante excusándose.

La cafetería que aparecía en el ticket que les entregaron para desayunar «no existía», o más bien había cambiado de nombre, y en ese mismo lugar hay otro negocio «que no sabía nada de vales». Tras varias vueltas buscando el resturante, acabaron desayunando por su propia cuenta.

Este matrimonio también muestra su queja por la situación geográfica del hotel y por las obras que se encontraron. «Estaba todo lleno de polvo y restos de obra por todas partes». Había un ascensor inutilizado; la piscina nunca estuvo disponible; y un único autobús, o por la mañana o por la tarde, que te llevaba a la playa. «Si tenías movilidad reducida, te tocaba quedarte en tu habitación».

Además, narran que nunca se les ofreció cambio de hotel, solo un traslado a otro hotel los días 3 y 4 de febrero por la tarde y viaje a la playa de Amadores del 5 al 8 por las mañanas. Los que se cambiaron de hotel fue «pagando ellas» el nuevo alojamiento.

María del Rosario y Francisco Javier también explican que las bebidas ofrecidas eran «a determinadas horas» y el tercer día «solo quedaba vino y cerveza» y el agua pasó de «embotellada a dispensador». Del mismo modo, el recinto del comedor «no daba cabida» a todos los huéspedes y «si tenías suerte» podías optar a pan normal y no de molde. «Las ensaladas, salvo lechuga y tomate, eran de bote. Los postres y yogures de polvos», denuncian.

En la habitación, según explica la pareja, las camas no tenían cabeceros, el agua de la ducha no tragaba por el desagüe y se desbordaba; además, el secador se recogía en recepción y se tenía que devolver tras el uso.

Ellos también pusieron una reclamación particular a Turismo Social, a través de la empresa que gestiona los viajes -Ávoris- y la respuesta fue la puesta en marcha «de una investigación» y que sobre el cambio de ruta en los viajes es «la empresa la que se reserva el derecho, según le venga conveniente». Una respuesta que para nada les convenció.