La vida entendida como un baile de emociones en el que la nostalgia danza al compás del pasado mirando de reojo a un futuro que se perfila cargado de esperanza. Un baile que no deja de ser un abrazo y que Rozalén ha querido hacer sentir este sábado 29 de junio a la ciudad de León.
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La artista albaceteña se subía por primera vez a las tablas del escenario del Palacio de Exposiciones para presentar a un público entregado 'El Abrazo', su sexto álbum de estudio. Ya consagrada desde hace años como una de las cantautoras más influyentes e importantes del panorama musical español, la voz inconfundible de Rozalén acompañada de sus músicos crearon en la sala un ambiente acogedor, hogareño, de esos que, como un abrazo, te acunan en su seno.
Porque dentro de un abrazo caben infinidad de sentimientos. Desde la nostalgia por un tiempo pasado y ahora añorado, la tristeza por lo que fue y ya no es, la alegría por lo vivido, la esperanza por lo que está por venir. Todo eso y mucho más esconden las letras y melodías que Rozalén, junto con su público, tararearon y cantaron al unísono durante el concierto enmarcado en las fiestas de San Juan y San Pedro de la capital.
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Aunque son pocas las veces que la autora de 'La puerta violeta' o 'Girasoles' ha visitado nuestra ciudad, lo cierto es que reconoce sentir un vínculo especial con la tierra de León. Un territorio de interior, como su querida Mancha. Una tierra del campo, como su hogar. Un lugar, al fin y al cabo, donde dice sentirse «como en casa».
Durante un par de horas la manchega logró hacer viajar a su público a un país onírico en el que, abrazando la nostalgia, sentir «el aquí y ahora». Lo logró a través de la profunda letra de 'Ceniza', dedicada a sus abuelos que fallecieron dejando un vacío imposible de llenar; la envolvente 'Sácame la pena' o la tierna 'La cara amable del mundo', inspirada en su sobrina y que marca ese puente que como un hilo une el pasado con el presente y el futuro.
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Porque la pérdida de sus abuelos y de su padre marcan el disco, pero también lo hace el nacimiento de su sobrina, el amor por la naturaleza y esas ganas de vivir y sonreír a la vida por los que ya no están para «bailar la vida».
Sonrisas, lágrimas, risas y miradas de nostalgia. Todo un compendio de sentimientos que se daban cita en el Palacio de Exposiciones de León en una noche mágica que quedará para Rozalén y su público en el recuerdo.
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