El origen de San Juan y San Pedro de León: una feria hecha fiesta

Una feria reconvertida en fiesta. Podría ser la frase que resume el origen de las fiestas de San Juan y San Pedro que en el mes de junio llenan la ciudad de León de actividad y vida con un verano recién estrenado y las vacaciones estivales a la vuelta de la esquina.

Pero, ¿cuál es la génesis de esta fiesta y por qué se celebra en la capital? No hay mejor fuente para viajar por la historia que los libros y los cronistas que, como Luis Pastrana, plasman en negro sobre blanco la historia de un pueblo en obras como 'Políticas ceremonias de León, siglo XXI. Una historia íntima de la ciudad y sus tradiciones' de 2002.

Según explica el cronista oficial de León, la primera referencia documentada de una feria de San Juan en la capital se encuentra en el Archivo de Simancas, que refleja que en 1466 el rey Enrique IV otorgó un privilegio concediendo dos ferias francas al año: la de San Juan y la de Todos los Santos.

Lo cierto es que la unión de la palabra fiesta con la feria de ganados comienza a intuirse a finales del siglo XIX. Ya en los años 80 de dicho siglo el Ayuntamiento comenzó a apostar por la feria, dando algunas concesiones para atraer a más forasteros y potenciar la actividad económica de la feria de ganado. Fue en 1886 cuando comenzó a sonar la música en la feria para amenizar la actividad, pero no sería hasta 1891, sigue Pastrana, cuando culminaron los pasos para que la feria se convirtiera en fiesta.

A finales del mes de mayo de aquel año, el periódico 'El Eco de la Provincia' publicó un artículo que supuso, explica el cronista de León, «la creación de la primera comisión de festejos en San Juan y el primer programa conocido». Como recoge 'Políticas ceremonias de León', el artículo de prensa hacía referencia a lo que ya estaba ocurriendo en otras ciudades pero que, en la capital, todavía no se había producido: que la feria de ganado tornara en fiesta popular.

El editorial, sigue Pastrana, tuvo éxito, y se creó una comisión con representantes del comercio, la industria, la sociedad y la prensa local que pedía al Ayuntamiento designar a sus miembros. El programa se hizo público el 10 de junio y se planteaba como una forma de acercar a más forasteros y fomentar las actividades en la feria, con diferentes planes los días 23, 24 y 25 con música, carreras de velocípedos, fuegos artificiales o premios.

La dinámica continuó años posteriores, y se introdujeron novedades como toros, innovaciones de sonido o iluminación, o la llegada del circo que se llegó a instalar en la plaza del Conde Luna, a finales del siglo XIX y principios del XX. «Las fiestas de San Juan rompían la monotonía de la ciudad, eran todo un acontecimiento y con ellas llegaban novedades y curiosidades», apunta Pastrana.

La feria de ganado se convirtió así en fiesta, y a partir de 1942 comenzó a tomar impulso con el Ayuntamiento tutelando la programación con verbena, pasacalles, música, deporte o gigantes y cabezudos. Fue en 1947 cuando el cronista señala que la fiesta inició «su despegue», con cabalgatas los días 21 y 29, danzas folclóricas, concursos, actividades, pregón desde el ayuntamiento y, más adelante, la puesta en marcha del concurso hípico entre otras actividades.

Las fiestas de San Juan se convirtieron así en una cita ineludible para los vecinos de León, que desde entonces fijaron en el mes de junio una de sus fechas más esperadas. Hoy, los conciertos, los pasacalles, el Día de Peñas, los fuegos artificiales y la hoguera son el plato fuerte de unas fiestas especiales y queridas por los vecinos de León.

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