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El acto tuvo lugar en la Plaza de San Isidoro. Lucía Gutiérrez

El valor y la redención conquistan San Isidoro

Las Cien Doncellas consiguen librarse del yugo musulmán cortándose una mano ante cientos de leoneses en la Plaza de San Isidoro

Sábado, 28 de septiembre 2024

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Guardianas de su propia libertad. Indomables ante el requerimiento de sumisión que pedía Abderramán I, representante del emir de Córdoba, las Cien Doncellas se plantaron en las parroquias de San Marcelo, San Martín, Santa Ana y Santa María del Mercado para no proseguir el ignominioso tributo que León hacía al Califato para preservar la paz.

Una inesperada rebelación que surgió como el catalizador que elevaba a las soberanas doncellas leonesas a la cumbre honorífica: cortarse la mano para erguirse frente al yugo musulmán. Porque el impuesto humano que Ramiro I ofrecía a Abderramán para evitar ser conquistado no era comportamiento digno de León y la Batalla de Clavijo, Dios mediante, puso punto y final al deshonrado pago realizado durante largos años a la dinastía omeya.

Al servicio de la sotadera

En un impás de retroceso, León acudió a la Plaza de San Isidoro para ser testigo de cómo las cien desdichadas y afligidas doncellas, ataviadas lujosa y anacrónicamente todas ellas, eran puestas al servicio de la sotadera, responsable de convertirlas e instruirlas en el islam. Previo eso a la posterior rebelión y liberación femenina, una exhibición de danza incrementaba lo inmersivo de la experiencia.

Ante la atenta mirada de cientos de leoneses, las doncellas se liberaron, con valerosas intervenciones de algunas de ellas, del expolio sometido por las tropas de Abderramán I en un día que tocaba ya a su fin y la noche se hacía, con poso y relajo, dueña de León.

Preludio de las Cantaderas

Un acto anunciado como preludio de las Cantaderas, donde en el Cabildo de la Catedral el pueblo leonés volverá a presenciar otro acto homenaje en agradecimiento divino por la victoria en Clavijo. Será a las 11:00 horas del próximo domingo 29 de septiembre cuando el poder civil y el poder eclesiástico se sumerjan en una nueva lucha dialéctica que, como siempre, acabará en tablas.

Aún así, el corregimiento, por medio del síndico, defenderá la libertad y voluntariedad del acto, mientras que el Cabildo catedralicio se apoyará en una obligación popular.

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