Para pendón, el de mi pueblo

Los pueblos portaron y bailaron al sonido del tambor y la dulzaina, caminando bajo el ritmo de la pandereta, para demostrar que para pendón, el de su pueblo.

Las agrupaciones recibían los aplausos de los leoneses que se congregaron en este día grande de la provincia y donde todas las localidades tienen su pequeño espacio.

Alzaron al cielo las pañoletas y mostraron las artes con el mástil, no sin algún susto que quedó solo en eso de milagro.

Sin manos, con la barbilla, de rodillas o en cruz. Cualquier estilo era válido para engrandecer aún más el pendón y recibir el reconocimiento de los paisanos de la capital que admiraban la destreza.

También los más pequeños se atrevieron a portar sus pendones, demostrando que en esto de la cultura y la tradición los pueblos también tienen futuro.

Fue un desfile de ritmo, música y pendones soplados por escaso viento. Una mañana para celebrar la diversidad de una provincia que se une como nunca en torno a la figura de San Froilán.