León, fiel a la tradición

No faltó detalle en la tradicional Romería de San Froilán, patrono de la Diócesis. Llegados desde casi todos los puntos de la provincia, los pendones y carros iban llegando al aparcamiento de E.Leclerc para realizar un recorrido en el que no faltaron los bailes, las destrezas y sobre todo el sudor de unos pendoneros que sufrían el radiante sol. La imagen de cientos de pendones en fila india desfilando despertaba el asombro de turistas y leoneses, muchos de ellos no se resistieron a sacar del móvil para guardar un recuerdo.

Tras los pendones los carros. Vacas, bueyes y caballos volvieron a adueñarse del asfalto. Autenticas obras de arte convertidas en carros engalanados sacaron a pasear numerosas reliquias de la provincia. Tradición y futuro se dieron cita al ver como las nuevas generaciones continúan el legado demostrando que esta fiesta tiene mucha fuerza.

Y como «No hay romería sin homilía», tras la peregrinación llegó el momento de la celebración eucarística en honor a San Froilán y La Virgen del Camino.

Con todos los pendones custodiando la explanada de la basílica, donde se llevó a cabo la eucaristía, dio comienzo la celebración. A un lado las autoridades, que tras las elecciones había rostros nuevos y presidiendo la ceremonia el obispo de León, Luis Ángel de las Heras. Una misa en la que se llevó a cabo la tradicional la ofrenda de los Ayuntamientos del Voto en forma de un ramo de flores y unos cirios.

Tras la misa, esta explanada se convirtió en un comedor improvisado, en el que la sombra estaba muy cotizado, los asistentes cogieron fuerzas a base de embutidos, empanadas y demás enseres tradicionales en la que nos faltaron las tradicionales avellanas de postre.

Un año más la tradición se ha adueñado de la Virgen del Camino dejando un increíble colorido bailado al ritmo de dulzaina y tamboril para celebrar que un año más San Froilán.

El santoral señala que San Froilán nació en los arrabales de Lugo en el año 833 y que a los 18 años dejó la casa de sus padres para emprender vida de ermitaño, inicialmente en el Bierzo y más adelante en las montañas leonesas del Curueño. Impulsó el desarrollo de la vida monástica con iniciativas como la fundación en tierras zamoranas de los Monasterio de Tábara y Moreruela de Tábara, donde desempeñó el oficio de abad.

En el año 900, vacante la sede episcopal legionense, el pueblo de León pide al Rey Alfonso III que le conceda por obispo al Abad Froilán y en el día de Pentecostés de ese año 900 Froilán es ordenado. En 905, tras un fecundo lustro de ejercicio episcopal, con dedicación especial a la reforma de los sacerdotes, monjas y seglares, fallece y es enterrado en la catedral y en el año 916 sus reliquias, por orden del Rey Ordoño II, son trasladas a la nueva seo. Parte de sus reliquias descasan a día de hoy bajo el altar mayor del primer templo diocesano.