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Los trenes de Feve que en su diseño inicial son incapaces de pasar por los túneles de las vías de ancho métrico en Asturias y Cantabria por normativa de seguridad (la actual obliga a una mayor distancia del gálibo) son solo la punta del iceberg ... en los escándalos que afectan a la compañía Feve.
En realidad ese no es el primer error de envergadura que acompaña a Feve, que tiene en León uno de sus problemas más graves y de mayor calado a nivel estructural.
León capital sufre desde hace doce años una situación de colapso ferroviario en la vía estrecha imposible de imaginar en cualquier otro lugar. La situación de colapso ferroviario y urbano es de tal dimensión que los trabajadores de la compañía no dan crédito.
«Se habla de lo ocurrido en Cantabria y en Asturias, pero lo de León es infinitamente más grave», han asegurado este mismo martes a leonoticias.
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La situación alcanza tal extremo que «las dimisiones de estos días se quedan cortas». El relato es demoledor. La 'vía estrecha' en León se mantiene en un punto muerto en la capital desde el 19 de septiembre de 2011, cuando la estación de Matallana dejó de escuchar el sonido de los trenes, que desde ese día se detienen en el apeadero de La Asunción.
Entonces se argumentó que se trataba de un parón temporal que debería extenderse durante poco más de un año hasta concretarse un proceso de integración ferroviaria que rompería barreras y alcanzará una inversión total de 70 millones de euros.
Doce años después, todo sigue igual. Ni una solución, ni un proyecto, y una apatía política que se extiende a todos los gobiernos que han estado al frente de la gestión del ministerio.
El objeto entonces no era otro que utilizar modelos 'tren-tran' para el desplazamiento de pasajeros. «El escándalo, que es mayor que el actual, viene de allí», ha relatado un trabajador de Feve a leonoticias.
«Entonces se decidió adjudicar a Vossloh un contrato de construcción de ocho unidades de tren-tran. De las ocho solo se hicieron cuatro, pero nunca se utilizaron en la zona que debía ser su destino: la estación de Matallana», recuerdan.
¿Por qué no se utilizaron aquellos trenes? En concreto, por no haber adquirido unidades bitensión de 1.500 y 750V, necesarias para circular tanto por la catenaria de las infraestructuras ferroviarias como por las infraestructuras tranviarias.
Con posterioridad se estudió la opción de convertir esos trenes en unidades mixtas preparadas para el uso de diésel, pero Vossloh rechazó su viabilidad. «La realidad es que cuatro de aquellos trenes se hicieron y ninguno de ellos llegó a circular. Su destino final fue una cesión de uso a Sudamérica», recuerdan los trabajadores.
Renfe, mientras, ha remarcado este martes ante la versión de los trabajadores de la compañía que la situación creada entonces entre Feve y Vossloh se resolvió con una declaración de «nulidad de contrato» por parte de la Justicia.
De ahí que la compañía, hoy titular de Feve, mantenga que «si aquellos trenes se fabricaron desde luego nunca llegaron a recepcionarse». «Renfe nunca tuvo esas unidades y por lo tanto nunca se desplazaron a otro destino», se ha remarcado.
Para la operadora ferroviaria lo ocurrido en León fue en su momento solventado por la Justicia con su dictamen si bien reconoce que hay una evidencia palmaria y es que la integración sigue pendiente de ejecución.
Aquella «tropelía», recuerdan los trabajadores de Feve, se saldó en 2016 con una sentencia de la Audiencia Nacional que condenaba a Fomento a indemnizar a Vossloh por el incumplimiento de contrato. La compañía reclamaba 47 millones de euros.
La realidad hoy es que León se encuentra sumido, ante el silencio de todas las administraciones, en medio de un colapso ferroviario en su centro urbano. Un colapso al que nadie busca solución y al que se mira con desinterés. Tanto desinterés que siendo León y Palencia dos provincias abiertamente afectadas por la vía estrecha ni un solo representante de la comunidad participó en la cumbre de Madrid junto a Cantabria y Asturias.
El mismo desinterés en la búsqueda de soluciones que ha presidido la actuación de los diferentes gobiernos de España. Y todo, recuerdan trabajadores y extrabajadores de Feve, con un «silencio cómplice ante una de las mayores aberraciones ferroviarias que se han cometido en la última década».
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