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«Somos un Centro Tecnológico con más de 20 años trabajando en el desarrollo de soluciones biotecnológicas orientadas a impulsar la competitividad en diferentes sectores industriales«.
De este modo se publicita el Instituto de Biotecnología de León (Inbiotec) en su página web. Al otro lado de sus ventanas, en sus instalaciones, proyectos en marcha vinculados al desarrollo de factorías microbianas, la resistencia a los antibióticos y la cromatografía de líquidos y gases para medir los antibióticos o esteroides que se desarrollan en otros departamentos.
Algunos de esos proyectos llevan el sello de Europa y en la cartera hay, o debería haber, un buen número de inversiones para conseguir desarrollar patentes a futuro.
¿El problema? «Nos han dejado morir. La investigación en general no interesa. Mejor, interesa entre poco y nada. Aquí se buscan resultados políticos inmediatos y la inversión en futuro, en ciencia, no sirve porque no da fotos en los medios«, relata un trabajador que prefiere no ser identificado.
La plantilla del Inbiotec, hoy, apenas llega a la decena de investigadores. Hubo un tiempo en el que en sus instalaciones había cerca de 40 personas pero poco a poco el interés fue desapareciendo a medida que los estudios precisaban de tiempo y dinero.
El Instituto de Biotecnología de León, hoy abocado a un proceso de liquidación tras solicitar sus gestores concurso voluntario de acreedores, está gestionado por una asociación. Y en esa asociación tienen, a partes iguales, cuota de participación la Universidad de León, Diputación Provincial de León, Quesos Picos de Europa, Pascual Calidad y Evonik.
«Estaba la Junta, pero se marchó cuando la crisis. ¿El motivo? Nosotros no lo sabemos. Lo cierto es que ella, que podía ser la mayor proveedora de proyectos, se fue de la gestión y de la representación«, se recuerda desde Comisiones Obreras.
Nadie habla de las cuentas de Inbiotec, de su situación financiera real, de los motivos que han llevado al administrador concursal a decir aquellas tres lapidarias palabras: «Inbiotec es inviable». De este modo tan concluyente anunció a los trabajadores el inicio del proceso de liquidación y por extensión el fin de los trabajos de laboratorio.
El rector de la Universidad de León, Juan Francisco García Marín, ha asegurado a leonoticias que la deuda que el instituto tiene contraída con la ULE alcanza en la actualidad los «600.000 euros», muy lejos de los 200.000 que se han barajado hasta ahora.
Marín se niega a ir más allá y dar a conocer la deuda total. «Eso le corresponderá en su momento al administrador concursal», ha asegurado. En su conjunto, y sin confirmación oficial, la cantidad total podría rondar el millón de euros, o quizá superarlo, porque a los 600.000 euros de la Universidad se unen los impagos a la Seguridad Social, Hacienda, sueldos y salarios y proveedores.
De ahí que los 100.000 euros comprometidos por la Diputación de León, que tampoco han llegado por el propio proceso concursal, sirvieran de muy poco. De nada, en realidad.
El problema del Inbiotec va más lejos. En diciembre pasado el propio rector de la Universidad de León trasladó la crítica situación del Instituto a la Junta y a la Diputación Provincial. «Yo no culpo a nadie, lo que sí digo es que la situación actual era conocida y se sabían las consecuencias», remarca.
Entonces advirtió de que el problema de base «era una cuestión de liquidez», de flujo económico. Sin efectivo no se pueden hacer frente a los gastos ordinarios y el colapso económico es inevitable.
¿Soluciones a estas alturas? «Un milagro», dicen los trabajadores, y la misma impresión tiene el rector de la universidad y el propio administrador concursal. Todos, sin admitirlo públicamente, miran de reojo a la Junta porque solo ella tiene capacidad para reordenar el proyecto investigador.
Mientras la cuenta atrás sigue avanzando hasta llegar al proceso de liquidación y que el mismo finalice. Entonces se decidirá no solo el futuro de los propios trabajadores sino del inmueble en sí mismo, que es propiedad de la ULE, y del suelo en el que se asienta, propiedad de la Diputación tras una cesión por tres décadas de las cuales ya se han consumido algo más de dos.
«Lo último que puedo decir es que nuestra deuda, como toda la deuda que tiene Inbiotec se puede aplazar. Más no podemos hacer«, recuerda el rector García Marín.
Este jueves UPL, el propio PP local y el PSOE, que culpa al PP de la falta de una solución, han defendido la continuidad del proyecto Inbiotec. Buenas palabras, y solo buenas palabras, en medio de la peor situación.
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