Adrián Álvarez, junto a su mujer Li Yu y su hija Noa.
Leoneses en el extranjero

Década y media en Pekín sin olvidar Santa Lucía: «Aquí también salimos de cañas, pero pagando la tapa»

Adrián Álvarez, de 42 años, se fue a Asia a la «aventura» en 2009 y ahora ya es un pekinés más, con familia y empresa propia en la capital china, pero siempre con su pueblo y la montaña leonesa en mente... y la comida de casa: «Esa es inigualable»

Domingo, 14 de julio 2024, 09:09

Nacido en pleno corazón de la Montaña Central, donde la tranquilidad, el sosiego y la naturaleza ponen la nota de color a pueblos como Santa Lucía de Gordón y Ciñera, Adrián ha cambiado radicalmente el entorno de su vida.

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Este leonés de 42 años ya cumple década y media, 15 años, viviendo en Pekín, una de las ciudades más bulliciosas del mundo, una de las urbes más pobladas del planeta, con más de 22 millones de pekineses. El contraste se explica por sí mismo.

Adrián llegó a Pekín en diciembre de 2009 procedente de Tokio -donde estuvo apenas tres meses - y su primera sensación fue «el frío». «Parece mentira siendo leonés, de la Montaña Central, pero nunca he pasado tanto frío como ese primer día en Pekín», explica a leonoticias Adrián, que recuerda que pasó de los 15 grados de Tokio a -10 en la capital china.

Una aventura que acaba creando una asesoría digital

Llegó a la capital china a la «aventura», con ese afán de ampliar su perspectiva de la vida y de conocer una cultura nueva. Así, le surgió una oportunidad de trabajo en el Instituto Cervantes a través de una beca del Ministerio de Educación y más adelante, junto a su mujer Li Yu – aunque su familia y amigos la conocen como Erica puesto que, al estudiar español, se le asigna un 'nombre español' para facilitar su comprensión y pronunciación - , crearon una empresa de asesoría tecnológica. Actualmente, este leonés colabora con proyectos de transformación digital y estrategias de posicionamiento web y marketing en redes chinas.

Y también en proyectos culturales y académicos para «acercar el mundo hispanohablante a la población china». Recientemente, han inaugurado, con colaboración de su empresa, una exposición del 60 aniversario de Mafalda en el Instituto Cervantes de Pekín.

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Pero, ¿cómo es la vida en una de las ciudades más pobladas del planeta? Adrián explica que es un lugar «descomunal, con calles inmensas donde no te podías cobijar, donde el viento cortaba, con avenidas de diez carriles». También le chocó, especialmente en sus primeros meses, el «contraste» entre lo «tradicional» de sus templos y los hutong, callejones que comunican el casco antiguo con la zona financiera, dominada por «rascacielos y centros comerciales futuristas».

La vida en China

Califica como «rutinaria, dentro de lo que puede ser rutinario en una ciudad con 16.000 kilómetros cuadrados» su vida en Pekín. Madruga para llevar a su hija Noa, de 7 años, al colegio, antes de trabajar y realizar distintas tareas en casa... y ayudar a la pequeña con sus deberes. Los fines de semana «escapan» del asfalto con excursiones a la montaña – y recordar así sus orígenes -. y queda con amigos para «no perder la costumbre de tomar unas cañas, también con su tapa, pero pagándola».

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Después de tantos años en China, Adrián sigue echando en falta cosas de su Santa Lucía natal, especialmente «la familia». «El viaje en avión son diez horas y, aunque hoy día con la tecnología hay más contacto y cercanía, echo de menos a mis padres, tíos, primos, a mis primeras sobrinas, los amigos...», expresa.

«Apenas se puede encontrar cecina»

No hay tanto problema con la comida, «salvo la de casa, esa es inigualable», puesto que «hay mucha variedad tanto de comida china, japonesa, tailandesa, europea... y hay muchos restaurantes españoles». «Tengo un buen amigo con una tienda gourmet de jamón ibérico, aunque tenemos pendiente conseguir cecina de León: apenas se puede encontrar», apunta.

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Cuando vuelve por su tierra, por su pueblín, emplea buena parte del tiempo en estar con su gente, con su familia y amigos, valorando la tranquilidad del pueblo e, incluso, de la ciudad de León, «en la que puedes ir caminando a cualquier parte y pararte a hablar con la gente tranquilamente». Y, también, disfrutar del paisaje, «de nuestras montañas, el Faedo de Ciñera o el aire limpio que hay en León».

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