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Rubén tiene 21 años y es «muy inestable». Lo aseguran los vecinos y las amigas de su madre, Salomé, a la que presuntamente mató a puñaladas en Nochebuena o Navidad, una duda temporal que aún no se ha resuelto.
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No solo eso, es «conflictivo y violento«, hasta un punto que «no se puede ni imaginar». Y las frases no son fruto del dolor de una pérdida irreparable. Simplemente, se remarca, narran la realidad de este joven al que la Policía conoce de forma minuciosa.
Fueron los propios vecinos quienes pusieron a los investigadores en la pista. Ellos advirtieron de que el hijo de la víctima era el principal y único sospechoso real en ese crimen. «Había discusiones permanentes y con un nivel de agresividad que realmente no se sabe cómo ella lo soportaba», han sentenciado.
Incluso los propios vecinos han aportado a la policía un vídeo en el que el ahora detenido les amenaza con un cuchillo de grandes dimensiones. Los investigadores sospechan que pudo ser el mismo arma que podría haber empleado en el crimen de su propia madre.
Pero Rubén no actúa de forma inconsciente. Si mató a su madre, tal y como apuntan las pruebas, empleó día y medio en borrar las pistas que le pudieran incriminar. Se deshizo supuestamente de las ropas que ese día tendría que haber llevado y del cuchillo que se empleó en la acción criminal.
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Cometió (supuestamente) el crimen y dejó a su madre con la cabeza sangrante en un caldero. Cuando la policía le detuvo él negó crimen alguno y alegó que había estado en su casa y dando una vuelta. Del resto, 'ni pío'.
Todo, sin embargo, parece incriminarle aunque costará, reconocen fuentes policiales, armar un relato contundente. Los indicios, en todo caso, son notables.
Rubén y Salomé no tenían una buena relación. Se sumaban a sus problemas el menudeo y consumo de drogas y otras alteraciones psiquiátricas del hijo. Él requería siempre dinero a la familia y la madre y la tía, que luchaban por su rehabilitación, se lo entregaban. Quizá lo sucedido tenga por ahí una explicación.
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El crimen de San Esteban
Salomé contestó al watshap de una amiga a las 22:00 del día de Nochebuena y había quedado con otra para comer el día de Navidad. Nunca llegó a esa segunda cita.
Ante la juez su hijo se negó a declarar confiando en que finalmente los supuestos trabajos de 'borrado' de pruebas sean efectivos y pueda volver a la calle más pronto que tarde.
La policía trabaja en dirección opuesta y no tiene dudas: todo apunta a que fue él quien, sin piedad, arrancó la vida a su madre. No tuvo compasión porque en los momentos de ira, según las amigas de la familia, «perdía la cabeza».
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