Colomán Trabado y su mujer, Raquel Villar, veían preocupados el telediario en su casa. Sentían rabia e impotencia y decidieron que no podían seguir con sus vidas «como si no pasara nada». Necesitaban encontrar el modo de aportar su granito de arena para ayudar a ... la población ucraniana desesperada por huir del horror de la guerra.
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Así, pensado y hecho, el matrimonio puso rumbo a Breslavia con un vehículo repleto de «mantas, sábanas, colchones, ropa y edredones» para un campamento preparado para la llegada de 100 personas este martes.
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Además, una vez depositado el material humanitario en este centro coordinado por Cáritas, aprovecharon para llevarse «todas las mantas» de un hipermercado de la ciudad y doblar su contribución para este refugio.
Todavía les queda realizar una nueva labor solidaria en Medyka, en la frontera de Polonia con Ucrania. Allí, dejarán un nuevo cargamento, en este caso de medicinas.
Colomán Trabado, reconocido por la Diputación de León como el Mejor Deportista Leonés del Siglo XX, comenzó a brillar lejos de España precisamente en Ucrania. Dos años antes de proclamarse por primera vez campeón nacional de los 800 metros lisos, en el 1977, el atleta berciano se 'coló' en la final juvenil de esta categoría del Campeonato de Europa, celebrado en Donetsk.
3.615 kilómetros. 38 horas conduciendo en tres días. Y eso es sólo la idea, queda la vuelta . Por supuesto, esperan volver con entre «doce o catorce» personas a Madrid, su residencia habitual. El ex atleta establece esta horquilla de plazas según la cantidad de niños o niñas que acompañen a las unidades familiares.
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«Si quieren, pueden quedarse. Tenemos casa, dinero y les podemos buscar lo que quiera. Por fortuna, tenemos suerte y la suerte también hay que darla», señalan ambos desde tierras polacas.
Durante su camino se han encontrado con otras personas que también colaboran para echar una mano en este drama humano que viven millones de ciudadanos ucranianos.
«Me da mucha pena ver gente que ha perdido todo, hacen colas para coger algo de ropa, la gente aquí no tiene donde estar», afirma Raquel Villar. Ambos han contemplado el rosario de refugiados que, «con caras muy tristes», llegan a estos campamentos para que, «en 48 horas», sean distribuidos a otros centros de Polonia o de otros lugares de Europa.
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Este miércoles, esperan volver a casa después de iniciar, de motu propio y sin asociarse con ninguna ONG, este largo camino para echar una mano y conseguir que más de una decena de ucranianos puedan dejar atrás el horror de la guerra.
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