
Secciones
Servicios
Destacamos
La nostalgia se apodera de cualquier cuando el tren llega a la estación, hoy casi un apeadero donde no existe ningún servicio más allá de una pantalla encendida, y apenas tres personas bajan del tren; pocas más guardan la espera por el siguiente convoy que parta de camino a León.
La vía estrecha que ha conectado el Torío con el Esla a través de la montaña desde 1894 tiene en Cistierna el más fiel reflejo de la decadencia de este servicio. Allí sigue Manuel Suárez, maquinista de Feve durante tres décadas, entre 1981 y 2015, y que aún recuerda cómo la capital vadiniense fue centro neurálgico del ferrocarril cuando las minas tiraban y las instituciones empujaban.
«La línea ha cambiado total. No sé si para mejor, pero entiendo que no», asume con resignación. Su lucha por mantener vivo el patrimonio ferroviario no le aleja de la «pena» que sufre cada vez que cruza la barrera y entra en el andén. «Aquí ya no hay nadie que informe. Antes había servicios, ahora la gente se queja porque los trenes se retrasan y tenemos unidades paradas porque no hay maquinistas».
Manolo, como le conocen en Cistierna, lamenta que no se estén cubriendo puestos de jubilación como el suyo. Antes había maquinistas y reservas, ahora «llaman a un taxi o a un autobús y a funcionar». Y aquí se encuentra parte de la clave del abandono que sufre la línea.
No hace mucho tiempo, el andén hoy vacío se encontraba repleto de gente y la playa de vías llena de vagones. «Había mucho carbón que ya no está; se quedaron los viajeros, pero hay que atenderles un poco bien», insiste en el mensaje. Todo ello para dar cobertura -mecánica, porque la de los móviles también falla- a estos pueblos «que no tienen otro medio» para viajar a León.
Los pocos que se resisten a emigrar a la capital van siendo cada vez más mayores y «no les puedes poner una pantalla para que se saquen el billete», por lo que pide facilitarles la vida. Y lanza el órdago a los políticos por haberles arrebatado el trayecto al centro de León: «Tienen falta de voluntad para solucionarlo -la falta de llegada del tren hasta la estación de Matallana-, no pueden decir que es por un reglamento y que lleven 13 años con ello».
Este maquinista jubilado recuerda las nevadas que cubrían la comarca y con las que el tren hacía de quitanieves para ir conectando pueblos. «Lo más importante era el tren porque los coches no andaban». Si caía una nevada, los maestros y los banqueros tenían que coger el Feve para llegar al trabajo, sin embargo ahora ponen un autobús «que si no puede un tren, ¿cómo va a poder un bus?», se pregunta sabiendo la respuesta.
Tanto él como sus compañeros siempre tuvieron buena relación con las gentes del pueblo. Se ganaban el sueldo a base de horas de trabajo. «Salías a las 5 de la mañana y volvías a las 8 de la tarde. Uno salía de León hacia Bilbao y el otro en dirección contraria; donde te encontrabas, hacías el relevo».
Recuerda las esperas por pizarreras del Bierzo para trasbordar a un tren que llevara el material a los barcos del puerto de Bilbao; y también algún susto al frente del convoy, como la vez que descarriló en La Vecilla con una máquina de carbón: «Se salió de la curva el raíl y para abajo; pasaban cosas, pero no han sido mucho».
Y en un último ejercicio de memoria señala que la estación de Cistierna solo tenía una planta y tampoco existían los talleres. Pero tenían atención al viajero, algo que ahora han perdido. «Han invertido en digitalización, pero la gente es mayor y les da igual el panel», y por ello pide alguien que informe a los pasajeros, una figura como el jefe de estación que era «el referente» de estas estaciones cada vez más en vía muerta.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.