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Han pasado casi seis años, pero muchos vecinos siguen recordando como el primer día lo que se vivió el 21 de agosto de 2017. Eran en torno a las 20:00 horas cuando una columna de humo empezó a ensombrecer el horizonte de la sierra de la Cabrera ... , en la provincia de León.
«Parecía que habían hecho carne, como si fuera una barbacoa. Era un hilo finito de humo», manifestó uno de los testimonios que acudieron a la segunda jornada del juicio en el que se trata de esclarecer si Jaime B.C. fue el autor del incendio que arrasó 10.000 hectáreas, muchas de ellas de alto valor ecológico, en el suroeste de la provincia.
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Diferentes testigos recordaron lo ocurrido aquellos días y los daños que sufrieron en sus tierras. «Se me quemó el 96% de mi territorio; las vacas no tenían nada que comer y no pude ni hacer la PAC. El ganado se salvó porque me ayudaron los vecinos. Es inimaginable lo que sufrí», afirmó uno de los afectados. Otra de las declaraciones señaló a las personas vulnerables como las más afectadas en una zona «en la que había más gente de lo habitual, al ser verano». «Tuvieron que cerrar las casa y marchar. Hubo nerviosismo porque había niños y gente mayor», expuso uno de los pedáneos, que relataba como se consiguió «apagar el fuego a 50 metros de las casas».
Y es que, tal y como manifestaron, fue «una semana de peligro» en las que hubo que evacuar y confinar puebles enteros. «Aquello era un infierno. Fueron siete días con gente encerrada en sus casas a los que teníamos que llevar la comida».
La sesión, que contó con la presencia de los presidentes de las juntas vecinales afectadas por el fuego, tuvo en la declaración de un matrimonio una prueba testifical que pudo alterar el devenir del juicio en la Audiencia Provincial de León.
Ambos, en unas respuestas que las propias partes entendieron como con «lagunas», acreditaron que en en la zona donde se originó el fuego pudo encontrarse la persona encausada, a la que describieron como «una silueta delgada que podía llevar una escopeta», e incluían a otras dos personas, dos vecinos de Losadilla, que «se dirigían hacia el fuego» y que iban acompañados «por dos perros y una escopeta».
Reiteraron en su declaración que pudieron comprobar a estas personas gracias a unos prismáticos y la posición privilegiada de su casa frente al valle.
La testifical de estas dos personas llevó al letrado de la Administración y a la acusación particular a reclamar que uno de esos dos vecinos volvieran a declarar. Tras un periodo de liberación por parte del juez, éste solicitó a las partes una mayor «motivación» de su petición, que obligaría a suspender el juicio y retrasarlo un mes, además de repetir una de las testificales. El abogado de la Junta de Castilla y León consideró que esta declaración «puede ser clave por su ubicación cercana a la zona del incendio y que aclare si ese día se estaban realizando labores cinegéticas en esa zona».
Tanto fiscalía como defensa se posicionaron en contra de la suspensión y ponían «en cuarentena» la declaración del matrimonio. «No lo veo necesario y tanto mi cliente como yo queremos acabar ya con esto», señaló el letrado del acusado.
El juez tomó la decisión de «no acordar la suspensión y una nueva declaración» ya que no veía un supuesto para amparar la suspensión «por no suponer alteraciones sustanciales graves en el juicio». La «revelación inesperada» de los dos testigos no se vio suficiente motivo para devolver la causa al juzgado y se recordó que la persona que se involucraba en la zona del incendio «es un testigo y no un investigado», por lo que se dio por finalizada la sesión sin necesidad de suspender la vista.
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