Invalidar emocionalmente a la persona que está sufriendo o decir frases hechas como «la vida es muy bonita» o «todavía eres muy joven» son algunas de las conductas que debemos evitar a la hora de acercarnos a una persona que está sufriendo una crisis suicida.
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La importancia de saber «qué decir» en un momento como este es uno de los pilares de las charlas de Sergio Tubío, coordinador de la Unidad Formativa de Intervención en Tentativas de Suicidio. Tendemos a pensar que frases como «todo tiene solución», «la vida es muy bonita» o « todavía eres muy joven» son lo mejor para tranquilizar a la persona, pero lo más importante es afrontar la conversación «sin estar pendientes del tiempo», dejando que quien sufre valore las alternativas sin decirle «qué tienen que hacer», ya que entonces se sentirá «invalidado emocionalmente».
Sergio Tubío
Bombero y coordinador de la Unidad de Intervención en Tentativas de Suicidio
Durante las formaciones, Sergio explica cómo intervienen los bomberos en crisis de suicidio, teniendo en cuenta variables cómo «la accesibilidad a la víctima, coordinación en caso de encontrarse con una puerta cerrada, el momento o el lugar», buscando siempre la mejor manera de acercarse a la persona que está sufriendo y que esta sea atendida por sanitarios «en un lugar seguro».
Lo principal es entender «cómo se va a sentir la persona» cuando el bombero se acerque, tratando de utilizar «las herramientas necesarias» para que la crisis suicida disminuya. Estas son principalmente «el diálogo» y la «escucha activa y compasiva».
Es de vital importancia ver la situación desde el «prisma de quien lo sufre», no desde nuestro punto de vista, ya que cada persona «da un valor a su sufrimiento». Para favorecer una bajada emocional Sergio recomienda utilizar «preguntas abiertas» y parafrasear lo que oímos partiendo siempre de la base de que el suicidio es «multicausal» y que no se debe atender únicamente a «la gota que ha derramado el vaso».
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Noemí Carpintero
Leonoticias
Para explicar esto, el bombero utiliza la metáfora de la mochila cargada con piedras. Cada persona tiene una mochila de, por ejemplo, «100 kilos de peso» que podemos llevar «a duras penas», pero en el momento que alguien coloca una pequeña piedra «hace que se doblen las rodillas y cueste levantarse». Es ahí donde entra la función de los psicólogos para poder «favorecer que se levante» viendo «todo aquello que ha desequilibrado la balanza» y no centrándose «en el dolor más intenso que vemos a simple vista».
El Centro de Psicología Aplicada de León celebra este sábado 15 de junio su 30 aniversario con una Jornada dedicada a la salud mental en la que habrá diferentes ponentes. Entre ellos estará Sergio, bombero del Ayuntamiento de Madrid y coordinador de la Unidad Formativa de Intervención en Tentativas de Suicidio, quien sensibilizará a los asistentes sobre la conducta suicida y Antonio Terán, psiquiatra especializado en adicciones, con una charla sobre los problemas de adicciones a las nuevas tecnologías en los más jóvenes.
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Ambas problemáticas, el suicidio y la adicción a las nuevas tecnologías, se encuentran, como explica Arantxa Santos, directora del Centro de Psicología Aplicada de León en un «aumento progresivo» desde hace años y, en especial, desde la pandemia, cuando «hubo un pico». Durante su ponencia, Arantxa hará un balance de la evolución del sufrimiento humano y de las terapias utilizadas en psicología durante los últimos 30 años.
Sergio Tubío lleva 17 años trabajando como bombero en el Ayuntamiento de Madrid y cuenta con un máster en prevención del suicidio. Al igual que Arantxa Santos, forman parte de la Asociación Internacional de Bomberos y Psicología de Emergencias, desde la que se encargan de formar a bomberos de toda España en la técnica y sensibilización en materia de suicidio.
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Con esta jornada, gratuita y abierta a todos los públicos, pretenden «dar herramientas a todos los ciudadanos» para saber cómo actuar en caso de crisis suicida teniendo claro que lo principal es «tomarse en serio» cualquier mínimo indicio de idealización suicida, evitando «minimizar las señales» y «nunca prejuzgando a quien sufre». Como incide Arantxa, «cualquiera puede ser agente de cambio» y, teniendo las herramientas adecuadas, «todo se puede prevenir».
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