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Solo en el último instante, tras cinco días de juicio, el acusado por el asesinato del joven Mario Fuentes en el polígono de La Torre fue capaz de levantar la cabeza para mirar primero al jurado y luego a buscar entre el numeroso público a ... la familia de la víctima.
«Lo siento, me cuesta creer que esto haya podido pasar», fue la frase más repetida por Jorge Cervantes en el turno de última palabra que le concedía la justicia para cerrar las cinco vistas orales en el que se trata de esclarecer el grado de implicación que la agresión con su navaja de 16 de centímetros de filo tuvo en la muerte en León del universitario cántabro.
Se quiso ratificar «de todo lo dicho» y con serenidad recalcó «aspectos importantes» en un discurso que empezó firme y que, poco a poco, fue quebrando su voz. A escasos metros, su madre, que lloraba en el lateral del banquillo más cercano al acusado.
«No me imagino que haya podido pasar esto. En ningún momento he tenido intención», se excusó el agresor confeso de la puñalada que fue «mortal de necesidad» según han querido dejar patente la acusación particular y el ministerio fiscal.
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Jorge Cervantes hizo mención a su mirada hacia el suelo durante todo el juicio. «Lo hago por vergüenza, no entiendo cómo lo he podido hacer. Me avergüenzo profundamente de todo esto», reiteró.
Levantó la vista para tratar de buscar a la familia de su víctima y dirigirse a ellos. «Solo quiero decir que lo siento muchísimo y ojalá pudiera hacer otra cosa. Tengo una deuda eterna con ellos», exclamó. «Lo lamento muchísimo, lo siento», sentenció.
El acusado reiteró que no fue consciente de lo que hizo y quiso descartar que estas palabras fueran «para justificar» su conducta que ha sido «deleznable». «Ojalá nada hubiera pasado. Espero que de esta sala la familia salga con una sentencia y puedan pasar el duelo».
En las conclusiones de la fiscalía, el ministerio público ha reiterado su petición de 22 años de prisión para Jorge Cervantes por un delito de asesinato contra un individuo que «no ha reconocido nada» y cuya hipotética defensa en el uso de la navaja «no ha quedado acreditada». Tampoco ve comprobado que el presunto asesino hubiera «bebido mucho o consumido drogas» o que sea inimputable por alteración psíquica.
La fiscal ha narrado los hechos que a su juicio ocurrieron aquel 16 de mayo de 2021 en las inmediaciones del Lidl. «Los testigos vieron a Mario correr, huir; al acusado ir detrás con el arma en la mano y con la intención de darle muerte. El acusado mató a Mario, de eso no cabe duda, y fue con alevosía y de forma sorpresiva, sin posibilidad de defenderse», expuso en su última intervención ante el jurado popular.
También corroboró que «no hay duda» que lo que causó la muerte de Mario fue la navaja que seccionó la arteria pulmonar, y descartó los atenuantes de confesión y reparación del daño.
El letrado de la familia de Mario Fuentes insistió en el mensaje del primer día: «No buscamos venganza, buscamos un juicio justo». Un juicio justo en el que se demuestre que Jorge Cervantes salió corriendo hacia su víctima con una navaja y «de forma súbita e imprevista, y sin opción a defensa, se la clavó en el tórax».
La acusación particular sigue tipificando el delito como asesinato y pide 20 años de prisión para el agresor. «Sabía perfectamente lo que estaba haciendo».
El abogado afeó el intento de la defensa de culpabilizar a la víctima y recordó que «nadie ha dicho» que Mario agrediera previamente a Jorge y que los forenses no vieron signos de pelea previa en la autopsia.
En su exposición final, se centró en la agresión y cómo Jorge «clavó con fuerza» y no para atemorizar «si no para matar» el cuchillo a Mario. «No tuvo ocasión de defenderse, no pudo», sentenció. También se refirió al arma del crimen que fue exhibida en numerosas ocasiones por el presunto asesino. «Quería intimidar, deliberadamente; sacó la navaja, deliberadamente. No creo que fuera a recoger setas aquella tarde».
También destacó la «exquisita» asistencia sanitaria y que la muerte de Mario «era inevitable» tras un ataque que le rompió tejidos, una costilla, perforó el pulmón y llegó a la arteria. «Eso solo lo hace alguien que quiera matar».
El escrito de la defensa ha rechazado que se aplique a su cliente la ley del talión: «¿Queremos vida por vida o queremos derechos humanos?», preguntó de inicio. El letrado vio como «fuente y causa» de la situación el botellón que estaban haciendo los jóvenes y criticó la «laguna» de los amigos de Mario para recordar los hechos, a pesar de que el testimonio de los acompañantes del joven fallecido fue coherente y similar.
La calificación de los hechos ha sido considerada por el abogado Arce como «una mera actuación lesiva sin prever la muerte» y descartaba el asesinato u homicidio, atendiendo en todo caso a un «homicidio imprudente» porque del gesto de su cliente -clavar una navaja- no se puede desprender una muerte.
En su búsqueda de culpables, la defensa se dirigió incluso a la víctima por no prever que su cliente, Jorge Cervantes, en ese momento estaba «extremadamente loco», por un supuesto consumo de alcohol y drogas. Y apuntó: «Si Jorge hubiera querido matarle, le podía haber degollado como a un cordero».
También criticó la labor de los médicos o los informes de las forenses. «A Mario se le hizo medicina de guerra», expuso, dando por buena una exposición sesgada del perito de parte que presentó en la última sesión. «Hay dudas y oscuridad que empezaron en el hospital con motivo de una muerte no clara».
Para el letrado todo se ha reducido a «una pelea entre dos jóvenes en el que se escapa una navaja, y todo rodeado de alcohol», además de ver acreditada la reparación del daño con la «actitud» de su cliente.
Las sesiones orales se han dado por concluidas con el turno de última palabra del acusado. El próximo lunes, las partes se reunirán con el magistrado-presidente para recibir el objeto del veredicto y analizarlo. Posteriormente se remitirá al jurado popular, se nombrará un portavoz y se retirarán a deliberar. La última parte será la lectura del veredicto que dejará el juicio visto para sentencia.
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