Juan Carlos Barrena
Berlín
Lunes, 28 de octubre 2019, 19:01
La Unión Cristianodemócrata (CDU) de la canciller federal, Angela Merkel, debate romper un tabú. Después de tres décadas de marginar y negar el diálogo al partido de La Izquierda por sus raíces comunistas, los conservadores se abrieron este lunes a una posible cooperación con ... la formación ganadora de los comicios de este domingo en Turingia.
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En el que hasta hace cinco años era uno de sus feudos seguros, la CDU fue castigada de nuevo por el electorado y condenada a un tercer lugar, por detrás incluso de los ultranacionalistas de Alternativa para Alemania (AfD). El fracasado candidato y líder cristianodemócrata en ese Estado germano oriental, Mike Mohring, sorprendió este lunes a propios y extraños al ofrecer estudiar vías de cooperación con La Izquierda sin descartar ninguna posibilidad, incluso la de convertirse en su socio menor en una eventual coalición. «Debemos asumir responsabilidad», dijo Mohring ante la prensa, tras constatar que en el nuevo parlamento de Erfurt ya no suma mayoría «el centro político».
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Lo cierto es que, por primera vez en Alemania, cristanodemócratas, socialdemócratas (SPD), liberales (FDP) y verdes no tienen juntos votos suficientes para controlar un legislativo y que –con los populistas de AfD marginados por todos– La izquierda y su líder regional, primer ministro además desde hace cinco años de Turingia, Bodo Ramelow, son quienes incuestionablemente controlarán la formación del nuevo ejecutivo. Con la ventaja además de que no tienen plazo para hacerlo y pueden seguir gobernando prácticamente de manera indefinida hasta cerrar una negociación existosa con sus futuros socios. «Para mi es más importante contar con unas condiciones de estabilidad para el Estado que los intereses del partido», subrayó Mohring a la hora de defender su iniciativa de acercamiento a La Izquierda, tras recordar que esta no puede continuar su actual alianza con el SPD y Los Verdes, porque tampoco suman mayoría parlamentaria.
«No necesito Berlín para saber lo que es provechoso para Turingia», afirmó además el líder conservador local, plantando cara a la dirección de su propio partido, en la que son muchas las voces que consideran toda una herejía la simple apertura de un diálogo de la CDU con el llamado socialismo democrático. El secretario general de los conservadores, Paul Ziemiak, habló de «pecado» y subrayó que «quien se coaliga con La Izquierda o AfD comete un gravísimo error»; la presidenta del partido, Annegrett Kramp-Karrenbauer, señaló que «toma nota» del previsto encuentro entre Ramelow y Mohring y recordó que la presidencia y la ejecutiva de la CDU excluyen toda cooperación con el partido heredero del comunismo germano oriental.
Presente en esa rueda de prensa, Mohring no se mostró nada impresionado. «La decisión que debemos tomar sobre el futuro del Estado de Turingia no es una cuestión que se decide en Berlín, sino que resolvemos solos los de Turingia», dijo el líder conservador local.
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