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Simpatizantes de Zeldin se lamentan de que el candidato republicano a gobernador de Nueva York perdiera ante Hochul. Andrew Kelly/REUTERS
Nueva York amenaza con ser responsable de que los demócratas pierdan la Cámara Baja

Nueva York amenaza con ser responsable de que los demócratas pierdan la Cámara Baja

Las guerras intestinas casi provocan que el histórico bastión pase al bando republicano al perder cuatro representantes en el Estado

mercedes gallego

Corresponsal. Nueva York

Jueves, 10 de noviembre 2022

Si cuando todos los votos estén contados los demócratas pierden la Cámara Baja, como se prevé, tendrán que pedirle cuentas a sus correligionarios en el principal bastión del país, Nueva York. El Partido Republicano necesitaba cinco escaños para hacerse con la maza de Nancy Pelosi ... y se ha llevado cuatro del estado de Nueva York –tres en Long Island y uno en el valle del Hudson–.

Mientras todo el mundo miraba hacia los rincones rurales y conservadores del país, la temida marea roja inundó algunas de las zonas más insospechadas. Fue como cuando el huracán Sandy sumergió a la ciudad de Nueva York, cogida por sorpresa porque nunca se había visto azotada así por un fenómeno meteorológico. En la victoria todo son alegrías, pero en la derrota se reparten culpas, y los demócratas de Nueva York lo están haciendo dentro de su propio partido.

No son solo los republicanos los que se verán ahogados en guerras intestinas en los próximos meses, decidiendo si Donald Trump fue un lastre, el aborto les ha costado las elecciones o cómo tratar ahora a la ultraderecha empoderada. En la Gran Manzana la diputada demócrata Alexandria Ocasio-Cortez ya ha pedido la dimisión del presidente del partido, Jay Jacob. La formación demócrata es la que ha perdido el Congreso, no el republicano el que lo ha ganado, opina. «Lo que ha pasado en Nueva York es una flagrante aberración», dijo este jueves a 'The Intercept', poco después de que el presidente, Joe Biden, celebrara los resultados en conferencia de prensa como «un buen día para la democracia».

La congresista más célebre de la izquierda dice tener un asiento en primera línea para ver lo que está pasando en su partido. «A Nueva York lo han destripado desde dentro», acusó en Twitter. «Hace ya un año que pedí la dimisión de Jacob y sigo haciéndolo».

La diputada de 33 años cree que su partido ha estado más preocupado con ahogar a la izquierda que en apoyarla en sus campañas. En lugar de presentar una voz unida frente a la violencia policial y la inseguridad ciudadana, los candidatos del establishment invirtieron millones de dólares en campañas en las que se oponían a los eslóganes de Black Lives Matter y contrarrestaron la propuesta de «retirar financiación a la Policía» procurando grandes partidas a los cuerpos de seguridad.

Sin querer reforzaron la narrativa de los republicanos, que les culparon del aumento de la delincuencia y entraron al trapo a defenderse cayendo en la espiral de anuncios tenebrosos con música de terror y escenas violentas que golpearon incesantemente a los votantes en las últimas semanas.

«La forma en la que se ha llevado esas campañas es muy distinta de cómo se han llevado las ganadoras en este país», acusó la congresista. «Y creo que el papel del partido estatal tiene fuertes implicaciones a nivel nacional. Si los demócratas no retienen la Cámara Baja, la responsabilidad recae de pleno en el estado de Nueva York», advirtió.

Prueba de que el muro azul hacía aguas frente a la marea roja es que la gobernadora Kathy Hochul llegó a ver su reelección en aprietos. Todos los pesos pesados del partido corrieron a defenderla. Hillary Clinton, Bill Clinton, la vicepresidenta Kamala Harris y hasta el propio presidente, Joe Biden. El aparato del partido tiró de los sindicatos para movilizar masivamente el voto, que acabó dándole la victoria frente al congresista republicano de Long Island, Lee Zeldin, por solo cuatro puntos.

Con todo, la participación de los neoyorquinos registrados para votar en la ciudad de los rascacielos fue solo del 36%, en comparación al 44% de las anteriores elecciones de medio mandato. Por el contrario, en el resto del estado resultó muy parecida a 2018, lo que quiere decir que los habitantes más rurales votaron asustados para corregir algo que no ocurre en su hábitat, sino en la ciudad, o en los anuncios de televisión.

Ni un solo voluntario

Si a Hochul no le faltaban pesos pesados del partido, en Brooklyn, la representante estatal Iwen Chu, que hacía campaña en inglés y mandarín, dijo no haber recibido ni un solo voluntario del Partido Demócrata del condado para tocar a la puerta de sus electores. Al frente de esa decisión estaba el congresista Sean Patrick Maloney, un exasesor de Bill Clinton que se autodenomina centrista y que durante las primarias tuvo el apoyo de la Asociación Benevolente de la Policía para vencer, con cientos de miles de dólares en anuncios, a su oponente, una progresista llamada Alexandra Biaggi, a la que tachó de «extremista radical anti policía».

Sus aliados de uniforme se volvieron contra él en las generales y le han dado la victoria al republicano Mike Lawler. Es la primera vez en treinta años que el presidente del Comité de la Campaña al Congreso del Partido Demócrata pierde su propio asiento, cuando su trabajo era precisamente proporcionar los medios a los candidatos para ganar sus contiendas.

Maloney también aprovechó su posición para cambiarse de distrito en la redistribución que trajo el nuevo censo. Con ello expulsó del área a su correligionario afroamericano, Mondaire Jones, que había crecido en edificios de vivienda pública de la zona y era especialmente querido, lo que indignó a los votantes.

El congresista Malonie reconoció el miércoles su derrota. «Lo correcto es admitir que mi rival ha ganado», dijo. No es el mea culpa que espera Ocasio-Cortez, ni será suficiente para explicar en los dos próximos años cómo unir las diferentes facciones ideológicas de cara a las presidenciales de 2024.

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