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caroline conejero
Nueva York
Miércoles, 20 de enero 2021
Treinta años después de su intento original de llegar al Despacho Oval, Joe Biden se estrenó este miércoles como el primer presidente de la historia en enfrentarse a más crisis simultáneas en el país que ningún otro anterior. La pandemia, la ruina económica de ... millones de familias, la injusticia racial y la amenaza de insurrección supremacista forman parte de una agenda que ningún gobernante querría tener, pero que este miércoles empezó a recorrer con la firma de sus primeros decretos.
Su presidencia goza de un enorme simbolismo a nivel personal y nacional y despierta la ilusión ilusión y esperanza por parte del país en múltiples aspectos. El que fuera el senador más joven de la historia al inicio de su carrera política pasa a ser el presidente más veterano con un mandato para buscar la unidad, fomentar la diversidad de su población, sacar al país de la crisis económica y reparar los daños de su antecesor.
De cara al mundo, la nueva Administración señaliza que Estados Unidos está de vuelta en los asuntos de la comunidad internacional para reestablecer su liderazgo y sacar al país del aislacionismo forzado por Trump. Los líderes del mundo felicitaron este miércoles a Biden, deseosos, como en el caso de la Unión Europea, de restaurar la normalidad política en la cooperación, aunque operando ya en un escenario muy distinto al de hace cuatro años: se espera que el nuevo liderazgo estadounidense facilite frentes comunes a los nuevos retos de China, Irán, Rusia y otros contenciosos internacionales.
Nadie en su equipo se hace ilusiones de seguir camino de rosas ante la descomunal tarea a la que se enfrenta el nuevo Ejecutivo. Sólo hacerse paso a través del caos heredado del gabinete anterior será uno de los enfoques de trabajo más importantes y que ocupará mucho tiempo en resolver a la nueva Administración. No hay que olvidar que el mandatario republicano se negó a facilitar la transición dejando en la opacidad a Biden y los suyos en numerosos asuntos de Estado.
Su equipo espera encontrarse con un Gobierno desorganizado y mal administrado, con un amplio número de departamentos vacíos y que han sido ignorados durante los últimos cuatro años por la maquinaria del gobernante republicano. También sospechan los secretarios de Estado y otros altos cargos que sus predecesores han 'sembrado' más de una trampa en su legado documental. De hecho, en los departamentos que más han dificultado la transición, el Consejo de Seguridad Nacional y el Departamento de Defensa, entre otros, se espera encontrar 'frenos' administrativos que dificulten el trabajo del equipo para poner en marcha las prioridades de la nueva presidencia.
Los demócratas se enfrentan también a otro vacío, el de funcionarios de carrera tras la purga masiva hecha por el líder republicano, que les relegó a posiciones secundarias con reducción de salarios y que forzó a muchos a dejar sus trabajos. Reconstruir la plantilla, la experiencia y la confianza serán tareas claves para poder funcionar con normalidad. Y eso repercutirá en áreas esenciales como la Oficina de Gestión y Presupuesto a la hora de formular las próximas cuentas del Gobierno.
Por si fura poco, los directores de las oficinas federales deberán identificar a los funcionarios 'enterrados' por la Administración previa bajo capas y capas de burocracia; generalmente, empleados con bajas cualificaciones, pero con acceso a información confidencial, que tendrán que ser eemplazados por profesionales con las credenciales apropiadas. El gabinete anticipa la presencia en todo el entramado gubernamental de muchos más leales a Trump colocados a 'dedo' en puestos clave, algo que sucede con cada nuevo Ejecutivo, aunque ahora en mayor cantidad.
Para colmo, el ataque cibernético masivo registrado el mes pasado contra los sistemas de seguridad SolarWinds -que incrustó 'células de espionaje' informático comprometiendo muchos departamentos- deja abierta la puerta no sólo a los 'espías' internos, sino a la posibilidad del acecho de operativos rusos. Los esfuerzos de descontaminación digital ya en curso ralentizarán nombramientos políticos y del personal de carrera.
El presidente se ha dado a sí mismo una importante agenda de trabajo. Lo primero será obtener la aprobación inmediata del Congreso al Proyecto de Ley de Rescate Económico por la pandemia de 1.9 billones de dólares para combatir el coronavirus y el hundimiento económico que ha causado. Biden firmó en su primer día de trabajo diecisiete órdenes ejecutivas, algunas de las cuales revocan decisiones tomadas por Trump respecto al cambio climático, inmigración y el covid-19.
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Esta es su prioridad. Y por eso Biden ordenó este miércoles el uso de mascarillas obligatorias, especialmente en las propiedades federales -incluido el Congreso y la Casa Blanca- y en los viajes de un Estado a otro. También ratificó la independencia del Departamento de Justicia, muy comprometido en los últimos cuatro años, y se espera que este jueves y viernes el presidente active órdenes adicionales que extiendan el alcance de las pruebas PCR, la protección de los trabajadores y el establecimiento de nuevos estándares de salud pública.
Para liderar el cambio, el comandante en jefe debe rodearse de un equipo a la altura. En el caso de Joe Biden, su gabinete cumple y con creces ese requisito. Abogados, economistas, representantes de la comunidad indígena, latina... Una vez reciban la confirmación del Congreso -bajo control demócrata- serán los encargados de la reconstrucción de un país devastado por la pandemia y dividido tras la era Trump.
A la hora de plantear sus nominaciones, Biden ha confiado en la experiencia. Muchos de los designados ya trabajaron en la Casa Blanca durante la era Obama. Entre ellos están Anthony Blinken, que ocupará la secretaría de Estado, Tom Vilsack, que volverá a la cartera de Agricultura, y Cecilia Rouse, al frente del Consejo de Asesores Económicos.
El futuro gabinete del presidente demócrata también hará historia como uno de los más paritarios y diversos. Entre los nominados hay tres latinos, la primera nativa americana en un equipo de Gobierno -Deb Haaland-, y Pete Buttigieg, que podría convertirse en el primer político abiertamente homosexual en ocupar una cartera en EE UU. Nominaciones que reflejan la diversidad del país y marcan distancia con la anterior Administración.
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