Conmoción en Italia ante la muerte de Raffaella, su última vedete

De la gran diva italiana, dice 'Corriere della Sera' que era una mujer «fuerte, ingeniosa, amable y moderna. Y así fue hasta el final». El diario italiano asegura que «quería ser recordada por su risa, su perfecta melena rubia, su optimismo, su contagiosa alegría. Odiaba la compasión y nunca quiso parecer cansada, triste y enferma. Fue su último gesto de generosidad hacia su público».

'La Repubblica' recuerda que Carrà lo fue todo: bailarina, cantante, actriz, presentadora y autora. «Supo hacer de todo y todo lo hizo bien. Fue la reina de la televisión italiana y, probablemente, lo será durante mucho tiempo. Provocadora y apaciguadora al mismo tiempo, ha sabido hacerse querer por generaciones enteras de italianos, consiguiendo los elogios hasta del diario británico 'The Guardian': 'Le enseñó a Europa la alegría del sexo'». 'La Stampa' lo resume con tres palabras: «Símbolo de Italia».

En 'Il Mattino' recogen algunas de las muestras de afecto y reacciones por parte de distintas personalidades del país transalpino. Ahí está la del presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli, que se despide de ella diciendo que es «historia del espectáculo en la televisión italiana. Por profesionalismo, educación, cortesía y amabilidad fuera de lo común». Pippo Baudo, mítico presentador de la televisión italiana, asegura estar «enormemente conmocionado». «Fue una artista excepcional, una autodidacta extraordinaria, la conozco desde el inicio de su carrera. Nunca he podido hacer un programa con ella, fue el único reproche que siempre le hice, es mi mayor pesar», admite quien destaca, además, que es «una de las pocas vedettes italianas, quizá la única, que ha tenido éxito en Espaá». Para muestra un botón: «Una vez en España, en una plaza de toros, Raffaella Carrà estaba sola con su grupo y reunió a unas treinta mil personas. Algo increíble».

En 'Il Giorno' destacan en portada la reacción del bailarín y coreógrafo Enzo Paolo Turchi, con quien colaboró en varias ocasiones. «Estoy hecho pedazos, lo siento... Nos conocimos cuando éramos muy jóvenes. Era la número uno del mundo, como persona, como mujer. Tengo recuerdos maravillosos con ella. Recuerdo que una vez estuvimos en España para un espectáculo: había un tráfico increíble e íbamos en coche. Raffaella detuvo a un señor que iba en moto y le pidió que la llevara. Subió al escenario, había diez mil personas esperándola», dice.

El presidente de la República, Sergio Mattarella, ha descrito a Raffaella como «una artista popular, amada y querida por diferentes y numerosas generaciones de telespectadores en Italia y el extranjero. Rostro televisivo por excelencia, transmitió con su bravura y simpatía un mensaje de elegancia, gentileza y optimismo». El primer ministro italiano, Mario Draghi, ha acogido la noticia «con profunda tristeza». A su juicio, Carrà, «con su risa y su generosidad acompañó a generaciones de italianos y llevó el nombre de Italia por todo el mundo».

El exministro del Interior de Italia Matteo Salvini desea a Carrà «¡Buen viaje Raffaella, tu espléndida sonrisa siempre nos acompañará!», y Nicola Zingaretti, exdiputado del Parlamento Europeo señala en su cuenta de Facebook la «gran tristeza» que le ha causado la noticia, asegurando que con la marcha de Raffaella Carrà «se va un pedazo de la historia de Italia». De «profunda tristeza» habla Enrico Letta, expresidente del Consejo de Ministros de Italia, que asegura que «Italia pierde uno de sus iconos más inteligentes, agradables y elegantes».

Tampoco esconde su tristeza Laura Pausini. En su perfil de Instagram, la cantante no solo cambiaba la imagen de su perfil por la de un lazo negro, en señal de luto, sino que colgaba seis fotografías donde se podía leer «Adiós, reina Raffaella'. «Fuiste, eres, siempre serás la reina. Para mí, para el mundo entero», escribía en varios idiomas.

Luca Zaia, presidente de la región del Véneto, asegura que «el rostro y el icono de la televisión italiana se han ido hoy», al tiempo que recuerda sus palabras de cariño hacia Venecia. Las mismas que hoy todos los italianos tienen hacia una estrella que, lamentablemente, se ha apagado.