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Mercedes Gallego
Nueva York
Viernes, 23 de octubre 2020, 06:48
Un Trump mucho más amable y disciplinado de lo que se recordaba mantuvo las formas en el segundo y último debate presidencial celebrado esta madrugada en la ciudad de Nashville (Tennessee), a once días de las elecciones en las que pretende revalidar su mandato ... en las urnas. Su rival, el ex vicepresidente de Obama Joe Biden, encajó las acusaciones de corrupción y nepotismo contra su familia y eligió conscientemente no devolverle el ataque contra sus hijos.
Podía haber sido Hunter Biden contra Ivanka Trump, porque cuando Trump acusaba al hijo de Biden de haber hecho rica a la familia muchos esperaban que éste le recordase cómo la hija del presidente ha logrado la aprobación de patentes en China para sus marcas de ropa mientras trabajaba en la Casa Blanca. En lugar de hacerlo, Biden se volvió hacia las cámaras con una frase estudiada: «Esto no se trata de mi familia o de la suya, sino de las vuestras», recordó a la audiencia.
Con esa decisión elegía la opción de volar alto cuando su enemigo atacaba bajo, como acuñó Michelle Obama durante la campaña de 2016, una mujer muy protectora de su familia que sin duda influyó en la decisión de no utilizar a la hija de Trump como munición. Con 38 años de edad y un puesto sin remunerar en la Casa Blanca, la niña bonita del mandatario podía haber sido juego limpio, ya que representa al gobierno en las cumbres y ejerce funciones oficiosas de primera dama. Por lo mismo, ella no le devolvió la gentileza: «Mi padre se presentó a presidente por políticos como Biden, que son todo palabrería y no hacen nada», tuiteó.
Era la frase más clave de la estrategia de Trump para el debate, que la repitió una y otra vez con una disciplina que no se había visto en la actuación de septiembre. Trump no perdió oportunidad para decir que Biden llevaba 47 años en Washington chupando del bote y cada vez que pudo respondió a los planteamientos del exvicepresidente de Obama con un «vosotros estuvisteis ocho años en la Casa Blanca y no lo hicisteis».
Las elecciones en Estados Unidos
Caroline Conejero
Olatz Hernández
Iker Barinaga / Ander Azpiroz
Gonzalo De las Heras
Recuperaba así la estrategia de candidato antisistema que abandona su cómoda vida de multimillonario para salvar al país de políticos corruptos al uso. Sus malos modales y falta de empatía le costaron en el primer debate un descenso en las encuestas, particularmente entre los mayores de 65 años, que son los votantes más fieles. Esta vez apareció perfectamente bronceado para exhibir su buena salud, bajó sustancialmente el tono de voz y casi no interrumpió a su rival. Incluso alabó el trabajo de la moderada Kristen Welker, que fue la gran triunfadora de la noche por mantener el control del duelo dialéctico sin dejar que se convirtiera en una patética escena de lucha libre.
Fue ella quien proporcionó a Biden la lanza que más daño haría a Trump, al cuestionarle sobre la separación familiar en la frontera con México, que ha dejado a 545 niños huérfanos de facto al no poderse encontrar a sus padres. El verdadero Trump, ese que desprecia a los que hacen lo correcto y humilla a los inmigrantes, salió a la luz al defender a su gobierno. Aseguró que los niños están «muy bien cuidados», prácticamente mejor que con sus familias, que los mandaron ilegalmente a través de la frontera con «coyotes» y «traficantes».
La controvertida política fronteriza que Biden calificó de «criminal» estaba justificada a juicio de Trump porque, en la tradición de liberarlos bajo fianza mientras se resuelve la petición de asilo político «solo los que tienen el coeficiente intelectual más bajo se presentan» ante el juez.
El mandatario despejó bien las acusaciones sobre la cuenta bancaria en China que reveló la víspera el 'New York Times' y que él atribuyo al uso de sus negocios, aunque volvió a evitar dar una fecha para mostrar públicamente sus declaraciones de impuestos.
Biden, por su parte, se apuntó un tanto cuando desenmascaró con todas las letras su argumento de haber sido el presidente que más ha hecho por los afroamericanos desde Abraham Lincoln. «Este Abraham Lincoln que tengo aquí es el presidente más racista que haya tenido nunca Estados Unidos», le acusó sin tapujos.
A pesar de todo, ninguno de los dos logró dejar cao a su contrincante y darle un vuelco a las encuestas, entre las que Biden gana por diez puntos a nivel nacional. El primero necesitaba tumbar a su rival y a este le bastaba con mantener el tipo, pero aunque lo hubiera hecho, casi 45 millones de estadounidenses han votado ya, por lo que la suerte está echada, o casi echada.
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