Donald Trump.

Trump: El mundo es secundario

El exmagnate ha protagonizado una cruzada contra la globalización y ha puesto el orden mundial patas arriba

Zigor Aldama

Martes, 3 de noviembre 2020, 19:20

'América primero'. 'Devolvamos la grandeza a América'. Los eslóganes de Donald Trump han sido tan concisos como claros. El exmagnate ha protagonizado una cruzada contra la globalización y ha puesto el orden mundial patas arriba. Su objetivo ha sido recuperar los puestos de ... trabajo perdidos durante el proceso de deslocalización que han liderado las grandes corporaciones estadounidenses, y ha retirado a la primera potencia económica de tratados e instituciones internacionales tan relevantes como el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), el consenso medioambiental de París, el pacto nuclear con Irán, o la Organización Mundial de la Salud.

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En opinión de numerosos analistas, en temas de política internacional Trump se ha batido en retirada, Estados Unidos ha dejado de liderar un bloque occidental cada vez más dividido, y China ha aprovechado la situación para llenar ese vacío e incrementar su influencia. Pero no es del todo cierto. El presidente ha plantado batalla en diferentes frentes. El más claro es, sin duda, la guerra comercial que le ha declarado al gigante asiático. «Es un rival y, en muchos aspectos, un enemigo», ratificó en una entrevista con su cadena favorita, Fox News, hace unos días.

No en vano, a China le ha impuesto aranceles por valor de decenas de miles de millones de dólares. Su impacto es cuestionable, porque tanto las exportaciones chinas como la balanza comercial siguen escorándose hacia Oriente, pero lo cierto es que incluso empresarios europeos con negocios en China apoyan la cuestión de fondo: hay que plantar cara a Pekín porque se aprovecha del libre comercio fuera de sus fronteras mientras impone restricciones en su mercado interno para favorecer a sus florecientes multinacionales. En el frente económico más cercano, el que incluye a México y Canadá, Trump también ha renegociado el acuerdo comercial NAFTA para propiciar la creación de empleo en casa. Y lo cierto es que los datos económicos, cuando se les resta el impacto del coronavirus, han respaldado sus políticas hasta cierto punto.

En el terreno político y militar Trump también ha protagonizado hitos históricos como las dos cumbres que le llevaron a estrechar la mano de Kim Jong-un e incluso a pisar brevemente suelo norcoreano. Pero, una vez más, también es cierto que el proceso de desnuclearización de la península ha quedado en agua de borrajas y la esperanza se ha ido desvaneciendo. A Trump le da igual, porque sigue utilizando ese acercamiento a Corea del Norte para sacar pecho en sus multitudinaroos mítines. Lo mismo hace con la retirada de tropas de avisperos como Afganistán y Siria, «que cuestan miles de millones de dólares a los contribuyentes». Curiosamente, Trump ha sido un inesperado catalizador para la paz entre Israel y varios países árabes que han decidido establecer relaciones diplomáticas con el país judío en lo que el exmagnate ha denominado «un nuevo Oriente Medio».

Eso sí, la escalada de tensión con China, un enfrentamiento que se considera ya la Guerra Fría del siglo XXI, también se siente en el terreno militar, en el que Trump no ha puesto excesivo énfasis. Las escaramuzas en el Mar del Sur de China se han intensificado y Taiwán se ha convertido en uno de los principales puntos de fricción. Hasta el punto de que una posible invasión de la isla por parte del régimen comunista ha dejado de ser objeto exclusivo de la política ficción para convertirse en una amenaza real. De ahí que el 42% de los taiwaneses, posiblemente la sociedad más progresista del continente, apoyen a Trump frente al 30% que prefiere a Biden.

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