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caroline conejero
Nueva York
Jueves, 1 de octubre 2020, 01:01
Un sentimiento de decepción y vergüenza nacional recorre EE UU tras el primer y caótico debate presidencial en Cleveland que enfrentó el martes a los dos principales candidatos: el presidente Trump y el demócrata Joe Biden. Los dos se desayunaron ayer con una avalancha ... de descalificaciones al cara a cara, etiquetado como un «espectáculo épico nacional embarazoso» y un «nuevo mínimo en la política presidencial».
Repleto de interrupciones, insultos personales e intercambios de argumentos sin sentido, el discurso del líder republicano intimidó al moderador del acto, Chris Wallace, superó sus límites de tiempo e interrumpió repetidamente y en voz alta a Biden. El prestigioso analista político David Smith consideró que el debate fue «el peor en la historia de Estados Unidos» y una «humillación nacional». «El resto del mundo y los historiadores futuros probablemente lo mirarán y llorarán», subrayó, no sin antes advertir que constituye «la primera línea del obituario de EE UU».
Resentido tras las recientes revelaciones sobre sus impuestos y el fracaso de sus negocios, Trump se apoderó del debate, habló constantemente en una especie de monólogo que solapaba las palabras de su oponente demócrata y del moderador, hasta rebajar el nivel al de un 'talk show' de televisión. Incluso se permitió descargar ataques personales extremadamente humillantes sobre Biden y su familia, como los problemas con las drogas de su hijo Hunter Biden, sobre el que Trump dijo falsamente que recibió una baja deshonrosa de la Marina. «No hay nada inteligente en ti, Joe», le espetó.
Ante el acoso asimétrico, Biden mostró autocontrol y firmeza. En un momento lanzó la pregunta del millón: «¿Quieres callarte, hombre?», una frase convertida en eslogan inmediatamente por la campaña demócrata. Antes de concluir el debate ya había camisetas impresas con la pregunta en la calle.
Más información:
Javier Arias Lomo
Miguel Pérez
El inédito espectáculo ofrecido ante las cámaras del canal Fox, nunca ocurrido antes en un debate presidencial en EE UU, ha desembocado en una auténtica crisis sobre la calidad de las campañas y su propio procedimiento. La organización demócrata se cuestionaba este miércoles si Biden debía continuar en los dos próximos debates, que tendrán lugar el 15 y el 22 de este mes. No obstante, a renglón seguido alejó cualquier duda de que el exvicepresidente no se presentaría a ambas citas, previstas en Miami y Nashville.
La que sí tomó nota fue la Comisión de Debates Presidenciales, un organismo independiente creado a mediados de los años 80 para producir y dirigir precisamente estos cara a cara, hasta ahora una tradición obligada en la carrera a la Casa Blanca. La comisión organiza los encuentros y elige a los moderadores y ninguno de los partidos puede inmiscuirse en sus decisiones. Ayer anunció que cambiará el formato de los dos debates restantes tras el caos del primero. «El debate ha dejado claro que debería añadirse una estructura adicional al formato de los debates que quedan para garantizar una discusión más ordenada de los asuntos», explicó en un escueto comunicado, que satisfará a los demócratas. La dirección de campaña de Biden había manifestado previamente su voluntad de pedir unas condiciones más estrictas de participación a Trump.
Ahora, tanto el presidente estadounidense como su oponente deberán esperar a conocer las nuevas reglas del juego; una modificación esperada por los analistas políticos desde la madrugada del miércoles, cuando algunos expertos mostraron sus dudas a que el debate, tal y como se había desarrollado, sirviera para algo más allá del cruce de descalificaciones. Un rumor que circula con insistencia es que el moderador de los actos podría disponer de un interruptor para cerrar los micrófonos ante un exceso verbal.
La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, ya sugirió a Biden que rechazara cualquier debate con Trump, ya que por su comportamiento «nadie debería verse reducido a estar en el escenario con él». En las últimas horas redobló su crítica, aunque aseguró que «es necesario algún tipo de intervención» por parte de su familia o del partido republicano para evitar que el inquilino de la Casa Blanca persista en sus conductas.
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Y mientras tanto, la campaña continúa. Y, con ella, la guerra entre sus principales invitados. El exvicepresidente aprovechó para enviar varios mensajes donde tildó la actuación de Trump de «vergüenza nacional» y recordó uno de sus puntos flacos en el debate: la negativa a condenar la violencia de los supremacistas blancos. Biden insistió en este hecho y urgió a los extremistas a «cesar» sus demostraciones de fuerza
Como respuesta, el presidente acusó al demócrata de ejercer un «débil liderazgo» y de pretender «destruir» el país. Eso sí, también pidió a las milicias de extrema derecha que «dejen hacer su trabajo a la Policía», pero sin denostar el supremacismo.
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