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LUIS J. RUIZ
Santiago de Chile
Viernes, 21 de julio 2017
La segunda edición de las Jornadas Futuro en Español en Chile, que organiza Vocento y la Embajada de España en Chile con el patrocinio de Telefónica y Gobierno de La Rioja, cerraron ayer sus puertas. La sede de Telefónica en el país andino acogió la ... sesión de clausura en la que el lenguaje, la innovación y transformación digital y la ética empresarial fueron los protagonistas. En el inicio de la sesión, el director general de Negocio de Vocento, Iñaki Arechabaleta, demandó la necesidad de «dotar a la empresa de un componente moral que vaya más allá del cumplimiento de la legalidad», mientras que el embajador de España en Chile, Carlos Robles, defendió que «nuestra lengua tiene un futuro en tecnología en ciencia, en investigación, en desarrollo». Además el presidente de La Rioja, José Ignacio Ceniceros, recordó el origen riojano del castellano, la apuesta que hace su Ejecutivo por la investigación y la promoción del español y la necesidad de un «impulso como lengua de comunicación internacional».
José Luis García Delgado, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Complutense, fue el encargado de poner números. De cuantificar su importancia en un mercado global. Lo hizo a partir de los datos del estudio ‘El valor económico del español’ que ha dirigido durante los últimos diez años y que ha alumbrado una obra de 14 volúmenes en la que aborda la dimensión económica del español. «Las empresas, cuando operan en un país con la misma lengua, se llegan a ahorrar hasta el 1% de su facturación anual». Una cifra nada desdeñable cuando, dijo, «estamos hablando de empresas que facturan 45.000 millones».
García Delgado trazó la visión más económica del lenguaje: «Es un bien público que no tiene costes de producción, no es apropiable por quienes lo utilizan, que no se agota por su uso y que cuanto más se emplea mayor valor tiene. Sólo tiene un coste de acceso, el aprendizaje».
«La lengua actúa como una moneda única entre los países hispanohablantes. El español es la moneda única de la América que lo habla», dijo García Delgado, lo que contribuye «a multiplicar por cuatro las relaciones comerciales entre los países y por siete los flujos financieros». Pero aún hay muchas lagunas y retos. Entre otras, destacó el poco peso específico en la comunicación científica, el problema de su escaso estatus en organizaciones internacionales, en Internet o en las industrias culturales. «Hay que desarrollar políticas de Estado y de estados. O sumamos todos o haremos pocas cosas», concluyó.
El trasfondo moral llegó con la mesa redonda sobre ética y buenas prácticas en la gestión de la mano de Juan Jaime Diaz, subdirector de ‘El Mercurio’; Alejandra Mustakis, presidenta de la Asociacion de Emprendedores de Chile; el padre jesuita Fernando Montes, ex rector de la Universidad Alberto Hurtado; y Rolando Medeiros, miembro de la Confederación de la Producción y del Comercio, la patronal chilena.
Tres perfiles que vinieron a coincidir en la necesidad de un cambio para que la actividad empresarial se revista de actitudes humanistas. Y se dote, como expuso Medeiros, de una dosis de empatía a los líderes para, desde la dirección de la empresa, impregnar esos valores éticos al conjunto de la organización. Para Alejandra Mustakis, la realidad de la empresa tradicional arroja un triple problema: «Una falta de diversidad, de diferentes visiones empresariales, una escasa empatía y el predominio de las cifras. Alcanzar unos números, unas cifras, no justifican todos los medios para alcanzarlos». Frente a esa realidad, dijo Mustakis, está el emprendedor. «No parten del número, sino del sueño y eso hace que las cosas sean muy diferentes. La sociedad es más consciente, va a exigir más a todos y encontraremos empresas más sociales que seguirán generando valor económico».
En esa misma línea el padre Montes animó a los empresarios «a soñar alto», pero un sueño que «tenga en cuenta las consecuencias». «Hay una ética de mínimos, la legalidad, que es parcial. Pero la ética es más profunda, es lo nos hace sentirnos más felices y lo que tienen que tener en cuenta las empresas», completó. Por su parte, Medeiros abogó por un cambio en la definición de la empresa: «No es un agente económico sino que cumple un rol social».
El futuro son los datos. Lo dijo Claudio Muñoz, presidente de Telefónica en Chile, lo reiteró José Manuel Laceta, director de Red.es, y lo asumió Natalia Piergentili, subsecretaria de Economía y Empresas del Gobierno de Chile. Eso y la colaboración entre los dos sectores, el público y el privado para evitar que la revolución digital acabe por generar dos clases sociales: los conectados y los marginados digitales. El debate sobre transformación digital y desarrollo tecnológico cerró las jornadas. «Estamos en un cambio de paradigma y también hay que hacer cambios en políticas. Hay que apostar por la gente y hay que democratizar la innovación», apuntó José Manuel Leceta. Pero es una oportunidad. «Estamos al inicio de una revolución y si lo hacemos bien y gestionamos una transición resolveremos desafíos que no hemos podido resolver hasta ahora. Los datos permitirán desarrollar talento», completo Claudio Muñoz, presidente de Telefónica en Chile.
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