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ÓSCAR BELTRÁN DE OTÁLORA
Jueves, 5 de agosto 2021, 14:06
Sandra Sánchez ha conseguido la medalla de oro con uno de los katas más largos y emblemáticos de todos los estilos de kárate que se practican en la actualidad: Chatan Yara Kushanku. Es una forma agotadora, que exige una forma física muy completa ... y que revela la maestría en este arte marcial de quien se atreve a exhibirlo en una competición. Está considerada una de las coreografías de este arte más antiguas -su origen se data en el siglo XVIII- y de ella surgen muchas otras katas.
Todos las formas son un combate imaginario con varios adversarios. Desde el punto de vista del profano, podría tratarse simplemente de repetir una serie de golpes y patas al aire memorizados en forma de rutina. Sin embargo, esa parte es la menos importante en el kárate. Para ganar una medalla de oro, y además en Japón, es necesario mostrar un espíritu de lucha brutal y a la vez controlado. Sánchez ha sido capaz de comunicar ese combate despiadado que solo tiene lugar en la mente del deportista. Su agresiva mirada en la final ya dejaba claro que había interiorizado la gran batalla que representa el kata.
Esta forma, según la mitología, fue creado hacia 1700 por Chatan Yara, uno de los padres del karate de Okinawa, tras haber estudiado en China. 'Kushanku' tiene algunas pecularidades que lo hacen único con respecto a otras formas. Una de ellas es el movimiento que se repite a lo largo de la rutina en la que las dos manos realizan una especie de saludo al sol. Esta es la parte más mística del kata y la que le da nombre ya que ese gesto se denomina 'kushanku' o 'kanku'. Además, en su parte final tiene un salto en el que el practicante cae al suelo y se agazapa como un depredador.
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Las leyendas atribuyen distintas finalidades a esa técnica: desde una forma de deshacerse de un rival a un gesto destinado a burlar a un enemigo en un combate nocturno. Independientemente de la mitología, es un momento del kata que pone a prueba la capacidad física del karateca. Con más de sesenta movimientos, una de las exigencias de 'Kushanku' es saber descansar unos segundos entre golpe y golpe para no terminar extenuado sobre el tatami y perder toda la marcialidad que exige la coreografía.
En este sentido, Sandra Sánchez ha terminado la forma con una actitud mucho más impetuosa que su rival. Pero también ha dado una lección de 'kimé'. Esta palabra japonesa representa algo complicado de explicar que engloba la potencia que la karateca es capaz de desarrollar y la contención que puede demostrar Es algo así como revelar al público el poder destructivo de las técnicas pero desde el autocontrol. Un maestro definía este momento como el 'kiai (grito) del kimono'. No es el deportista el que exclama sino que el traje, en los movimientos de combate, se desplaza mínimamente sobre cuerpo pero con tanta potencia que la tela restalla como un látigo. El 'kimé' se exhibe en el sonido que hacen las mangas del uniforme cuando la inercia las arrastra después de un puñetazo al aire. El 'kimé' de Sánchez ha sido espectacular durante la final. A veces parecía que su ropa podría derribar un árbol. Ese es el espíritu que le ha llevado a la victoria.
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