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Treinta clásicos focalizados en el mediático pulso entre Leo Messi y Cristiano Ronaldo generaron un sentimiento de orfandad con la marcha del luso a la Juventus en el verano de 2018. Nueve campañas después del aterrizaje en Chamartín del artillero de Madeira, el Real ... Madrid perdía a su jugador franquicia y quedaba atrás una rivalidad para la historia. La espantada tuvo un efecto devastador para los blancos, sumidos en una profunda depresión cuyo punto álgido fue la goleada en el Camp Nou que cercenó a Julen Lopetegui.
Aquel fue el primer pleito desde 2007 entre los irreconciliables adversarios que no veía desfilar a ninguno de los cracks que han marcado el paso de culés y merengues en el presente siglo, ya que el rosarino se lo perdió por lesión. Una ausencia que elevó el grado de humillación infligida al cuadro capitalino. Sin su 'dios', el Barça descuartizó a un contrincante desnortado que buscaba nuevo estandarte. El devenir del curso cubrió ese vacío de poder con el ascenso de un heredero que reclamó el trono a base de goles y liderazgo: Karim Benzema.
El francés y el argentino comparecerán este miércoles en el fortín azulgrana como indiscutidos referentes de dos escuadras que se aferran a su afinado olfato e inagotable talento para dar un golpe de autoridad en un apasionante mano a mano que les cita igualados en la cima del campeonato merced en gran medida al arrollador ritmo anotador del '9' blanco y el '10' blaugrana. Empatados en la lucha por el Pichichi, con doce dianas por cabeza, su pelea individual refleja el equilibrio colectivo de los transatlánticos del fútbol patrio.
Con el unánime aplauso del barcelonismo contó siempre Messi desde que Frank Rijkaard le diese la alternativa en un amistoso frente al Oporto de José Mourinho en la inauguración de Do Dragao. Contaba 16 años y acumulaba tres en La Masia. Le aguardaba un futuro glorioso que con el paso de los años se ha plasmado en cuatro títulos de la Champions, diez de Liga, seis de la Copa el Rey, ocho Supercopas de España y tres de Europa, tres Mundiales de Clubes, seis Balones de Oro, seis Botas de Oro, un FIFA World Player, un FIFA The Best, seis Pichichis de la Liga, seis veces máximo goleador de la Champions y dos premios de la UEFA al mejor jugador de Europa, entre otros laureles.
Máximo goleador histórico de la Liga y segundo en la tabla de realizadores de la Champions, para muchos es el mejor futbolista de todos los tiempos y nadie puede negarle la condición de jugador con mayor impacto en los anales de un club como el Barça que ha visto transitar a astros del calibre de Ladislao Kubala, Johan Cruyff o Diego Armando Maradona.
Hay un antes y un después del advenimiento de Messi en Can Barça. Es el Sol en torno al que orbitan los planetas. Su presencia como abanderado de una época de esplendor azulgrana ha sacudido el balance de los clásicos, con un efecto demoledor del que no puede vanagloriarse Benzema: 26 tantos en 41 choques ante el Real Madrid saldados con 19 victorias para las huestes del rosarino, diez empates y doce triunfos de los blancos. Números adornados por un puñado de estampas indelebles como aquella tendiendo en abril de 2017 su camiseta al Bernabéu cual capote tras clavarle el estoque al 'miura' blanco en un enfrentamiento que reabrió esa Liga que terminaría embuchando el equipo de Zidane en la última jornada.
Ni siquiera precisó de pretemporada para ponerse en plena forma de cara a una campaña en la que va de nuevo embalado hacia el que sería su séptimo Pichichi. Una lesión de primer grado en el sóleo de su pierna derecha en el primer entrenamiento a vuelta de vacaciones le dejó al margen de la gira blaugrana por Estados Unidos. Una recaída a finales de agosto retrasó su vuelta hasta mediados de septiembre, cuando se estrenó en el envite de Champions frente al Borussia Dortmund. Disputó 31 minutos y otros 45 contra el Granada en Liga. Ante el Villarreal ya fue titular, pero se retiró al final de la primera parte con problemas en el abductor de la pierna izquierda. Otros ocho días en el dique seco y un regreso frente al Inter que devolvió al Messi de siempre: catorce dianas en trece partidos.
«Benzema es como el Messi del Real Madrid. Cuando Cristiano falta no se nota, pero cuando no está Benzema, sí», dijo hace un par de años el exdelantero Javi Moreno, curtido en La Masia y que hizo carrera en equipos como Alavés o Atlético. Incidía en el papel ventricular del lionés en el juego de los blancos, alfa y omega por su sentido asociativo como lo es el argentino en el del Barça.
El clásico, a fondo
Cristian Reino
Rodrigo Errasti Mendiguren
En permanente estado de sospecha desde que Florentino Pérez le reclutase en 2009, el ariete al que José Mourinho comparó con un gato ha mutado en rey de la selva desde su 'divorcio' con el cañonero cuya voracidad opacaba todo. Consumada la ruptura de una sociedad determinante en el amarraje de cuatro 'orejonas', el reparto de bienes favorece al punta del Real Madrid, que suma 46 goles y ha repartido 17 asistencias en 74 partidos disputados desde la fuga de Cristiano, por las 39 dianas y doce pases de gol a los que ha imprimido su sello el atacante de Funchal en 62 encuentros de 'bianconero'.
Cristiano ha perdido filo sin su socio predilecto, que ruge como nunca lejos del portugués. Ya no se dedica a generar espacios para el quíntuple ganador del Balón de Oro y servirle bolas en bandeja de plata sino que habilita a otros compañeros y aprovecha cada resquicio para ajusticiar con frialdad. «Ahora soy el líder del ataque. Antes jugaba en función de Cristiano», reconocía en febrero a 'France Football'.
Más fino, ha alcanzado la estabilidad emocional y se ha convertido en un líder carismático que ejerce de guía para la camada de jóvenes talentos que se hornean a su vera. «Está madurando y creo que eso es lo que marca la diferencia», subrayó hace poco Zidane cuando se le interpeló por el extraordinario rendimiento de un futbolista al que en abril describió como «el mejor delantero del momento».
A sus doce goles en Liga esta temporada agrega otros cuatro en la Liga de Campeones, de la que es cuarto máximo anotador histórico con 64 dianas, a siete ya de otro mito blanco, Raúl González. Ahora le aguarda el reto más formidable que puede haber sobre un rectángulo de juego: hacer claudicar a Messi en un clásico.
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