La grada culturalista disfrutó de la victoria de su equipo. Peio García

Un derbi de altas pulsaciones

La grada se involucró con el partido, participando a su manera en el partido generando un ambiente de fútbol, de tensión y de polémica que acabó con festejo local

Domingo, 27 de octubre 2024, 19:42

Cómo cuesta movilizar a la gente leonesa. Es difícil. Va con el carácter leonés, para muchas cosas pasivo, resignado, casi indolente. Es, quizá, fruto de años y años de decepciones a todos los niveles, especialmente a nivel político.

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Pero si hay algo que está consiguiendo que los leoneses se muevan últimamente es el fútbol. El raciocinio queda a un lado cuando se habla de sentimientos, de pasión, de emoción. Y el derbi, ese duelo de máxima y sana rivalidad entre Cultural y Deportiva Leonesa y Sociedad Deportiva Ponferradina les hace movilizarse.

No es fácil en León congregar a 13.000 personas en un mismo lugar. Y que muchas más se hayan quedado sin haber podido estar ahí simplemente por falta de aforo. El fútbol tiene algo que ha sacado al leonés de su letargo.

La fiesta del fútbol provincial

Con una previa que ya empezó en el casco histórico de la ciudad, con las aficiones divididas por la calle Ancha - bercianos en el Romántico, culturalistas en el Húmedo -, el partido se fue preparando. El plato principal era, evidentemente, el fútbol. Cánticos en el centro, corteos hasta el estadio, recibimiento a los jugadores... todo formaba parte del atrezzo de la fiesta del fútbol leonés.

Dentro del estadio, los cánticos y los piques se dieron antes del inicio del partido. La grada blanquiazul lanzó los primeros 'piropos' a la grada local a la par que los jugadores visitantes arengaban a sus hinchas. Los culturalistas respondían con un '¡Cultural, alé!' lanzado al unísono. El himno de León, que puso los pelos de punta a los que más sienten la tierra como suya, fue el pistoletazo de salida al partido.

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El partido se calienta

El ambiente estaba tranquilo. Demasiado tranquilo para ser un derbi. Y todo el mundo que antes de la tempestad, está la calma. Es un tópico, un dicho que tuvo toda la razón en este derbi. Morillo Turrión, el árbitro del partido, expulsó a Mula en el ecuador de la primera mitad. Y todo explotó, también condicionado por el exceso de revoluciones del banquillo ponferradino.

El público la tomó con los bercianos - más si cabe - y la afición blanquiazul también alzó la voz para defender a los suyos. La tensión que había en el verde se trasladaba también a la grada, con los corazones al máximo de palpitaciones.

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El césped y la grada eran vasos comunicantes. La temperatura de los jugadores era la misma que la de los hinchas. Las protestas, los silbidos, los gritos... estaban a la orden del día. Cada caída, cada enfrentamiento o cada choque era motivo de aumeno de decibelios también en la grada.

La grada también juega

Y si esto era así, imaginénse con un gol. El de Luis Chacón se escuchó, seguro, fuera de las fronteras de la capital leonesa, puesto que fue un estallido de pasión culturalista a la par que las caras de decepción poblaban la mitad del fondo norte, donde se ubicaba la afición blanquiazul.

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Y comenzó a escucharse más a la afición local con gritos como «¡Que bote el Amilivia!» que mostraban que la fiesta era culturalista en esos instantes. Y también los tradicionales 'olés' ante los que Llona mostró su rechazo desde el banquillo: el riojano no quería calentar más el banquillo.

Con el 2-0, de Escobar, se volvió a superar el límite de decibelios en el Reino de León. Y fue una acción polémica, en la que Andrés Prieto subió a rematar un córner y dejó la portería vacía. Eso dio pie a que la afición local bromeara con el portero con esa acción, al grito de «¡sube, sube!». El meta respondió besándose el escudo mirando a la grada culturalista.

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Con el final del partido, llegó el festejo local, amenizado por la canción de la plantilla culturalista, 'La morocha', mientras que la afición blanquiazul aplaudía a los suyos por la entrega y el derroche de carácter que no tuvo un premio.

Un derbi de toda la vida, de los que están plagados de tensión, emoción y polémica, volvió a León. Y que sea así por muchos años más, a poder ser, en categorías superiores.

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