«Mi gente me decía que no viniera a la Cultural, que era difícil triunfar siendo de la tierra»

Es el símbolo de culturalismo de la generación de culturalistas de los 80 y los 90. Santi Santos se ganó con corazón y entrega el alma del culturalismo más reciente, siendo el buque insignia del club – no sólo deportivo – en la última gran crisis institucional de la Cultural y que estuvo a punto de acabar con la historia de la entidad leonesa.

Ahora, ya como exjugador, recuerda aquella época con añoranza y con orgullo al ver cómo el club se ha levantado: «La Cultural, ante todo, es perseverancia».

Para el central natural de La Virgen del Camino, la Cultural es «casa», pero también «pasión y sufrimiento», algo que ha experimentado en primera persona desde que entró en la cantera del club leonés o fue recogepelotas en La Puentecilla.

Rememora con cariño ese primer recuerdo con la Cultural, estando de recogepelotas en una fase de ascenso ante el Cádiz, Barça B y Real Madrid B en la temporada 1997/98: «El ambiente era increíble, fue algo que me marcó».

Santi Santos se fue a las canteras del Real Oviedo. Celta y el Real Valladolid para seguir creciendo como futbolista hasta que regresó en el curso 2008/09 a León, a su Cultural, con la que se estrenó con un 2-0 ante el Barakaldo en el Reino de León. «Acabamos jugando playoff en una temporada de gran nivel colectivo. Jugué mucho y el equipo fue segundo», rememora Santos, en un curso que acabó con aquella desdichada fase de ascenso ante el Sabadell.

Otro de los recuerdos que tiene presente el central leonés es que su gente cercana no le aconsejaba fichar por la Cultural cuando se presentó la oportunidad: «Me decían que no viniera, que era difícil para los jugadores de la tierra triunfar y tener reconocimiento en casa. Pero siempre me he guiado más por el corazón y sentía que estaba preparado. Creo que salió bien y tengo la conciencia muy tranquila».

Se fue al Cartagena, a Segunda, para regresar un año después a una Cultural en estado de autodestrucción institucional, con momentos muy duros como los meses en los que la plantilla estuvo sin cobrar, con una amenaza de huelga de los jugadores en la temporada 2010/11 y aquella imagen simbólica en Zamora con el equipo iniciando el partido con una rodilla hincada en el suelo en señal de protesta.

«Merecía la pena pelear por la Cultural. Estaba en ese barco y me sentía responsable junto a otros como Diego [Calzado] o Esaú para llevar el club a buen puerto. Fue una temporada durísima, tratando de convencer a los compañeros para jugar como única vía de supervivencia. Se sacó adelante, y, ahora, veo al equipo estabilizado y en Primera RFEF y siento mucho orgullo», explica.

Porque para Santi Santos, ser capitán de la Cultural es un orgullo, pero también una responsabilidad y le tocó este rol en un momento complicado que, a la postre, le preparó para la vida cotidiana.

Volvió a salir de la Cultural, rumbo al Real Unión, pero llegó para una temporada clave, en Tercera. El equipo, tras un curso en esta categoría, logró volver en un agónico playoff, a Segunda B. «Creo que no le damos la importancia suficiente a ese momento. Creo que fue crucial para que llegasen inversores a la Cultural y, sin él, no estaríamos donde estamos ahora».

Fue, para Santos, un punto de inflexión porque, insiste, «el proyecto dudo que aguantase otro año en Tercera», con un equipo formado por mucha gente leonesa que «se implicó para que todo saliera bien». «Todos teníamos en la cabeza el ascenso», insiste el exjugador, recordando aquel ascenso ante el Universidad de Oviedo de junio de 2013.

Después de todo lo vivido, en temporadas donde «sólo pensábamos en el día siguiente y en poder acabar las temporadas a nivel deportivo e institucional», el Centenario nunca estaba en su cabeza, por lo que valora mucho la estabilidad en todos los ámbitos que vive el club. «La tranquilidad institucional y la estabilidad es fundamental para que el trabajo salga adelante. No le pido más al futuro del club».

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