La Cultural ya es centenaria: una historia de leyenda

Es un club que por su gloriosa historia, se ha hecho respetar. No exenta de sufrimiento, de penurias, de momentos de zozobra. Pero bien dice el refranero popular, siempre tan sabio y tan acertado, que lo que no te mata, te hace más fuerte.

Esa capacidad de resistencia y resiliencia ha llevado a la Cultural y Deportiva Leonesa a cumplir 100 años. Nada más y nada menos, un siglo de vida desde que se disputara aquel primer partido de su historia el 5 de agosto de 1923 en el campo de El Parque, en lo que hoy es el paseo de Condesa.

Aquella reunión en el Casino de León un año antes, en abril de 1922, que fue el germen de un club, la Cultural y Deportiva Leonesa, que no sólo abarcaba el fútbol – era una actividad, incluso, menor -, sino que incorporaba excursiones y rutas culturales y deportes como la gimnasia y el ciclismo es hoy orgullo y bandera de León.

Cientos de historias, de anécdotas y de personas han defendido sus valores y sus ideas. Porque el fútbol, dicen aquellos que no sienten ninguna pasión por él, son 22 personas corriendo detrás de un balón. Pero lo que corren no son únicamente las piernas de los futbolistas, también los sentimientos y las emociones de quienes juegan el partido desde la grada.

Y, durante 100 años, el fútbol corre por el sistema sanguíneo de León. Varias personalidades de la historia de la Cultural se reúnen con leonoticias con un único fin: tratar de expresar qué es la Cultural.

Porque el fútbol, al fin y al cabo, es más que un deporte, es un sentimiento, donde lo abstracto y lo tangible se dan la mano, donde una jugada para uno es una maravilla y, para el de al lado, un desastre, porque lo que para unos es un momento de éxtasis para otro es una decepción tan profunda como el amor que un aficionado puede sentir por sus colores.

Por ello, y con una serie de sencillas preguntas, no con una respuesta acorde a la simplicidad de la cuestión, distintas figuras con un peso importante en la historia del club, tratan de explicar qué supone la Cultural para ellos y para León.

Es un sentimiento transversal en la sociedad leonesa, que recorre generaciones y generaciones. Raúl Álvarez, integrante de la histórica plantilla que jugó en Primera División, define a la Cultural como «el equipo de León» y unos colores que siente «como exjugador y como leonés».

Otro jugador con mucho peso a finales del siglo XX, Luis Ballesteros, afirma que la Cultural es «lo más grande» para cualquier niño de León: «Sigue siendo mi equipo, el equipo de mi ciudad, y siempre lo será». Más directo es Santi Santos, futbolista entre 2008 y 2016 en tres etapas distintas: «Es mi casa». También en esta línea se manifiesta Santos Morilla, entrenador de distintos equipos de la base desde 1972, que señala que «lo significa todo para mi».

El socio número 2 de la Cultural, Matías Mata, que señala que no se pierde «ni un partido» de su equipo, considera al club leonés como «si fuese mi familia». No en vano, su vinculación con el escudo del león rampante ya tiene más de 76 años de vigencia, desde 1947. Un vínculo similar tiene el exjugador Paco Villafañe, cuya historia con la Cultural se inició cuando él tenía diez años: «Me casé con una mujer de familia futbolera, de la saga de César Rodríguez - exjugador del Barcelona y la Cultural - y Severino, y después mi hijo César Villafañe».

No sólo es un sentimiento importante para aquellos que tienen una vinculación importante con el club, también para la ciudad y la provincia entera. Así lo expresa Raúl Álvarez, que considera a la Cultural un equipo «para sufrir y alegrarte» con una afición que «está viva cuando el equipo responde».

Ballesteros considera que debería ser «un aliciente para la ciudad cada 15 días» y Santi Santos espera que suponga «algo mucho más importante de lo que hoy en día es». Villafañe cree que esa simbología para el leonés depende, en parte, del momento del equipo, pero cree que fuera de la provincia es un club «muy bien considerado, que siempre tiene aficionados allá dónde vayas».

El socio número 2, Matías Mata insiste en ese sentimiento de ser «una parte más de su familia» mientras que para Santos Morilla insiste en que tiene que ser «lo más» ya que «representa a León y todos tenemos que querer a la Cultural».

Y, ¿cómo expresar ese sentimiento? Aquellos que más de cerca lo han vivido, que más instalado en su corazón lo han tenido, responden. Raúl Álvarez califica al culturalista de «sufridor» pese a las satisfacciones que «alguna vez» también recibe.

Luis Ballesteros lo califica de «gozada» e «ilusión», mientras que Santi Santos pone más calificativos: «Pasión y sufrimiento». En este sentido, Santos también destaca la «perseverancia» para salir siempre a flote. Villafañe, por su lado, apela al sentimiento de «unión» que ha vivido como futbolista y como aficionado de la Cultural, lo que siempre genera un «cóctel» para que todo funcione.

Más hacia el corazón apunta Mata, que insiste en que es una «alegría» por el simple hecho de poder ir a ocupar su butaca en el Reino, mientras que Morilla apunta al apelativo de «ilusión», que es lo que ve en los ojos de los cientos de niños que han pasado por sus equipos en la cantera culturalista.

Parafraseando a aquella campaña publicitaria del Atlético de Madrid en la que un niño preguntaba 'papá, ¿por qué somos del Atleti?', estos protagonistas responden a la misma cuestión, adaptada a la Cultural. Raúl Álvarez cree que todos esos avatares de la vida que ha sufrido la Cultural han enganchado y llevado a la gente a su redil, a apoyarla y empujarla.

Ballesteros es más directo y coloquial, «nos va la marcha», y pone en valor cómo se vuelca la ciudad en las grandes citas, como la reciente temporada en Segunda División del club. Santi Santos compara la relación entre afición y Cultural con una relación de adolescentes: «Siempre te enganchas al más malo o a la más mala de clase y en este caso te enganchas a un club que te hace sufrir. Es un sentimiento que ha pasado de generación en generación y va marcando y enganchando».

Algo similar expresa Santos Morilla, que afirma que por el simple hecho de ser de León se siente parte de la Cultural: «Es un orgullo. Más aún cuando has trabajado en el club y se ha valorado tu labor».

Matías Mata no tiene una respuesta clara a esta pregunta, pero sí recuerda cómo su hermano le pagó el primer abono cuando, desde su San Martín del Agostedo, se mudó a León para ser su «chico» en la pescadería: «Y hasta hoy. Y todo el que está a mi lado lo lleva también muy adentro».

Cambiando la tradición de regalar a aquel que cumple años, es en este caso la 'cumpleañera', la Cultural, a la que le piden un regalo. Luis Ballesteros y Raúl Álvarez coinciden en lo deportivo, en pedir el ascenso: «Ojalá podamos tener un equipo 'guapo' y volver a Segunda», señala Álvarez, mientras que Ballesteros, que tiene muy reciente el último salto de categoría, quiere volver a vivirlo: «Fue un auténtico boom».

En esta misma línea se manifiesta Villafañe, que sabe que el ascenso es «complicadísimo», pero espera que llegue cuanto antes: «Sería fenomenal».

Por su parte, Santi Santos pide por lo institucional: «Me gustaría que hubiera estabilidad y tranquilidad, dentro y fuera del club, con un buen ambiente y un apoyo total de la ciudad». Santos Morilla también apela a un deseo más 'ambiental' y reclama que el aficionado culturalista «venga y anime de verdad»: «Todos queremos ascender a Segunda, pero para eso necesitamos paciencia e ir todos de la mano».

El mensaje más emotivo es el del socio número 2 de la Cultural, Matías Mata, que no pide nada a la Cultural más allá de «la alegría de poder seguir viviendo los partidos y animar a mi equipo».

Con una amalgama de sensaciones, de vivencias, de experiencias y de recuerdos, la Cultural llega al siglo de vida. Un siglo de luces, sombras pero, sobre todo, amor al fútbol y a León y amor a un escudo que, más allá de lo que dicte el balón, tiene el poder de reunir a buena parte de una provincia en torno a un sentimiento.

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