Más de 250 tipos de setas se exponen en León para «ayudar a diferenciar comestibles y tóxicas»

Llamaba la atención el contraste. Era como pasar de la ciudad al campo en apenas 20 metros. Expuestas en mesas bajo los soportales del patio del Palacio de los Guzmanes, con un aspecto rudimentario y simple, estaban más de 250 especies diferentes de setas que se pueden encontrar en las montañas de León.

Abarrotadas todas ellas de curiosos que trataban de dilucidar entre ellos cuál era la más venenosa y por qué. «Esa es más rojiza, tiene pinta de ser venenosa», comentaba un hombre a su mujer sin percatarse de que bajo una gama de colores se clasificaban todas y cada una de las setas expuestas según su condición de comestible o no.

En verde las comestibles, en azul «sin interés», en naranja las tóxicas y en rojo las mortales. Tal cual las habían cogido durante las jornadas del viernes 8 y sábado 9 de noviembre estaban delicadamente mostradas. Con barro, sucias y con un aspecto que no es que fuera muy apetecible. Tampoco ese era el objetivo. Premiaba más el exponerlas junto con su nombre científico que el hecho de la presentación en sí.

Se trataba de una actividad más bien visual, prueba de ello era la mayoría de interesados que se habían acercado: apenas un puñado de gente tenía conocimiento sobre lo expuesto. Sin embargo, por ahí estaban brujuleando diversas personas pertenecientes a la Asociación Micológica de León, entre las que se encontraba José María Escapa, su presidente, que explicó a este periódico la riqueza de la provincia en este ámbito: «Aquí hay bosques mediterráneos y siberianos porque estamos justo en ese punto, lo que hace que seamos de los más ricos de España y de Europa en biodiversidad de setas».

Unas 40 personas recogieron las setas expuestas en la mañana dominical en montes ubicados «desde El Bierzo hasta la montaña oriental», de forma que había setas típicas de bosques de castaños, de robledales, de encinares, de hayedos... «Hay muchas setas que viven en simbiosis y sólo conectan con un tipo de árbol, hay otras que son comunes para todos los hábitats», explica Escapa. «Las setas aquí están separadas por tipos, las que son más parecidas se juntan para ver mejor la diferencia entre ellas por si algunas parecidas resulta que son una comestible y otra tóxica pues saber diferenciarlas».

La gran mayoría del producto expuesto tenía, como mínimo, la tarjeta azul que advertía su toxicidad, si bien un buen ramillete eran comestibles y unas pocas poseían la pegatina roja indicando su peligro de mortalidad. Los síntomas y las intoxicaciones son muy variadas, aunque destacan las leves con trastornos gastrointestinales, la orellánica (que tardar en hacer efecto entre dos y tres semanas mientras te destroza los riñones) y la sudoriana, de las más peligrosas: «Empiezas a perder mucho líquido, sudas y lloras muchísimo», explica Escapa, sin olvidar el destrozo de hígado que producen las amanitas phalloides.

Así, una gran parte de las setas serán utilizadas por la Facultad de Veterinaria de la Universidad de León para diversos proyectos, mientras que las tóxicas y mortales se devolverán a sus correspondientes bosques para cerrar una semana micológica para el recuerdo «en una de las mejores temporadas de setas que se recuerdan en León en la última década».

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