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Las palabras del administrador general de la Catedral de León, Mario González, a cuenta del viaje y posterior 'cambiazo' que sufrieron algunas piezas del rosetón de la seo leonesa en Barcelona no encuentran respaldo en el mundo de los expertos en vidrieras. Una falta ... de apoyo que no solo se ha quedado en el aparente rechazo, sino que ha supuesto un importante malestar incluso en el Corpus Vitrearum nacional, donde han valorado incluso enviar un comunicado para desmentir esta teoría.
Como se recordará, Mario González mantuvo ante los medios que algunas piezas «pudieron ser cambiadas» durante la restauración llevada a cabo por Antoni Rigalt en el siglo XIX.
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Los expertos consultados coinciden en que fue Rigalt el 'alma mater' de la restauración... Pero no confirman que las piezas viajaran a Barcelona. «Todo lo que hizo Rigalt fue seguir las directrices marcadas por el arquitecto Juan Bautista Lázaro», manifiesta Nuria Gil, doctora en Historia e Historia del Arte por la Universidad Rovira i Virgili y experta en la obra de Antoni Rigalt, sobre el que basó su tesis.
nuria gil, doctora en historia del arte
Así, Nuria Gil recuerda que en la revista 'Arquitectura y Construcción', una prestigiosa publicación editada en Barcelona, se encuentra desgranada la restauración del rosetón en varios artículos de principios de 1901 firmados por Vicente Lampérez, arquitecto auxiliar de las obras de restauración de la Catedral de León, en los que se sostiene que todos los trabajos se hicieron en León.
Aunque evita ser categórica, la también doctora en Historia del Arte, la leonesa Arantxa Revuelta, experta en esta restauración, señala que la idea del traslado en 1895 se contradice «si se tiene en cuenta que el 28 de agosto de 1894 el rosetón ya estaba ocupando su lugar».
Arantxa revuelta, experta en la restauración de la catedral
Sea como fuere, estos trabajos fueron capitales en las restauraciones vividas por la Pulchra Leonina. «La restauración de las vidrieras durante la segunda mitad del siglo XIX fue una parte importantísima dentro del complejo proceso de restauración integral llevado a cabo en la Catedral de León, desde 1859, en que comenzaron las obras, hasta 1901, fecha en que se dieron por finalizadas, con la reapertura del templo al culto», apunta Arantxa Revuelta.
Según la investigación de Revuelta, el problema de restauración que presentaban las vidrieras se centraba en dos aspectos: «uno, la reparación y reposición de los vidrios que faltaban en las vidrieras antiguas y el otro, la elaboración de las vidrieras nuevas para los numerosos huecos de ventanales que carecían de vidrios».
Si bien, la restauración propiamente dicha de las vidrieras fue llevada a cabo por los arquitectos Juan Bautista Lázaro y Juan Crisóstomo Torbado, siguiendo los estudios e informes realizados y la metodología marcada por Demetrio de los Ríos, «ya desde los inicios de las obras, fue una constante preocupación de los arquitectos anteriores».
En 1887, una vez que las obras de restauración de las fábricas del edificio estaban muy avanzadas, De los Ríos retomó el tema de la restauración y reposición de las vidrieras. «Éstas habían sido ya retiradas de sus huecos y almacenadas en dependencias de la torre norte de la Catedral y la labor llevada a cabo por este arquitecto y el empeño que puso en acometer la obra de restauración de las vidrieras fue trascendental para sus sucesores», según Arantxa Revuelta.
En el apartado de restauración de vidrieras «y en consonancia con la Real Academia de Bellas artes de San Fernando», Demetrio de los Ríos insiste en que las vidrieras antiguas no salieran de León, para «evitar pérdidas irreparables», de tal manera que se estableció que se encargara a la «industria nacional».
Teniendo presentes los estudios de Arantxa Revuelta, en junio de 1892 ocupó la dirección facultativa de las obras el arquitecto Juan Bautista Lázaro, junto con Juan Crisóstomo Torbado, como arquitecto auxiliar. «Ellos dos serán los que acometan materialmente la restauración de las vidrieras de la Catedral de León, siguiendo los planteamientos de su antecesor, Demetrio de los Ríos».
Así, la profesora leonesa apunta a que «el personal que trabajó en el taller fue instruido en el arte de la vidriera por el vidriero catalán Antoni Rigalt y tuvieron una relevancia especial los pintores Guillermo Alonso Bolinaga y Alberto González».
* Desde 1892 hasta 1894: Diferentes pruebas realizadas con casas extranjeras y españolas. La restauración del rosetón occidental se incluye dentro de esta primera fase.
* Desde 1894 hasta 1897: Restauración de las vidrieras existentes
* Desde 1899 hasta 1901: Realización de las vidrieras nuevas.
Para realizar este trabajo «se contó con el asesoramiento de Antoni Rigalt que desde finales del año 1892 estuvo en contacto con el arquitecto director de la Catedral de León, como así se confirma en varias cartas de porte de 'Antoni Rigalt y Cía.' de Barcelona, en donde se refleja el envío de cajas de vidrio plano, que no de vidrieras, pues la empresa de Rigalt suministraba por toda España, vidrio y plomo, así como grisallas».
Su participación en el templo se hizo más activa desde junio de 1893 que aparece como aparejador dentro del apartado de 'Obras de restauraciones parciales', hasta diciembre de este mismo año que su nombre, también como aparejador, se incluye en 'Obras de conservación'.
Como apunta Revuelta, en julio de 1896 pasó a la sección de 'Obras de reparación de vidrieras' y ahí se mantuvo hasta septiembre de 1898. «Cobraba en torno a 162,50 pesetas por 25 días trabajados al mes y su papel fue fundamental en la formación del taller, donde se aplicaron todas las pautas señaladas en sus escritos».
En este sentido, la experta señala que «en los años en los que estuvo trabajando en la Catedral se realizó la parte que, personalmente considero más complicada, ya que es la marcada en el proyecto de 1894 'Proyecto de reposición de las vidrieras antiguas en la zona de la nave alta' la recuperación que a mi juicio, excelente, del conjunto medieval más importante que ha llegado a nuestros días», apuntando a la clave de la cuestión: «Antoni Rigalt forma a los vidrieros en León y no son los vidrieros leoneses los que se trasladan a Barcelona».
Dentro de los primeros ensayos aparece la realización de paneles de vidriera totalmente nuevos guiándose únicamente por los dibujos o copias de vidrieras que habían sido realizados por Demetrio de los Ríos, «con lo cual, lo único que se traslada fuera de León en estos momentos son esos dibujos».
Concretamente, «se eligieron tres dibujos de paneles de 0,75 centímetros de diámetro que pertenecían al rosetón norte y que se llevaron a la Exposición de Industrias Artísticas de 1892 y en enero de 1893 se trajeron a León para compararlos con los originales. Los resultados de esta comparativa no fueron positivos desde el punto de vista de tonalidad y perfección».
Pero para solucionar el problema, «resolvieron la operación con calcos a tamaño real de los paneles que mejor se conservaban de una de las vidrieras altas del lado norte. A partir de dichos calcos se realizó una copia de la vidriera con vidrios nuevos y se colocaron en el viejo los que faltaban, dando un resultado notable que impedía distinguir las reparaciones si no era con un detenido examen», confirma Arantxa Revuelta. Una de las casas que participó fue la Casa Mayer de Alemania en el año 1893.
1º Reponer el emplomado de paneles antiguos bien conservados.
2º Reponer plomos y vidrios en paneles medianamente conservados.
3º Rehacer paneles deshechos aprovechando los elementos antiguos y añadiendo los nuevos que les faltaban.
4º Hacer paneles totalmente nuevos, tanto ornamentales como de figuras.
Los excelentes resultados de la segunda fase fueron presentados a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1897, mostrando los estudios realizados para la restauración de las vidrieras. La resonancia pública a nivel nacional que alcanzaron estos trabajos de vidriería realizados en León, fue de un trascendental alcance, calificándolos la prensa nacional de «una verdadera resurrección de un arte olvidado en España».
Juan Bautista Lázaro recibió la medalla de primera clase otorgada por el Jurado de la Exposición y un accésit de la Real Academia de la Historia por la Monografía presentada acerca de la pintura sobre vidrio, que había presentado al concurso público convocado por la Academia.
Respecto al plomo y a la calidad del mismo, «debemos considerar que en la Catedral de León encontramos varios tipos de plomos en sus vidrieras, algunos anteriores al siglo XIX pero en una cantidad muy pequeña».
En la primera fase, entre 1892 y 1894, «los plomos del siglo XIX existentes en la Catedral de León eran suministrados por empresas nacionales, entre las que estaba la de Rigalt». Este plomo «no es que fuese de mala calidad sino muy puro», como apunta Revuelta.
Una vez que comienza la segunda fase correspondiente a la restauración de las vidrieras, las cuales debían desemplomarse y volver a emplomar completamente, «el taller de la Catedral realiza también el fundido del plomo». Es decir, «el plomo antiguo anterior al siglo XIX era fundido para obtener nuevamente plomo, incorporando entre otras sustancias el estaño antiguo por lo que no resultaba tan dúctil y es por ello por lo que parece más resistente».
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