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Este arte es curioso pero también natural y emocionante IRENE DE CELIS

El turismo de trashumancia llega a León

Voluntarios que invierten sus vacaciones en disfrutar de las labores de pastoreo mientras ayudan a que este tipo de iniciativas no se pierdan

Miércoles, 28 de junio 2023, 08:13

¿Playa, montaña o trashumancia? Esta es la nueva pregunta que se puede hacer después de que la Asociación Amigos de la Trashumancia haya puesto en marcha una iniciativa a través de la cual personas voluntarias acompañan a los pastores que buscan tierras donde su ... ganado ovino pueda pastar.

Manuel Parreño, valenciano pero descendiente de la localidad leonesa de Santa Cristina de Madrigal, es uno de los fundadores de esta iniciativa. Su amor por el arte de la trashumancia llegó hace unos años cuando viajó a Georgia para acompañar a unos pastores. «Se transformó en una experiencia que me gustó mucho», puntualiza.

Ahora ha realizado una de las etapas que un pastor cacereño realiza, acompañado de sus 1.700 ovejas, hasta Riaño en busca de agua. «Así reivindicamos, también, el concepto de trashumancia y lo relacionado con las cañadas».

Y es que este arte es curioso pero también natural y emocionante. Es conocer un mundo más auténtico y rural desde dentro, convirtiéndose en pastor, guiando a las ovejas en su viaje. No hay que olvidar que esta forma de vida ha sido declarada Patrimonio Cultural Inmaterial, una actividad milenaria que se conserva desde la época de los celtíberos y que alcanza su mayor apogeo en la época de la Mesta.

Conocimiento

Quienes se unen a esta iniciativa también conocen la gastronomía pastoril, la oportunidad de dormir al raso junto al rebaño y participar en actividades relacionadas con el mundo del pastor y de las ovejas merinas, muchas de ellas ya desaparecidas.

También como guiarse a través de las cañadas, una ruta que no vive de espaldas a los nuevos tiempos ya que los pastores cuentan con aplicaciones digitales para orientarse por estos añejos caminos.

Ayuda económica

Además, con esta experiencia también se ayuda a los pastores económicamente en un oficio condenado a desaparecer a pesar de ser una práctica ecológica y un patrimonio cultural digno de conservación.

Quienes han pasado unos días con los pastores trashumantes reconocen que la experiencia es dura, pero es un viaje del que se vuelve mucho más sabio gracias a caminar al ritmo del ganado escuchando a los pastores, catedráticos del campo. Entre cencerros los voluntarios como Manuel admiran cómo cambia el paisaje, mientras huelen a tomillo y de romero, reconoce el balar de cada oveja pero también el ladrido del perro pastor al ritmo de los consejos de los pastores que aún viven de esta profesión.

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