Carrizo de la Ribera, el que ha sido el epicentro de la fiesta leonesa durante la década de los noventa, cierra un capítulo histórico: el pub detiene la música, apaga sus luces y baja su persiana tras casi 40 años de vida.
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Su dueño, José María Alcoba, se jubila y lo ha celebrado con una fiesta más, rodeado de su familia y de esos clientes que forman parte de su propia historia y dejando atrás una vida dedicada a la noche y a la felicidad ajena. Con su cierre, no solo se despide un local emblemático, sino un pedazo de la memoria de la comarca y un punto de encuentro donde muchos leoneses han pasado las mejores noches de su vida.
El pub El Jardín nació en el año 1985, en un momento en el que Carrizo de la Ribera vivía un auge nocturno como nunca antes: «Empezamos siendo un pequeño bar decorado con telas, mármoles y espejos, muy en tendencia en la época. Poco a poco, fuimos ampliando el espacio hasta convertirnos en una discoteca de casi 400 metros cuadrados», recuerda José María con nostalgia.
El local ha vivido tantas transformaciones como sus dueños, un espacio dividido en dos partes, cafetería y discoteca, con varias terrazas, pista de baile e incluso escenario. Ha sido sala de conciertos, discoteca y hasta zona de juegos con billar, futbolín y diana para dardos.
Este local no solo ha sido testigo de la transformación del ocio en la comarca, sino también un actor clave en la vida social de Carrizo de la Ribera, de León y de sus alrededores. Durante años, su terraza, sus fiestas y su música fueron el centro de reunión para personas de La Ribera, la montaña leonesa e incluso veraneantes de Asturias y Ponferrada. «Como Carrizo es una cabeza de comarca, pues venía gente de Armellada, La Milla del Río, Villanueva de Carrizo, Cimanes del Tejar… todos estos pueblos se concentraban aquí porque había muchos locales, estaba el pueblo lleno».
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La historia del Jardín de Carrizo está salpicada de anécdotas con personajes famosos que pasaron por sus puertas: desde músicos como Tino Casal hasta figuras políticas como José Luis Rodríguez Zapatero. Incluso personalidades del mundo del entretenimiento televisivo como Rafa Mora o Sofía Suescun encontraron aquí un público que siempre les recibía con los brazos abiertos.
Pero no eran los únicos, por El Jardín pasaron también cantantes como Fran Perea, el actor Eduardo Gómez (Mariano Delgado en Aquí no Hay Quién Viva), el Chivi y muchos más nombres que los años han borrado de la memoria de su dueño. «Estos son algunos de los que me acuerdo, pero en casi 40 años… imagínate».
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La música fue otro de los pilares del local. Desde los años dorados de la electrónica y la música disco, el pop en los 90 hasta los últimos años, marcados por el reggaetón, la bachata y la salsa. El Jardín evolucionó al ritmo al que lo hacían sus clientes e incluso sirvió de plataforma para DJ's y músicos emergentes que iniciaron sus carreras aquí, dando al local un carácter casi mítico en la región y un lugar donde darse a conocer.
Durante los años noventa El Jardín vivió su época dorada. «Hubo años en los que el pueblo se llenaba con más de 3.000 o 4.000 personas. Llegamos a ser veintitantos locales en Carrizo, y El Jardín era uno de los puntos fuertes de esa concentración masiva», explica José María. «Con aforo de hasta 400 personas, había gente en la calle esperando para entrar».
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Carrizo de la Ribera se convirtió en un lugar de peregrinación para quienes buscaban disfrutar de una noche inolvidable, con visitantes que venían de todas partes, desde Asturias hasta León capital. Ese magnetismo convirtió al Jardín en algo más que un negocio familiar: era un lugar donde se forjaban amistades, nacían –y morían- historias de amor y se compartían momentos irrepetibles.
La decisión de jubilarse no ha sido nada fácil para José María que el sábado 11 de enero celebraba en su local una fiesta de despedida con familiares, amigos y clientes. «Es extraño… parece que fue ayer cuando comenzamos todo esto. Pero al mirar atrás, me siento orgulloso de haber sido el único dueño y de haber hecho crecer este proyecto con mucho esfuerzo y cariño», confiesa emocionado. «Se acabó la fiesta después de casi 40 años».
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Aunque El Jardín cerrará sus puertas como negocio habitual, no desaparecerá del todo. José María planea mantener el local junto a su mujer, Reyes González, para eventos privados y celebraciones puntuales, como la Fiesta de la Cerveza de Carrizo de la Ribera o «parrilladas privadas al aire libre». De esta forma, El Jardín seguirá vivo en los recuerdos de sus clientes pero también en momentos especiales para aquellos que quieran alargar la fiesta y seguir bailando, aunque sea un ratito más, en su pista.
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Con el cierre del pub El Jardín, Carrizo pierde una pieza fundamental de su historia reciente. Pero, como dice José María, lo que queda son los recuerdos y las vivencias de quienes pasaron por allí. «Hemos trabajado con gente maravillosa, y esas historias son las que siempre llevaré conmigo».
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El Jardín es el símbolo de una época y de un lugar que supo unir a muchísimos leoneses en la noche en torno a la música, la amistad y la diversión. Carrizo se despide ahora de su Jardín, pero nunca olvidará los recuerdos que allí se plantaron y que seguirán dando frutos en la memoria de todos aquellos que hoy ven como la persiana se cierra y repiten con una sonrisa: «menuda noche aquella».
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