![El epicentro del ocio nocturno del valle de Luna vuelve después de nueve años](https://s3.ppllstatics.com/leonoticias/www/multimedia/2025/01/10/newspaint-1736528233346-1200x840-kAGE-U230483009727seD-1200x840@Leonoticias.jpg)
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La Magdalena, en la provincia de León, vuelve a contar con un local de ocio nocturno después de casi una década sin pubs ni discotecas.
Durante los años 80 y 90, esta localidad fue el epicentro de la vida nocturna del Valle de Luna, con más de seis pubs y la emblemática discoteca Princess, atrayendo a jóvenes de toda la comarca e incluso de León capital. Sin embargo, el cierre de la mina marcó el declive del pueblo, afectando a su economía y a su animada vida nocturna, que terminó por extinguirse en febrero de 2015, cuando el último pub bajó la trapa.
Ahora, nueve años después, un joven de apenas 20 años, Hugo Gutiérrez, ha decidido revivir el ambiente festivo con la apertura de La Arrancadera, un nuevo pub que busca recuperar la esencia de aquellas noches «memorables».
En los años 80 y 90, la Magdalena era un referente en la noche leonesa. Su mina en funcionamiento proporcionaba empleo y estabilidad económica, lo que se reflejaba en la afluencia de jóvenes y la proliferación de bares y discotecas.
La discoteca Princess, inaugurada en 1983, fue el símbolo de aquel auge. Con espectáculos, DJ's de renombre y eventos como peleas de barro y desfiles de carnaval, se convirtió en un punto de encuentro clave. «La gente venía desde todos los puntos de la comarca, e incluso trabajadores de León se desplazaban hasta aquí para formar parte de la seguridad», recuerda Javi, uno de los últimos propietarios de pubs en la zona.
Además de la Princess, el pueblo contaba con bares emblemáticos como el Millenium, El Beatles (Apetece), El Tum Tum y el Cuba Libre, que cerraron progresivamente hasta que, en 2015, el último pub, El Antiguo, apagó sus luces.
Crecido entre los recuerdos de su madre sobre la época dorada de la Magdalena, Hugo Gutiérrez decidió que había llegado el momento de devolver a su pueblo un lugar de encuentro para los jóvenes. Con apenas 20 años, ha abierto La Arrancadera, un pub cuyo nombre surgió como una broma entre amigos: «Nunca es la última, siempre es la que arranca, pero nunca termina», explica entre risas.
«Siendo joven y escuchando todo lo que fue la Magdalena, me daba pena que no quedara ningún sitio para juntarse», comenta Hugo. «Tuve la oportunidad de abrir un local y pensé que sería bonito recordar viejos tiempos para los que vivieron aquella época y acercar la experiencia a los más jóvenes».
El pub, ubicado cerca del último local que regentó su madre, ha traído de vuelta el espíritu festivo. «Mi madre tuvo dos locales en La Magdalena, el Tum Tum y el Cuba Libre, así que me hace ilusión seguir con la tradición».
Abrir un negocio en una localidad que vio caer su vida nocturna no es fácil, pero Hugo lo afronta con ilusión. «Es un proyecto que compagino con mi trabajo diario. Solo abro los fines de semana y festivos, y en vacaciones intentaré ampliar horarios».
Desde su apertura, La Arrancadera ha sorprendido a todos, no solo por atraer a la juventud, sino por el regreso de personas de 50 y 60 años que nunca antes habían estado en los pubs de la zona. «Me han venido a felicitar, diciéndome que hacía falta algo así y que ya era hora», cuenta emocionado.
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A pesar de los retos burocráticos, Hugo asegura que la administración parece dispuesta a facilitar ayudas para revitalizar la hostelería en la zona. «Por ahora todo son facilidades, aunque habrá que ver hasta dónde llegan».
El renacimiento de la fiesta en La Magdalena es una apuesta arriesgada, pero la respuesta de la comunidad ha sido positiva. La Arrancadera no solo es un bar, sino un símbolo de la resistencia de un pueblo que, tras el cierre de su mina y su vida nocturna, se niega a desaparecer.
Por ahora, Hugo ha logrado lo impensable: traer de vuelta la magia de la noche a La Magdalena.
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Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
Iker Elduayen y Amaia Oficialdegui
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