El parador de Pajares vuelve a latir

Desde una posición privilegiada, elevado sobre 1.378 metros de altitud, lleva 58 años saludando a los leoneses que se adentran en el vecino Principado.

Si sus paredes hablasen, podrían contar la vida de miles de viajeros que optaban por esta ruta que comunica dos provincias hermanas.

El parador de Pajares ha recuperado su vida. Ha reabierto sus puertas. Este emblema es la mano que une León y Asturias y fue erigido en 1960 por la Dirección General de Regiones Devastadas.

Tras un primer cierre en 1979, vio como se trancaban sus puertas de forma definitiva en 2005 al no ser rentable. Fue llevado a subasta y adjudicado por 510.000 euros. Así fue el peregrinaje por el desierto de este edificio.

«Es muy guapo, es una pena que se perdiera. Llevaba mucho tiempo cerrado y se veía cada vez peor», asegura un habitual del paso por el puerto. «Estaba todo carcomido y es bueno que hagan algo».

Fue el empresario Miguel Fernández Baker, presidente de la menorquina Elite Hoteles, quien decidió darle una segunda oportunidad, como bien cuenta su hijo. «Mi padre vino de viaje en verano. Hacía años que no pasaba por el puerto, porque normalmente va a Asturias por la autopista. Fue pasar, ver el estado en el que se encontraba, que daba pena, y vio que estaba en venta. Lanzamos una oferta y salió bien, por suerte».

La compra inicial tuvo un coste de 950.000 euros. Ahora, toca renovar este edificio y devolverle la vida y el calor que durante décadas ofreció en lo más alto de Pajares.

«Ha sido una gran inversión, una apuesta bastante fuerte por el estado en el que se encontraba», explica Enrique Baker. Su apuesta es abrirlo «por partes, nunca nos planteamos abrirlo de golpe», porque estructuralmente es un edificio «muy bueno, muy bien hecho y muy resistente» pero las instalaciones que se encontró esta familia «eran pésimas».

Sus nuevos propietarios lograban devolver a los clientes parte de esta conexión asturleonesa. El 22 de diciembre, abría al público la cafetería y una parte de la zona de restauración.

Enrique Baker espera que llegue el buen tiempo para avanzar en este proyecto y dotar al parador de más equipamiento. «En abril o así, podremos terminar unas reformas estructurales que nos exigen trabajar en el exterior. También dependemos de unas licencias para la apertura del hotel. Esperamos que para verano podamos abrir una parte».

El objetivo también es conseguir una zona para eventos, comuniones o bautizos y, a medio plazo, abrir un spa, hacer un gimnasio y más zonas útiles, aunque para ello irán «poco a poco».

Al tanto de estos avances ya están algunos de sus clientes. «Se comenta que van a hacer un spa y tal; a ver si lo hacen de una vez y venimos a estrenarlo».

No han sido pocos los curiosos que ya se han asomado a este renovado parador de Pajares. La mayoría acuden para rememorar sus buenos recuerdos y «con muchas ganas de que salga esto adelante». Algunos, incluso, llegan a emocionarse al volver a traspasar sus paredes.

Su camarera, natural de Ciñera, también recibe multitud de comentarios sobre los recuerdos que este espacio ha permitido recuperar a leoneses y asturianos. «La gente viene a ver cómo estaba antes, qué se ha rehabilitado, que si la chimenea estaba para un lado, el comedor, las vistas. O comentan: 'aquí bauticé a mi hijo, hizo la comunión mi sobrino…'».

Los turistas tienen una nueva excusa para evitar el Huerna, ahorrarse unos euros, disfrutar del paisaje que ofrece el puerto y asomarse de nuevo al parador de Pajares.

Es un rincón con encanto, eso es indudable, y genera simpatía a ambos lados de la cima. Ahora, el hechizo que enlaza Asturias con León ha resurgido y aspira a convertirse en un referente de la comunión entre estas dos tierras hermanas.