La luna guía a los 'hippies' a un valle de León

Caravanas, coches particulares, furgonetas y todo tipo de vehículos llegaban al paraje de la montaña de Cerulleda y agregados para disfrutar en comunidad del periodo lunar.

Llegados de todas partes del mundo y con personas que abarcaban todo tipo de edades la denominada como Familia Arcoíris, un grupo de nómadas que se reúne en determinados periodos lunares, se asentaba en un paraje del Valle de Luna.

El movimiento de ámbito internacional con más de 50 años de historia ha conseguido reunir en la comarca a personas procedentes de diversos países que reciben a todos los «curiosos» que deciden acercarse a vivir la experiencia. Tras aparcar sus vehículos en los laterales de la carretera de los Barrios de Luna la comunidad se desplaza a pie hasta llegar al punto de encuentro.

Gente con trabajos ordinarios, que quieren «escapar» y «conectar» con la naturaleza, según indica una de las participantes del encuentro. El fin no es otro, según indican desde la representación de la comunidad, que crear una familia integradora, multicultural y étnica en la que todas las partes son bienvenidas y las creencias aceptadas.

Una reunión en la que, según los datos que maneja la Guardia Civil, participan más de 50 personas pero, en la que la contabilización no se puede medir debido a que no todos los participantes llegan y se van simultáneamente.

La unión en el ciclo lunar para estar en contacto con la naturaleza y «experimentar» la esencia natural compartida les ha llevado a aterrizar en un paraje que, según ha podido conocer este medio, se trata de un entorno natural protegido por tratarse de parte de Reserva de la Biosfera.

Llegada con la luna nueva y despedida con la luna nueva, estos son los periodos en los que la comunidad hippie se une para compartir palabras, pasos y rituales. El paraje ubicado en el municipio de Sagüera nunca había sido testigo de ello. Repartidos en tiendas de campaña y con reuniones comunes en las que la música, la comida y los rituales unen a las personas que conforman el movimiento.

La prohibición de volver al mismo lugar antes de siete años genera que esta comunidad recorra diversos puntos del mundo a la espera que estos parajes puedan «volver a recuperarse» de su visita.

La comunidad hace compras conjuntas en comercios locales, viajes hacia La Magdalena o La Robla donde aprovechan la llegada de los mercadillos ambulantes para obtener recursos y acercarlos a la comunidad. Las reuniones buscan lugares alejados en zonas silvestres y de difícil acceso en los que se intenta garantizar la intimidad y la libertad de los participantes respetando un lugar de retiro de las comodidades urbanas.

Sin cobertura, electricidad o agua las tareas se reparten de forma conjunta en consenso intentando que cada persona se encargue de las funciones en las que mayor aportación pueda generar. Las aportaciones económicas son libres y generan que los enseres de uso común como sartenes, platos u ollas puedan disfrutarse de forma conjunta.

La prohibición de alcohol y drogas es clara y está escrita en las normas de acceso a la comunidad. Un movimiento de «armonía» en el que no está permitido dañar o perjudicar a la naturaleza con ningún tipo de residuo y en el que el fuego es un símbolo de respeto. Trabajadores con diferentes empleos y una vida cargada del «estrés» de grandes ciudades hacen que este «retiro» genera una desconexión del mundo para ellos.

En contra de cualquier tipo de declaración a los medios de comunicación, la familia Rainbow ha confesado «respetar» el paraje en el que se encuentran y fuentes oficiales de la Guardia Civil han asegurado que estos respetan las normas y las decisiones que se les marcan sin ningún tipo de conflicto.

Un ambiente de encuentro que se alargará hasta la próxima Luna Nueva y en la que los vecinos de Luna siguen «desconcertados» con sus nuevos habitantes ya que no entienden muy bien cómo funciona la Familia Arcoíris.

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