El argayo que ha obligado a cortar al tráfico la AP-66 supone un auténtico reto de ingeniería para devolver el tráfico a esta vía de alta capacidad entre León y Asturias. Para ello, el Colegio Oficial de Ingenieros de Minas del Noroeste de España ha querido poner de su parte elaborando un documento que recoge algunas reflexiones y datos sobre el desprendimiento, aportando ideas para la reparación y la prevención de futuros desprendimientos.
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Los ingenieros proponen «realizar un análisis forense del deslizamiento con el objeto de extraer las posibles causas de rotura». Entre sus teorías se encuentra la posibilidad de que el talud de tierra probablemente cediera por una fractura en el terreno, ya existente, que se habría debilitado con el paso del tiempo. A esta fractura natural situada en la calzada dirección al Principado se suma el posible desgaste de cables y anclajes de refuerzo instalados durante la construcción de la autopista, deteriorados por años de exposición al clima y a pequeños movimientos sísmicos. Este conjunto de factores parece haber desencadenado el deslizamiento, pero la realidad solo podrá saberse con exactitud tras la retirada de los escombros.
El volumen de la zona sobra la que se desprendió la montaña no parece demasiado grande. Según los cálculos de los ingenieros podría tener unos 25 metros de altura, 3 metros de ancho y en cuanto a la rotura en la base de la autopista sería de unos 70 metros.
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Para despejar el talud afectado, se estima que habría que mover unas 70.000 toneladas de tierra y rocas, aproximadamente, equivalentes a un volumen de unos 35.000 metros cúbicos.
Este proceso requiere excavadoras, martillos hidráulicos, camiones lagarto y, en algunos casos, explosivos controlados o cementos expansivos para evitar vibraciones. Los ingenieros calculan que, con un doble turno de trabajo y maquinaria especializada, el área podría quedar despejada en unas dos semanas o hasta un mes de trabajo con un solo turno.
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El Colegio Oficial de Ingenieros advierte que durante estos trabajos será crucial proteger tanto a los operarios que realicen la labor como a las máquinas en la zona de excavación. Para ello, proponen instalar barreras y mallas en el talud que puedan contener posibles caídas de rocas. También proponen estudiar la estructura del talud circundante para detectar cualquier fisura o inestabilidad adicional.
Para garantizar que el terreno no vuelva a deslizarse, plantean una estabilización a largo plazo: anclar cables a lo largo del talud y aplicar una capa de hormigón proyectado con fibras. Este refuerzo no solo estabilizaría, sino que también protegería el talud de la erosión y el desgaste climático.
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Este documento, facilitado por el Colegio Oficial de Ingenieros de Minas del Noroeste de España a Leonoticias, también propone un sistema de mantenimiento regular para autopistas y otras infraestructuras críticas. «Al igual que se exige la ITV en vehículos, las estructuras con muchos años de uso deberían revisarse periódicamente para garantizar su seguridad», afirman.
La reapertura de la AP-66 es de vital importancia para el flujo diario de personas y mercancías entre Asturias y León, y el plan de los ingenieros ofrece una respuesta técnica y rápida a esta emergencia que, con un enfoque preventivo, podría ayudar a minimizar los riesgos en zonas sensibles y garantizar una mayor seguridad para todos sus usuarios.
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