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«Estamos despejando la zona para trabajar sobre los restos», explicaba Marco Antonio González, vicepresidente de la asociación quien señalaba que habían aparecido restos de un cuerpo pero que continuarán bajando, poco a poco, la tierra esperando que aparezcan el resto. «En el día de hoy podríamos comenzar a trabajar sobre los supuestos otros tres cuerpos y sobre la fosa», admite.
El vicepresidente habla de «supuestos» otros tres cuerpos porque esa es la información que tienen acerca de la fosa ubicada en el paraje de La Llera, entre los pueblos de Candemuela y Torrebarrio en una comarca tan hermosa como es Babia pero que en los meses después del golpe de Estado del 18 de julio de 1936 sufrió una fuerte represión debido a su cercanía con el frente, aunque la zona siempre estuvo bajo el dominio nacionalista.
Fruto de ese «terror caliente» fueron asesinados Alipio Alonso Tejerina, de 33 años; Víctor Alonso, de 71 años; Manuel García, de 70 años y Teodora Alonso Tejerina, familiar de dos de los asesinados. Sus cuerpos son los que ahora busca la asociación en esta fosa donde continuarán trabajando durante todo el fin de semana.
Ha sido ya por la tarde cuando se han localizado otros dos cuerpos, además de descartar que se pueda encontrar la cuarta persona sobre la que se tenían más dudas. Será este domingo cuando se practiquen las pruebas de ADN a los familiares para determinar que los restos encontrados corresponden a Alipio, Víctor y Manuel.
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El pasado jueves, la ARMH iniciaba los trabajos de excavación en esta zona y fue el viernes cuando localizaron los primeros signos de que allí pudieron estar enterrados estos cuatro leoneses represaliados. Entre otros restos, cuatro casquillos de un fusil Máuser alemán que les daban pistas de que buscaban en el lugar adecuado.
El origen de esta exhumación está en el pasado año cuando, tras unos trabajos similares en Cospedal de Babia. Tras las misma dos familiares de los represaliados se pusieron en contacto con la asociación que se puso a trabajar en el Registro Civil, hablando con los vecinos (parece ser que los cuerpos fueron abandonados y enterrados por los paisanos del pueblo) buscando documentación y realizando una prospección con detectores de metales.
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Ahora este trabajo voluntario, realizado con medios de la propia asociación, comienza a dar sus frutos que supondrá la paz para las familias.
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