Cuatro años yendo a clase en barracones en un pueblo de León: «No entendemos que no haya soluciones»

Al llegar a Cembranos, su impresionante polideportivo, con algunas de las figuras deportivas más notables de la localidad en su fachada, anuncia la presencia del colegio. El aula rural de Cembranos, perteneciente al CRA de Villacedré, es una de las que más ha crecido en los últimos tiempos. Y los alumnos ya no cabían allí.

El número de alumnos casi se ha duplicado en la última década – en los últimos nueve años han pasado de unos 80 a 140 – y la Junta decidió acometer unas obras de ampliación, construyendo un nuevo edificio con dos aulas y un porche que podría convertirse en un aula más si fuese necesario en el futuro, completando el cierre de este segundo edificio.

Pero lo que llama la atención al entrar al patio del centro, que da la bienvenida a este colegio, es una caseta que es la clase de los alumnos de 3º de Primaria. Este aula prefabricada lleva siendo un comodín para este centro, un espacio anexo para dar clase en los últimos cuatro cursos para albergar a esos alumnos que no entran ya en el centro y que esperan a que estas obras concluyan.

«Los niños ya lo normalizan y es lo triste. No puede ser que unas medidas provisionales para meses lleven ya con nosotros cuatro años», explica Ana Parro, presidenta del AMPA de este centro.

El director del centro, Adrián Ramos, insiste en que «no es la situación idónea» pero, dentro de ser un aula prefabricada, «tienen comodidades como bombas de calor, ventilación...». «Intentamos rotar, que cada año haya alumnos que no han pasado por este aula para que no siempre tengan que dar clase en ella los mismos. Al principio les llama la atención, luego se acostumbran», explica.

La puerta de este aula prefabricada, que tiene un cartel, al igual que el resto de espacios del centro, que marca a qué curso se le imparten las clases allí, da de frente a la ampliación del centro. Un edificio de ladrillo, con grandes huecos para las ventanas, ahora mismo tapiados, y un espacioso porche, esperan a que los trámites burocráticos finalicen para ponerse en movimiento.

«Esperamos que sean los últimos pasos para que esto arranque de nuevo. Tenemos muchas ganas de acabar», explica Ramos. Y es que estas obras comenzaron en febrero de 2022 y ahora, tres años después, llevan 12 meses paradas. El abandono de la obra por parte de la empresa concesionaria – como sucediera en el Conservatorio de León – y los diferentes procedimientos legales para la rescisión del contrato, el visto bueno del Consejo Consultivo y la nueva licitación han frenado en seco esta ampliación. Y han soliviantado los ánimos de las familias de los alumnos.

«Es desesperante. Entendemos que hay unos procedimientos legales, pero no entendemos que no haya soluciones alternativas y se dé prioridad a acabar esta obra», expone Parro. «Hemos pasado ya por todas las emociones: enfado, desesperación, incluso resignación. Pero vamos a luchar por los derechos de nuestros hijos», expone.

«Están cansados y es lógico. Desde el centro tratamos de dar todas las soluciones que podemos y que esta situación repercute lo mínimo posible en el día a día», apunta el director del CRA de Villacedré, Adrián Ramos, que deja claro que «todos queremos que acabe ya».

«Tenemos que ser muy dialogantes y comprensivos. En los últimos meses, viendo que está todo parado, los ánimos están más calientes», reconoce Ramos que insiste en que «se están poniendo toda la carne en el asador» con esta situación.

Porque este escenario, recalca, no estaba previsto. «Se esperaba que fuese para un curso académico y, quizá, por algún remate, se prolongase algún mes más. Pero nunca para cuatro años. Es una situación anómala y hemos intentado readaptar el centro con los espacios que hay disponibles», explica.

El aula prefabricada está destinada a un curso de Primaria, con un espacio para unos 14 ó 15 alumnos, «que es la dinámica de este centro, trabajar con grupos de no más de 18 niños». La otra opción para este espacio era destinarlo al primer ciclo de Infantil (0-3 años), que han tenido que 'mudarse'.

Este grupo imparte clase en la Casa del Pueblo, un espacio de la Junta Vecinal cedido para este fin y adaptado a este nuevo escenario: «Es una clase muy bonita, con mucha luz, pero no tienen patio». Esta es una de las mayores demandas del AMPA, la imposibilidad de que estos alumnos, los más pequeños, no tengan un espacio exterior para el recreo.

Y, además, se complica su integración en el centro, uno de los objetivos de este primer ciclo de infantil, puesto que están en un espacio ubicado a unos 200 metros y con la N-630, con mucho tráfico de vehículos, anexa al edificio. «Intentamos que en festividades llamativas como Carnaval, fin de curso, el magosto... y con la colaboración de las familias, puedan venir hasta el centro. En el día a día es inviable», expone Ramos.

Con todos estos condicionantes, reclaman que se acelere todo lo posible estas obras, que dotarían al centro de dos aulas más con capacidad para una veintena de alumnos cada una, con sus correspondientes baños y cumpliría con uno de los objetivos del equipo directivo del centro: tener un grupo por curso con su aula correspondiente.

«Sabemos, según nos dice la Dirección Provincial de Educación, que ya está todo listo para sacar una nueva licitación una vez la situación salga del Consultivo. Hay una inversión reservada a reanudar las obras», sostiene el director del centro, mientras las familias tienen claro que no «pararán» hasta que la ampliación concluya: «Estamos estudiando qué movimientos hacer, porque no vamos a parar hasta que esto haya acabado. Nos cuesta mucho esfuerzo, porque todos trabajamos, pero vamos a pelear por nuestros hijos».

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