![La bruja Haeda sigue presente en el Faedo de Ciñera.](https://s2.ppllstatics.com/leonoticias/www/multimedia/2025/02/05/_03MAX201610342072-kJhC-U230770447232qeC-1200x840@Leonoticias.jpg)
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Es uno de los hayedos más conocidos de la provincia de León, quizá el más visitado. Es el Faedo de Ciñera, donde los árboles tejen una red, una especie de pasadizo en la que los tonos rojizos de la hoja caída crea una atmósfera especial, mágica.
Porque mágico es este lugar, un escenario de leyenda en el que una bruja, una extraña bruja, según cuentan las gentes de esta población minera, habita. Y es extraña porque el interior de esta criatura, lejos de estar plagado de oscuridad y maldad, es todo bondad.
El demonio, cuenta la leyenda, le había dado estas dotes sobrenaturales. «Pero debes usarlos para hacer el mal, pues si haces el bien con ellos te consumirás y en tres días desaparecerás», le advirtió el demonio.
Así lo relata Josefina Díaz, vecina de Ciñera, que escribió esta leyenda que había sido transmitida oralmente entre las gentes de Ciñera.
Una familia con nueve hijos vivía entre La Vid y Santa Lucía, los dos pueblos anexos a Ciñera, que en verano sobrevivían con facilidad, pero en invierno siempre tenían la dificultad de encontrar refugio. Las noches eran especialmente duras y lograban encontrar cobijo en una cueva, la de los Infantes, para protegerse de la nieve y el frío. Hasta que un día, el viento que soplaba les impedía llegar, resbalando en su intento una y otra vez.
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Haeda vio la escena y sintió algo especial en su pecho. Tuvo que contradecir al demonio y utilizó sus poderes para arrancón piedras de la montaña, prenderles fuego y dar calor a esta familia. Pero lo más mágico fue que estas rocas duraron prendidas toda la noche.
Amaneció, y el frío continuó. Era un frío intenso, insoportable. Y esta familia volvía a estar en una situación muy complicada. Haeda volvió a aparecer de la misma manera que en la noche anterior, generando fuego en un montón de piedras para que la familia durmiera caliente.
Haeda estaba agotada, pero feliz por su buena obra. Bajó hasta el arroyo del Faedo de Ciñera y se vió reflejada en sus aguas cristalinas. Estaba envejecida, muy envejecida y solo penaba en que dar su vida no sería sufiicente, pues el invierno en estos pueblos era largo y duro. Así que tenía que trazar un plan maestro para ayudar a esta familia.
¿Cuál fue la solución? Con todos los poderes que le quedaban provocó que todas las montañas del valle se llenaran de piedras que prendieran y dieran calor. Así fue como se fundó, según esta leyenda, el pueblo de Ciñera, puesto que muchas familias acudieron a aquel valle que, sobre unas cenizas, permitía que nadie pasase frío. Y todo fue obra de Haeda.
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