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Juan Carlos González Vidal es bombero forestal en la base de Tabuyo del Monte desde el año 2009 y actualmente portavoz de la Asociación de Trabajadores de la Brif, Atbrif. Trabajó en el incendio de Castrocontrigo y Tabuyo como brigadista y voluntario. Al igual que ... sus compañeros realizó jornadas maratonianas en las que la adrenalina era el motor del cuerpo.
«A los bomberos forestales nos tocó muy de cerca porque nuestra base está aquí en Tabuyo del Monte y veíamos arder los montes en los que trabajamos a diario», destaca señalando la carga sentimental de este fuego.
Recalca que uno de los momentos más significativos para él fue la vuelta a la base en coche. «No reconocíamos el terreno y nos perdimos. Unos montes por los que caminamos todos los días y no los conocíamos. Fue tremendo», advierte.
Este fuego supuso para ellos un antes y un después ya que marcó lo que serían los incendios de quinta generación que arrasan varios miles de hectáreas y se acercan a las poblaciones. «El comportamiento que vimos en este incendio de Castrocontrigo era nuevo en el noroeste de España. Te mostraba cómo iba a ser el futuro, todo lo que ha venido después», explica mientras recuerda que en 24 horas se quemaron 5.000 hectáreas.
Incendios con más de 100 kilómetros de perímetro que tardan meses en enfriar su rescoldo. «Prueba de ello es que al lado de la base se reprodujo tres meses después», puntualiza González mientras advierte de un niño que, meses después del desastre, se quemó el pie al meterlo en un tocón.
A la pregunta de si se aprendió algo de aquel fuego contesta que no. «No se hizo nada por cambiar la política forestal ni por profesionalizar el dispositivo de lucha y prevención de incendios forestales tal y como se ha visto en este 2022», afirma.
Entre las labores necesarias y a tener en cuenta por la Junta de Castilla y León destaca una mejora en la gestión del territorio. «Los profesionales de la extinción llevamos años diciendo que hay que repensar la política forestal y la gestión de los montes», puntualiza.
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Otra de las eternas peticiones es reconocer a los brigadistas de la Junta de Castilla y León como bomberos forestales, algo que ya ocurrió con los dependientes del gobierno central como es su caso. «Tenemos más labores ya que podemos actuar en otras emergencias del medio rural como nevadas, inundaciones o búsqueda de desaparecidos», advierte mientras señala que también son importantes los coeficientes reductores que permiten una segunda actividad o una jubilación temprana.
Acerca de si reconoce el monte asegura que ha cambiado mucho pero destaca la regeneración del pinus pinaster, adaptado al fuego. Y es que este tipo de montes, por sus características, han evolucionado para que las piñas se abran y desprendan semilla que permita la reforestación. «Pero no es la vegetación que había antes. El monte tiene que dar un respiro para que vuelva a estar como hace diez años», puntualiza.
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