Se cumplen 20 años de la exhumación de Priaranza del Bierzo, la primera de España: «El mejor homenaje está en los libros»

La lucha por buscar la dignidad de las víctimas del franquismo en forma de exhumación cumple 20 años. Dos de las llamadas más importantes que Emilio Silva ha recibido han sido la que le hizo Julio Vidal, arqueólogo que realizó la exhumación de su abuelo y la de la Universidad de Granada en la que se le comunicó la identificación genética de su abuelo.

Aquella fue la primera exhumación con metodología científica homologable que se hacía en España a víctimas de la represión franquista. Desde aquel histórico 21 de octubre del año 2000 han conseguido recuperar el cuerpo de más de 9.000 represaliados.

Esas llamadas fueron un grito que despertó la conciencia de miles de familias que durante más de 60 años habían permanecido calladas. Ese acto dio lugar a la creación de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, que hoy preside Emilio Silva, cuyo objetivo principal es la localización de víctimas de la represión durante la Guerra Civil Española y la dictadura franquista.

De aquel episodio en el que su abuelo, que también llevaba por nombre Emilio Silva, junto a otros 12 represaliados fueron sacados de una cuneta en Priaranza del Bierzo, Silva recuerda la intensidad con la que se vivió todo. «Entonces vivían todos los hijos de mi abuelo y los seis estuvieron presentes. Fue muy importante para ellos, ese asesinato frustró a toda la familia., en especial a mi padre que era el mayor de los hermanos y con quince años tuvo que cuidar del ganado y de las tierras para llevar un trozo de pan a casa, dejando atrás los estudios», explica a leonoticias Emilio Silva.

En León, y particularmente en El Bierzo, no existió la guerra, «hubo un levantamiento que dio paso a una represión que se dedicó a hacer auténticas barbaridades», apunta Silva, cuya respuesta por parte de las víctimas fue el silencio. El miedo dejó sin palabras a los damnificados por el franquismo, algo que duró más allá de la dictadura. «El miedo ha sido proporcional al uso de la violencia que existió», señala Silva.

En esa cuneta no solo se encontraba los cadáveres de 13 personas también su memoria, oculta hasta ese día. «Recuerdo que fui a visitar a Avelia, hija de Enrique González apodado 'El Madrileño' uno de los hombres que asesinaron con mi abuelo; durante las dos horas que hablé con ella no dejó de temblar, me contaba que su madre también quiso buscar a su padre pero nunca se atrevió hacerlo».

El miedo y el silencio han sido un losa presente en estas familias, en la que algunos de sus miembros no fueron capaces de quitársela. «Cuando mi padre y sus hermanos tenían una charla en la que nombraban algo del tema o se iban muy atrás en el tiempo, mi abuela daba un golpe encima de la mesa y toda el mundo entendía lo que significaba», recuerda Silva.

Por eso, ese 21 de octubre de hace 20 años los nervios unido a la ilusión se palpaban en el ambiente. «Durante la exhumación una mujer se acercó a mi tía para hablarle del miedo y decirle que nunca había hablado con su hermana de estas cosas y lo que no se atreve a enunciar y esconde bajo esas cosas es el asesinato de su padre. En 64 años nunca había hablado con su hermana de la muerte de su padre», explica asombrado Emilio Silva.

El relato construido se encargó de tratar este episodio como una mancha, algo que no debía ser tocado ni removido, por eso los murmullos en el pueblo se hicieron sonar. «La gente del pueblo pensaba que detrás de todo este trabajo tenía que haber un padrino, que triste pensar que hay que necesitar un padrino para sacar a un abuelo de la cuneta», apunta Emilio Silva.

Para Silva el problema reside en la educación, concretamente en «la mala educación que el franquismo le ha dado a este país, que ha propiciado que en mayor o menor medida todos seamos franquistas sociológicos». Por todo ello, «el mejor homenaje que se le puede dar a las víctimas, está en los libros de texto», resalta Silva.

Un episodio que no se ha cerrado todavía, cuarenta años después de la muerte de Franco todavía hay cuerpos sepultados bajo una cuneta.

De cerca mira la Asociación de la Memoria Histórica la nueva ley que el gobierno prepara bajo el nombre de Ley de Memoria Democrática. «A la palabra memoria se le ha añadido el vocablo democrática que nos va a permitir conocer a los hombres y mujeres que construyeron la democracia pero a mí esto me suena a una nueva versión de la transición en la que nunca se señaló a los responsables de las violaciones de derechos humanos de la dictadura», explica Silva.

Lo que propone la ARMH es «una ley que hable de las personas que construyeron y defendieron la democracia pero que también hable de aquellos que nos arrebataron la democracia y cometieron actos violentos».

El tiempo pasa y la herida sigue abierta. «Este pais ha estado gestionado por los hijos del régimen y por eso se ha hecho tan poco por las víctimas del franquismo, por eso siguen en las cunetas. Esos hijos, que han gobernado este país durante cuarenta años, no tienen las mismas opiniones que sus padres pero nunca harán una ley que puedan perjudicarles. No se ha juzgado a un franquista y nunca han hecho que una empresa del Ibex-35 indemnice a las familias de los esclavos políticos que utilizaron para hacer obras públicas y privadas», señala el presidente de la ARMH.

Emilio Silva propone fijar unos conceptos básicos. «No se puede llamar uno demócrata si no se condena al franquismo, ser antifranquista en una democracia te permite ser todo lo de derechas o de izquierdas que quieras».

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