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Según los datos de ACNUR, más de un millón y medio de personas han salido de Ucrania desde que empezó la invasión rusa. La mayoría han llegado a través de redes familiares y se encuentra acogida por estas, tal y como ha manifestado el Ministerio de Inclusión.
Este es el caso de Anja Shkuropat, sus hijos y su madre Tetiana, unas de las primeras refugiadas ucranianas que han conseguido cruzar la frontera con Rumanía y entrar así en la Unión Europea, estableciéndose en Astorga donde vive, desde hace 14 años, su hermana e hija Natalia Fridentlal.
Anja y Tetiana permanecen ahora en Astorga, aunque su mente —como la de Natalia— está en Ucrania, donde ella era profesora. Actualmente desconocen si siguen conservando su hogar y recuerda que allí se tuvo que quedar el marido de Anja, que no puede salir del país.
Desde el momento en el que comienzan a hablar solo tienen palabras de agradecimiento para Astorga, una ciudad, advierten, que les ha acogido y ayudado desde el primer momento. Lo cierto es que al principio se resistieron a abandonar su lugar, Obukhiv, al norte de Kiev y una de las primeras ciudades que fue bombardeada.
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Natalia traduce las palabras de su hermana quien, junto a su marido, escuchó los primeros bombardeos en los aeropuertos pero no huyo hasta dos días después. El toque de queda y la movilización de los hombres fue lo que les llevó a tomar la decisión de dejar Ucrania. «No nos creíamos que estábamos en guerra pero entonces llegaron los bombardeos y decimos irnos, mis hijos y yo. Mi marido está ayudando en un hospital ucraniano», ha explicado Anja quien detalla que al día siguiente de dejar su hogar comenzaron los bombardeos en su barrio.
Ahora su familia permanece en un refugio y aseguran que estan escapando de las explosiones. Su marido, por un problema de visión, no podrá ir al frente pero si está destinado en un hospital.
El viaje hasta Astorga, que duró cinco días, tampoco fue fácil. Junto a una vecina pasaron a Rumanía en coche y desde allí, en tren, hasta Viena y Madrid con el único propósito de poner a salvo a los más pequeños de la familia pero von el dolor de no saber qué pasaría con el resto de sus seres queridos.
La religión es una de las armas a las que se aferran la familia que ya ha sido recibida por el obispo de Astorga, Monseñor Jesús Fernández. Natalia pide a todos los que les quieran ayudar que recen, en el idioma que sea, para tratar de acabar con esta situación y liberar a Ucrania, un país al que tanto su madre como su hermana quieren volver lo antes posible.
Natalia por su parte asegura estar orgullosa de sus compatriotas y no entiende cómo Rusia puede seguir provocando esta situación que daña a toda Ucrania, un país que sabe que tendrá que ser reconstruido «Me siento orgullosa del ejército y de los hombres de Ucrania. Putin ha dado la orden de matar a los ucranianos porque no puede conquistarnos. Dice que nos va a liberar y es una conquista. Solo tiene odio y pone a mujeres embarazadas frente a los tanques. Mientras la OTAN no entra en esta situación.», detalla.
La ciudad de Astorga ha abrazado a esta familia y así lo hará con, al menos otras dos que se establecerán en la misma dado que el consistorio ya ha habilitado viviendas sociales para este fin. Para ello los Servicios Sociales municipales se coordinarán con Cáritas y Cruz Roja, mientras el horror prosigue haciéndose hueco en un país que no querían abandonar.
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Clara Alba, Cristina Cándido y Leticia Aróstegui
Javier Martínez y Leticia Aróstegui
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