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La psicóloga Sara Alvado. A.G.B
La psicóloga que estuvo al frente del teléfono covid: «La salud mental siempre ha sido la hermana pobre»
Especial cinco años de la pandemia

La psicóloga que estuvo al frente del teléfono covid: «La salud mental siempre ha sido la hermana pobre»

Sara Alvado atendió durante ocho meses entre 2020 y 2021 más de 300 llamadas a un teléfono de apoyo psicológico que habilitó el Ayuntamiento de León donde acudieron personas de 17 a 87 años en busca de ayuda

Jueves, 13 de marzo 2025, 08:19

La soledad, la incertidumbre, el miedo y la parálisis ante una situación desconocida, inesperada y para la que nadie estábamos preparados. Fueron los sentimientos que acompañaron a cientos de miles de personas en todo el mundo durante los primeros meses de 2020 cuando la pandemia de coronavirus azotó el mundo, sentimientos y sensaciones que no nos abandonaron hasta mucho después y cuya gestión no era sencilla.

El Ayuntamiento de León, vista la necesidad de ofrecer un apoyo psicológico a los ciudadanos, habilitaba en octubre de 2020 el llamado 'teléfono covid', un programa de apoyo liderado por la psicóloga experta en clínica y psicoterapia y trabajadora de Bienestar Social en el consistorio, Sara Alvado (León, 1977), que durante casi ocho meses recibió más de 300 llamadas de muchas partes de España en busca de ayuda. Cinco años después, Alvado recuerda con Leonoticias cómo vivió aquellos años y cómo nos cambió la pandemia.

PREGUNTA. ¿Cómo surgió ese teléfono covid?

RESPUESTA. La idea surgió porque se veía que había una necesidad. Estábamos teletrabajando desde casa, atendiendo a los pacientes online o por teléfono, y surgió esta propuesta de habilitar una línea para la población general. Trabajaba yo sola y estaba en contacto con la unidad de Psiquiatría del Caule, con la que hicimos alguna derivación de casos.

Durante los casi ocho meses que funcionó el teléfono, ¿cuál fue el perfil de las llamadas?

El perfil era amplísimo, de gente desde 17 años al más mayor que tenía 87. Llamó todo el mundo. Llamaban también de otras provincias donde no había este servicio, de Madrid, de Asturias, de Cantabria... era una situación de desesperación y la gente acudió a lo que podía. Derivamos, hicimos muchas derivaciones.

«Hubo muchas madres que llamaron porque sabían que sus hijos tenían ansiedad, que ellos no iban a llamar, y no sabían cómo decírselo ni qué hacer»

Sara Alvado

Psicóloga

En esos casi ocho meses atendimos a unos 160 usuarios y las llamadas fueron alrededor de 300 porque teníamos también revisión de casos y había gente que llamaba más de una, dos o tres veces. Hubo gente que pedía una información puntual a los que remitías a la policía local, y luego mucha gente que llamaba para decir 'no sé qué me pasa' o ' no sé cómo decirle a alguien que le pasa algo'. Hubo muchas madres que llamaron porque sabían que sus hijos tenían ansiedad y no sabían cómo decírselo ni qué hacer.

¿Algún caso que recuerde?

De duelo también hubo muchísimas llamadas. Casos que recuerdo es el de una mujer que llamó porque su hijo se había suicidado. Hubo llamadas muy graves, casos que derivamos al hospital, pero el pan nuestro de cada día eran llamadas diciendo que no sabían qué les pasaba, que tenían ansiedad... casos que luego evolucionan en trastornos emocionales como cuadros depresivos, porque la cosa iba in crecendo. Lo primero es el estrés, el estrés acumulado produce ansiedad y el trastorno de ansiedad no tratado puede producir depresión. La cosa iba a más y las personas se veían incapaces de manejarlo.

Fueron además muchos meses de pandemia, hubo momentos que no se veía el fin

Las preguntas sobre la incertidumbre, la enfermedad, los contagios, las consecuencias... eran constantes. Había gente que nos decía que era interminable, y la sensación de incertidumbre para el ser humano es algo muy poco tolerable, que nos produce más estrés todavía porque no sabemos qué va a suceder.

Estábamos en una pandemia mundial, con un confinamiento mundial, con fallecimientos constantes. Era una lista de acontecimientos mundiales estresantes, no tipificados hasta el momento, de una magnitud tremenda y todo sumado era un shock postraumático social global.

Una incertidumbre a la que se sumaba la infoxicación

Exacto. Todo el tema de la desinformación al respecto influía negativamente y la incertidumbre no paraba de aumentar. De hecho, es algo que se ha estudiado, las medidas que implementa la OMS a partir de la pandemia son sobre cómo está la gente, qué ha ocurrido, qué ha pasado. Porque hay secuelas de todo tipo, físicas y emocionales.

¿Qué estudios se han hecho en este sentido? ¿Cómo influyó la pandemia en las investigaciones?

Se han hecho cosas muy interesantes desde 2021. Hay estudios sobre el aumento del sinhogarismo después de la pandemia; también se ha estudiado las características de la gente que a través de su propio recurso de resiliencia fueron capaces de gestionar la situación frente a otras que no y las diferencias que hay entre ellas; se empezó mucho a hablar de salud mental y se han hecho investigaciones muy interesantes sobre cómo la corteza prefrontal y la amígdala estaban excesivamente activadas durante esa época; otros trabajos que demuestran cómo la respiración, la meditación y la relajación activan áreas que favorecen las condiciones frente a situaciones de estrés.

¿Y en los profesionales? ¿Cómo se vivió esta situación de estrés?

Se ha investigado mucho sobre el 'burnout' laboral o síndrome de desgaste profesional. Hay estudios sobre gente que trabajamos en salud mental y en salud en general. Este 'burnout' está causado porque no se podía dar más de sí. También se ha analizado en otros profesionales que trabajan de cara al público como policías o bomberos, profesiones que tienen más tendencia a tenerlo por su trabajo pero que se incrementó en la pandemia.

Una situación a la que se llega coincidiendo con una menor estigmatización de la salud mental

Se ha dado más visibilidad, se ha investigado más sobre salud mental, se ha desestigmatizado, es cierto. Pero sucede cuando el área de la salud mental ya viene damnificada desde hace mucho tiempo. Nuestro sistema de salud es biopsicosocial, desde 1977 se conoce este concepto, pero no hemos sabido implementarlo correctamente. La salud mental siempre ha sido la hermana pobre.

«Los profesionales de la salud estamos hasta arriba, y los de salud mental ni te cuento. No paramos. Podríamos trabajar 24 horas los 7 días de la semana y todavía no cubriríamos la demanda que hay»

Sara Alvado

Psicóloga

Veníamos de una sobrecarga de décadas de no poder atender correctamente a los pacientes porque no somos suficientes. Ahora, con el aluvión de gente que ha habido tras la pandemia, con la llegada de muchísima gente joven, de intentos de suicidio, de autolesiones como sistema de autorregulación emocional, de mujeres que tienen una sobrecarga tremenda... no damos, sumado a toda la gente que ya había. Toda esta población nueva añádela a la que ya teníamos siendo los mismos profesionales o menos con las jubilaciones. La conclusión es que tenemos un problema.

¿Y cómo hemos llegado aquí?

Las políticas que se están aplicando no son suficientes. Sí, se habla más de salud mental, se visibiliza, pero lo que se necesita son acciones. Tenemos recursos que no se están utilizando como el sistema educativo, que es una oportunidad fabulosa para hacer prevención con chavales en un espacio donde pasan muchísimas horas y donde se puede actuar antes de que haya un problema mayor, pero no hay gente preparada para hacerlo. El sistema actual en este sentido es paupérrimo y es una lástima porque con este recurso bien utilizado podríamos hacer cosas en un nicho de población muy vulnerable.

Cinco años después... ¿hemos aprendido algo?

La experiencia tendría que valer, pero muchas veces no vale. Se habla más de salud mental, se investiga más, se estigmatiza menos, se acude más a psicoterapia, pero acude a psicoterapia la persona que se lo puede pagar. Estamos en un sistema sanitario con listas de espera enormes. Lo que antes se atendía individualmente ahora lo tenemos que hacer grupal porque no damos abasto. Se habla de la importancia de reforzar el sistema en la OMS, en la ONU, en el gobierno y en las comunidades, pero las acciones siguen igual.

En la atención global no damos abasto. Los profesionales de la salud estamos hasta arriba, y los de salud mental ni te cuento. No paramos. Podríamos trabajar 24 horas los 7 días de la semana y todavía no cubrimos la demanda que hay, y más después de una pandemia mundial para la que nadie estaba preparado, que a todos nos pilló por sorpresa.

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