Los socorristas de la piscina municipal de San Andrés del Rabanedo. Sandra Santos

Vigilantes en la sombrilla

Raúl Casado y Dani Ortigueira son los socorristas de la piscina de San Andrés del Rabanedo donde controlan la diversión segura de los demás: «Los adolescentes dan algo más de lío, sobre todo si hay alguna chavalina»

Miércoles, 7 de agosto 2024, 08:18

La mañana transcurre tranquila. Algún paseo, refrescarse en un chapuzón y poca actividad. La tarde será otro cantar para la pareja de socorristas que cada día cuidan de un baño seguro en las piscinas de San Andrés del Rabanedo.

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Raúl Casado y Dani Ortigueira son los socorristas que protegen el baño de las centenares de personas que durante el verano pasan por esta instalación.

Su jornada empieza a las 12 de la mañana. Colocan el material, revisan los niveles de PH y cloro y disfrutan de una mañana «más tranquilita» en la que la gente suele acudir a nadar. Por la tarde es el turno de familias y jóvenes «que dan algo más de lio» y les obliga a prestar más atención. Todo ello ocurre a partir de las 4:30 de la tarde.

Su función es la de «prevenir», explica Raúl. Tienen que avisar a los usuarios de algunas cuestiones como la prohibición de correr por el bordillo, hacer zambullidas peligrosas o estar atentos a que se lleva la indumentaria correcta. «Los adolescentes son los más complicados, pero todos lo hemos sido. Si hay alguna chavalina se ponen más así, pero la gente es bastante maja y educada y cuando les dices las cosas se calman».

La norma principal de la piscina de San Andrés es «el respeto», no molestar a otros bañistas y obedecer las observaciones de la pareja de socorristas. «Que no salten sin mirar, que no den volteretas y que no salten de cabeza», apuntan. Alguna vez se encuentran con algún «gallito» y tiran de paciencia para lidiar con la situación. Otros, reconoce Dani, se ponen «especialmente tontitos» a última hora y han tenido que llamar a la policía porque hay gente que no se quiere ir a la hora del cierre.

Son los ojos que vigilan que nada pase y que la jornada de piscina sea de diversión en un entorno de buen ambiente. Raúl y Dani tienen localizados a aquellos que suelen montar jaleo y con ellos se suele tener una atención especial. «Más allá de algún vacile, al final son chavales, suelen acatar las normas como la de estar con gorro, aunque alguno se tire sin él, o alguna acción más temeraria pero tampoco nada muy lioso». «Son chavalines que hacen mortales, se empujan y están juguetones y la lían de vez en cuando, pero más allá de eso no hay mucho más», apunta Dani.

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Y pocas veces ha llegado la sangre al río o, en este caso, a la piscina. Raúl se tuvo que tirar a ella el año anterior porque unos padres se despistaron y el niño se cayó al vaso de mayores; a Dani le tocó mojarse en un río donde a un chico se le estaba complicando salir.

El día suele ser tranquilo. Martes, jueves y domingo es cuando más actividad tiene la piscina de San Andrés. «No me aburro mucho. Las mañanas se pasan rápido y en las tardes hay algo más de jaleíllo; cuando hace mucho calor se atraviesan un poco, pero no te aburres». Contra el calor cuentan con una sombrilla «que no está en las mejores condiciones», reconocen.

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Como recomendación a los usuarios, la pareja de socorristas explican que se debe hacer caso a sus indicaciones, tener respeto, echarse crema en los días más calurosos, ducharse antes de entrar al agua y utilizar el gorro obligatorio.

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