Un momento para el tinto

Cerramos nuestra trilogía de vinos presentando los tintos de la Denominación de Origen León. Quien nos haya seguido a lo largo de las últimas semanas recordará que intentamos ayudar a los lectores a enamorarse de los blancos y de la Albarín, que viajamos por el mundo de los rosados de León y expusimos unas nociones básicas sobre el consumo del vino animando a defender nuestros productos precisamente en estos momentos de crisis.

El último capítulo lo reservamos para los vinos tintos. Para una zona históricamente vinculada a la elaboración de los claretes de aguja y los rosados actuales y en la que la irrupción de la Albarín supuso un soplo de aire fresco en el atomizado mercado de blancos, intentar abrir paso al vino tinto es realmente difícil. Es innegable que España es un país de tintos y una referencia mundial en la elaboración de vinos de calidad, probablemente los mejores del mundo en la relación calidad-precio. En ese grupo selecto de zonas elaboradoras es en el que queremos colocar a la DO León en las próximas décadas. Es un trabajo iniciado ya por nuestras bodegas y poco a poco está empezando a dar sus frutos.

Para ponernos en el contexto de ese recorrido tenemos que remontarnos a la década de los noventa, cuando las grandes bodegas de la denominación de origen realizaron las plantaciones de viñedo de las que se abastecen gran parte de las acogidas a la DO León. En zonas como Valdevimbre, Gordoncillo, Mayorga, Valderas, Villamañán, Ardón, Gordaliza del Pino, etcétera, es donde encontramos la mayor superficie de viñedo de Prieto Picudo en espaldera, huyendo del romanticismo de las plantaciones en vaso tradicionales de la comarca de Los Oteros, imposibles de mecanizar y que incrementarían el precio de la ya de por sí muy cara variedad autóctona leonesa. Es en ese momento de nuestra historia cuando empezaron a producirse vinos tintos o, mejor dicho, cuando se afrontó la experimentación con la Prieto Picudo para la elaboración de tintos de calidad.

Y es que esta variedad, tan propicia para la vinificación de rosados, tenía un gran trabajo por delante para ser adaptada también a las exigencias que requiere la elaboración de tintos de alta expresión. No es lo mismo 'educar' el viñedo para producir uva para rosados que para tintos. Éstos requieren producciones mucho menores en términos de cantidad, un trabajo de selección de uva en prevendimia muy exhaustivo, elección del momento idóneo para la recogida y unas condiciones y medios en bodega muy particulares: depósitos, barricas y técnicas de elaboración.

El conocimiento de la variedad para elaborar con ella vinos tintos está siendo un proceso largo que nuestros viticultores y bodegueros han venido desarrollando durante todos estos años. Y, por supuesto, no está siendo fácil. La Prieto Picudo es una variedad que presenta unas características muy particulares, como por ejemplo la gran carga tánica de los hollejos que la convierten en muy agreste, con unos matices herbáceos muy marcados, tanto desde el punto de vista aromático como gustativo, y con un amargor en el paso final del vino por la garganta totalmente único y diferenciador, pero también arriesgado y peligroso desde el punto de vista enológico.

El hecho de seleccionar parcelas de viñedo exclusivamente para vinos tintos, separándola así de las elegidas para producir uva para rosados, es uno de los primeros y más importantes pasos que nuestros productores dan en ese camino. Y, claro, una cosa lleva asociada a otra como es la elección del momento idóneo de la vendimia. Para que nos hagamos una idea, las parcelas que producen uva para rosados necesitan unos equilibrios de acidez y grado alcohólico totalmente distintos a los adecuados para tintos. Por no hablar de otros parámetros fundamentales como son los antocianos (los que aportan el color) o los taninos. Para no convertir la lectura en un decálogo técnico de producción de uva y para ayudar a entender la idea de una manera clara finalizamos la explicación diciendo que los tiempos de maduración de unas parcelas u otras son distintas, necesitando las viñas de uva tinta más días para concluir el proceso vegetativo.

Y esta última frase nos lleva a otro de los motivos que están ayudando los últimos años a nuestros productores a dar con la clave de la elaboración de tintos de calidad: el cambio climático. Hace décadas, la vendimia se centraba en los primeros días de octubre, coincidiendo con San Froilán y el Pilar, que era cuando tradicionalmente se reunía la familia para celebrar la fiesta de la vendimia. Se vendimiaba la uva; no se vendimiaba para hacer rosados o tintos. Y es que hoy en día el cambio climático nos está alargando los veranos y ya no es extraño tener unos meses de septiembre y octubre templados, con días de mucha luz y pocas nubes. Pues bien, esta circunstancia climatológica permite que nuestros viticultores puedan dejar la uva en la parcela para ayudarla a terminar de madurar, consiguiendo una buena carga tánica –es una característica esencial de Prieto Picudo– y entrando en bodega en óptimas condiciones, más domable y con el grado alcohólico unas décimas más elevado, lo que permitirá al vino envejecer durante más tiempo y que los valores de acidez, tanto tartárica como málica, alcancen unos equilibrios idóneos para su elaboración y posterior conservación durante largo tiempo.

Y por último, pero no por ello menos importante, tenemos que referirnos a la mejor selección que ya se hacer por parte de nuestras bodegas de las condiciones de envejecimiento de los vinos. Se están eligiendo mejores tipos de madera, con mejores y más adecuados niveles de tostado para una variedad tan especial como la Prieto Picudo, con unos tamaños de poros de las duelas más ajustados para favorecer así la oxigenación de una variedad que se ha demostrado que la necesita y, sobre todo, se ha trabajado en el ajuste de los tiempos de permanencia de los vinos en esas barricas.

Todos estos condicionantes han resultado fundamentales para ayudar a profundizar en el conocimiento de la elaboración de vinos tintos con Prieto Picudo. Casi todas las grandes zonas de vino del mundo se definen por sus tintos y León inició para ello el camino de su posicionamiento hace décadas y avanza en él.

Ahora es necesario recurrir nuevamente al mensaje que venimos transmitiendo siempre: que ya es hora de apoyar a todos los productores leoneses, y en especial a nuestros productores de uva y de vino. Como dice la letra de la canción que el grupo leonés de Los Modernos compuso para la DO León, «ya llegó nuestro momento, no perdamos más el tiempo, ya llegó por fin la hora y el sabor de la victoria». Ese momento es precisamente éste que nos toca vivir. León necesita que entre todos le demos la vuelta y hagamos de esta provincia una buena tierra para vivir, con futuro, con posibilidades laborales, con riqueza, pero no lo conseguiremos si seguimos mandando el dinero que gastamos fuera de ella. Nuestro dinero se ha de quedar aquí, en nuestros vinos, en nuestras bodegas. Si los enviamos fuera, nadie que lo reciba va a venir a León a gastarlo nuevamente, con lo que poco a poco nos estaremos condenando a nosotros mismos.

Desde la DO León tenemos claro este mensaje y todos nuestros esfuerzos van encaminados a que los leoneses conozcan y defiendan la marca León Denominación de Origen. Todas nuestras actividades de promoción fomentan el potencial de ese sello que da cobijo a un tejido empresarial de 40 bodegas y 300 viticultores y está asentada por dos variedades de uva realmente únicas en el mundo como son el Albarín y el Prieto Picudo. Y, por supuesto, sin olvidar que el enoturismo es otro pilar fundamental para el desarrollo de la zona, para atraer visitantes y como oferta de ocio para todos los leoneses durante todo el año.

En nuestra página web encontrarás toda la información sobre nuestras bodegas, sus proyectos, las variedades, las promociones y datos de contacto. Os esperamos en la sede de la DO León en Valencia de Don Juan, en nuestras bodegas y en los establecimientos de hostelería de la ciudad y la provincia, pero siempre con un Denominación de Origen León en la copa.

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