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Nunca antes se había dado una paradoja como la que vemos estos días. El hombre metrosexual, que floreció a mediados de los años 90 del pasado siglo despojando los pechos masculinos –entre otras cosas– de su mata de pelo, sigue siendo una moda vigente; no hay más que ver el torso del ganador del reciente festival de Eurovisión, Damiano David, que ha dado espaldarazo a la moda que inició e impulsó otro David, Beckham, y que presentan ya como un nuevo icono sexual. Y mientras, muchas mujeres exhiben axilas, ingles y piernas velludas sin complejos. Ya lo hicieron en los 60 las más hippies, igual que ahora, como forma de reivindicar la libertad femenina y el rechazo a la mujer objeto, pero entonces los hombres las acompañaban abandonándose también a los placeres del cabello largo, las barbas y el vello corporal.
La manida frase 'donde hay pelo hay alegría' proviene del mundo taurino: cuando el matador tocaba pelo era porque había cortado una oreja, motivo de júbilo tanto para él como para los asistentes a ese tipo de espectáculo. Pero se adoptó el dicho para referirse a las relaciones sexuales; vamos, que aquellas partes más peludas eran precisamente las que mejor nos lo hacían pasar. Hoy día esta afirmación es dudosa, al menos en lo que respecta a muchos hombres, que acuden en tromba a los centros de estética buscando un depilado duradero de buena parte de su cuerpo, si no todo, incluido el pubis (en muchos casos porque así el pene parece más grande). Pero... ¿y el pecho? ¿Por qué motivo se pela? Y no seamos ingenuos, que no todo el mundo es Mark Spitz o Mario Cipollini, que en las calles se ve mucho chándal pero poco deportista.
¿Qué pasó con los suspiros que levantaban las pelambreras cinematográficas de Sean Connery, Pierce Brosnan, Robert Redford, Tom Selleck, Burt Reynolds... ¿Cómo soportan en la actualidad la presión, ante el avance de los torsos brillantes, irreductibles como los actores Hugh Jackman o el español Quim Gutiérrez, que se muestra con pecho peludo en la portada de este mes de 'Men's Health'?
El granadino Jesús, nombre inventado, 43 años, es uno de los rebeldes. Delgado y bien formado, luce un torso similar al que aparece en estas páginas: «Me empecé a afeitar a los 14 años y al mismo tiempo fue apareciendo el vello corporal. Entonces era normal ir sin depilar, pero luego empecé a hacer deporte, jugaba en un equipo de baloncesto, y fue cuando se extendió la imagen que proyectaba Beckham. Algunos empezaron a depilarse las piernas y les vacilábamos un poco. Hasta que todos los jóvenes que se iban incorporando llegaban ya sin pelo y empezamos a ser minoría». Él nunca ha sucumbido a esta opción, no entiende por qué tendría que hacerlo. No se siente extraño caminando por playas dominadas por pechos y piernas lampiños, y tampoco entiende que se nombre la higiene como uno de los motivos: «No sé qué tiene que ver una cosa con la otra. Tampoco me depilaría el pecho porque me lo pidiera mi pareja». De todos modos, admite que se rasura la espalda de vez en cuando: «Es un vello que me empezó a salir mucho más tarde y no lo veía estético, sobre todo cuando vas a la peluquería y te afeitan el cuello, queda raro luego llevar el de la espalda largo».
Parece que formar parte de la minoría será el sino de Jesús, porque la moda del depilado continúa. Según una encuesta de 2017 del sitio de citas MissTravel.com, un 61% de las mujeres heterosexuales prefiere parejas con el pecho depilado o afeitado. Aunque encontramos encuestas para todos los gustos: hay quien promete un tímido retorno a los pechos con algo de 'pelo cuidado'.
Alfredo Rodríguez, gerente del salón de estética Hombre Actual, en Madrid, dice que el 70% de los españoles opta por algún tipo de depilación, especialmente en pecho, espalda y piernas. «Está en alza por comodidad, estética y limpieza. Y son los jóvenes los que lo ven más claro, aunque al no tener mucho dinero se lancen al rasurado con cuchilla más que a la cera o la fotodepilación. Además a esas edades el vello no suele ser tan abundante». Admite que esas melenas prominentes de los actores citados «les pueden quedar fantásticas a ellos, pero eso pertenece a una época anterior. Quizás las personas más maduras optan menos por depilarse, puede que porque ya no están en el 'mercado'. Y hay que decir que son las mujeres, en muchos casos, las que aconsejan a sus parejas depilarse». Informa de que la 'integral' se está poniendo de moda entre ellos, «incluso los glúteos, las ingles y la zona perianal». «Ya no dejas una melena salvaje y frondosa tipo Amazonas, pides ayuda a un jardinero para que te haga la poda».
El exfutbolista del Athletic Aitor Ocio es hoy CEO y fundador de la Clínica Henao by Tacha, en Bilbao, y de Thefit Sports. Confirma que la depilación masculina –y en general, los hombres que se cuidan– está en auge: «Es un cliente de tratamientos faciales y corporales.Esto antes era un tema tabú, te daba vergüenza, y ahora ha empezado a normalizarse. Cobra sentido la belleza por el bienestar que supone. En la pandemia se ha podido ver lo importante que es que una persona esté sana y se vea bien, ayuda a la autoestima, a encontrarse bien anímicamente. En mi clínica, la misión es hacer belleza desde la salud, vernos guapos por dentro y por fuera, controlando la alimentación, el deporte, y complementarlo con diversos tratamientos que ayudan a mejorar nuestro aspecto. Siempre acorde con nuestra edad, porque no creo que haya que tener 40 o 50 años y aparentar 30».
– ¿Recuerda cómo llegó la depilación en su época de futbolista profesional?
– Comenzamos a ver piernas sin pelo y para los tratamientos que te hacías, los masajes, era mucho mejor no tenerlo, más cómodo. Así que me di cuenta de que era lo indicado, por transpiración, higiene, por todo. Y todos esos estereotipos que nos han acompañado de que el hombre cuanto más feo más hermoso se han quedado atrás. Tenía incluso cierta connotación machista, pues querían que sus mujeres fueran arregladas mientras ellos se abandonaban. Y ahora son ellas quienes a veces les exigen que se cuiden.
Asegura que cuando está en la playa no se fija en si ve más hombres depilados que con pelo, «pero es mucho más habitual que antes. En una plantilla de futbolistas, la proporción de depilados puede llegar al 90%. Y como los futbolistas tienen tanta visibilidad...». Insiste, de todos modos, en que lo de quitarse el vello o dejarlo «no debe ser cuestión de moda, sino una opción personal».
El escritor Luis Antonio de Villena publicó en 2008 un ensayo titulado 'Héroes, atletas, amantes: Historia esencial del desnudo masculino' (ed. Atalaya). Recuerda que prácticamente todos los ejemplos de hombres desnudos en el arte figuran sin vello corporal. «Tan solo un poquito en el pubis, por corrección, como en el David de Miguel Ángel. El canon de belleza griego donde todos los modelos eran jóvenes, guapos y lampiños se ha extendido hasta nuestros días, es muy potente, incluso en el arte religioso. Son cuerpos como los que están de moda hoy. Hay otro tipo de hombre con barba que se usaba para representar ya al que pasaba de la treintena. ¿Acaso esos cánones de belleza se correspondían con la realidad? Sí, pero solo en los jóvenes». Además, admite, puede que se reflejaran así para mostrar mejor la perfección de sus formas, los músculos.
Destaca Villena que en los años 20 del pasado siglo, con la llegada del simbolismo, se empezó a llevar otro tipo de hombre, «uno más andrógino, algo femenino, y empieza a crecer. Eran los modelos que aparecían en las revistas 'Blanco y Negro ' y 'La Esfera', con dibujos y fotos de señoritos de las clases pudientes, vestidos con ropas entalladas, luciendo tipo, peinados con gomina y afeitados. Fue una moda muy fuerte que se quedó en las capas altas de la sociedad».
Considera Villena que en este momento «predomina una imagen de hombre juvenil que hasta los 30 años y poco más allá, que está muy bien. Pero cuando te estás acercando a los 50 años no puedes dar el mismo tipo de imagen. Se puede ir atractivo y cuidado pero sin depilarte al 100%, quitando solo lo excedido, dejarte un 'medallón' en el pecho». Cree que también hay hombres que se dejan el vello «por reacción a tanto lampiño» y que muchas veces el modelo estético no coincide con el sexual: «Para mirar te pueden gustar los chicos jóvenes delicados y depilados, pero luego te quieres acostar con un camionero lleno de pelo porque es lo que te da morbo». Y, atentos los más velludos, puede que en poco tiempo no se sientan tan solos; Villena prevé que a partir de ahora será cada vez más habitual ver hombres con algo de pelo: «Empieza a cansar ya tanto depilado».
Aquí va un debate en el grupo de WhatsApp de la sección de Vivir. Las cuatro mujeres que contestaron (mayores de 40) se pronuncian a favor del pelo en el pecho. Y el único hombre también: «Yo, con un poquito, pero sin enmoquetar», dice. Una de las encuestadas pone dos fotos, Quim Gutiérrez, con, y Álex González, sin: «Me parecen bien ambos», pero se decide: «Naturalidad, Quim». Otra la secunda: «Yo con pelos, aunque grado medio, no felpudo de legionario. No me gusta que le preocupe su aspecto hasta el extremo de quitarse un montón de pelos. Si ellos van así, seguro que te ven a ti alguno y se espantan». Unanimidad: «Con pelo, pero no cuatro pelos. Mejor tirando a abundante en casi todas partes. Un torso depilado no me gusta, pero lo que más me tira para atrás son las piernas depiladas, eso es lo peor».
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