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La lengua es el 'espejo' de la sociedad y, como la sociedad es cambiante, la lengua evoluciona con ella, dando lugar a nuevas palabras. Son los llamados neologismos, aquellos vocablos, acepciones o giros que se incorporan a un idioma, o ya existentes pero que adquieren otros significados, ante la necesidad de designar nuevas realidades.
Algunas las creamos nosotros mismos, como aporofobia (fobia a las personas pobres) o basuraleza (residuos generados por el ser humano y abandonados en los entornos naturales); mientras que otras las cogemos prestadas de distintas lenguas, como 'selfie' (del inglés, autofoto), 'déjà-vu' (del francés, sensación de familiaridad que se produce en una situación nueva) o 'graffiti' (del italiano, inscripción realizada sobre un muro).
A pesar de no ser, en su origen, términos aceptados por los diccionarios académicos, estas novedosas palabras «nos permiten acercarnos al contexto sociocultural de otros países», declara Soraya García-Sánchez, profesora titular del departamento de Filología Moderna, Traducción e Interpretación de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. «Por ejemplo, el neologismo '15 minutes city', que se incluyó en el blog de palabras nuevas del diccionario Cambridge ('NewWords') este mes de mayo, designa una ciudad que está diseñada para que sus habitantes tengan todo a mano en un baremo de tiempo de unos 15 minutos andando o en bicicleta. Ese concepto no existe ni se utiliza en castellano, porque el contexto que nosotros vivimos en mayo y nuestras preocupaciones fueron distintas a las de los británicos, donde quizás en el gobierno, la prensa o a nivel social se habló más de este tipo de ciudades como una apuesta a futuro», aclara.
Además, en su opinión, los neologismos son de gran utilidad para aprender inglés no solo porque los angloparlantes los utilizan en su día a día, sino porque «conocerlos facilita el reconocimiento de las estructuras léxicas más comunes en la creación de nuevos conceptos».
Las composiciones de neologismos más frecuentes están formadas por la combinación de dos sustantivos. Encontramos, por ejemplo, 'skin hunger' (piel + hambre), que responde a la necesidad humana básica de tener contacto físico; o 'Covexit' (Covid-19 + exit: salida), que es el proceso de relajar y eliminar gradualmente las restricciones a la vida pública impuestas por los gobiernos con motivo del coronavirus. Otra asociación recurrente es la de un adjetivo y un sustantivo, como en 'social bubble' (burbuja social), que es un pequeño grupo de hasta un máximo de diez personas a las que se les permite socializar durante el confinamiento.
Más inusual es unir dos adjetivos. Como en 'hyflex' (abreviatura de 'hybrid flexible' o híbrido flexible), un tipo de enseñanza en la que algunos estudiantes están físicamente presentes en clase y otros se unen a la misma a través de Internet; o dos verbos, como en 'Zoombombing' (Zoom: la red social de videoconferencias + bomb: bombardear), que es la acción de unirse a una vídeollamada sin invitación para interrumpirla. Por su parte, añadir un prefijo, como en 'teletheraphy' (terapia en línea); o un sufijo, como en 'quaranteen', adolescente ('teen' o 'teenager') confinado tras contagiarse de coronavirus, también es común.
No sorprende que la mayoría de los neologismos ingleses de reciente creación estén asociados, de algún modo, a la pandemia, pues es precisamente en situaciones desconocidas cuando más necesitamos palabras que nos permitan referirnos a la realidad que vivimos. En este aspecto, los españoles tampoco pecamos de falta de originalidad. Así, 'cuarenpena', 'sinfinamiento' o 'confinavirus', entre muchas otras, se han colado en nuestro vocabulario en el último año.
«Según el informe anual del diccionario Oxford, el 2020 ha sido un año sin precedentes, de enorme adaptación lingüística, que ha dificultado, incluso, elegir una palabra del año según su frecuencia de uso», expresa García-Sánchez. De ahí que distinga varias expresiones del año: 'Coronavirus', 'lockdown' (confinamiento), 'social distancing' (distancia social), 'Black Lives Matter' (movimiento político y social que protesta toda violencia por motivos raciales contra los negros), 'Superspreader' (supercontagiador)...
Está por ver, sin embargo, si estos términos se quedarán en meras anécdotas lingüísticas o pasarán a formar parte de los diccionarios académicos. «Para oficializarse, tendrán que superar los criterios de diccionarización (frecuencia de uso elevada, extensión geográfica de uso, estabilidad de uso, formación de nuevas palabras desde el punto de vista semántico o formal...)», detalla la profesora.
Muchos de ellos, quizás, terminen por convertirse en anglicismos aceptados en nuestro idioma, como si fueran propios del castellano, ya sea con su grafía original o adaptados. Así ha ocurrido, por ejemplo, con selfi, software, friki, airbag, whisky o chat.
10 neologismos recientes en inglés
'Book' (libro) + Tik Tok. Persona que publica vídeos sobre libros y lecturas en dicha red social.
'Elbow' (codo) + 'bump' (golpear). Saludo con el codo para mantener la distancia social.
'Flexibility' (flexibilidad) + 'school' (colegio). Enseñanza combinada en la escuela y en casa.
Everest + 'climbing' (escalada). Desafío deportivo en el que alguien sube y baja en bicicleta (o corriendo) por la misma colina hasta haber escalado la altura del monte Everest.
Coronavirus + 'insomnia' (insomnio). Imposibilidad para dormir por el estrés del coronavirus.
Confinamiento. Surge como una palabra nueva en el contexto del estado de alarma.
'Information' (información) + 'pandemic' (pandémico). Pandemia de información excesiva y falsa.
Prefijo anti- + nombre 'mask' (mascarilla) + sufijo -er. Persona que se niega a llevar mascarilla durante la pandemia.
Zoom + 'dump' (deshacerse de). Terminar una relación con alguien por teleconferencia.
Zoom + 'wear' (vestir). Ropa de oficina o de trabajo visible ante la cámara de una videollamada, mientras que de cintura para abajo quizás lleves pantalón de pijama.
En la actualidad, la creación de nuevos vocablos se ha disparado, promovido, en gran parte, por el desarrollo de la ciencia y la tecnología. Así lo recoge la RAE en una de sus entregas del BILRAE : «Las lenguas se van haciendo a sí mismas añ̃o a añ̃o, siglo a siglo, y cada una de sus palabras, así́ como cada una de sus distintas acepciones, ha ido madurando dí́a a dí́a en la voz y la memoria de los hablantes [...] En el siglo de las telecomunicaciones, de Internet y de las redes sociales, los idiomas ya no son tan impermeables entre sí como hace unas dé́cadas, y los pré́stamos de unas lenguas a otras se producen con mayor celeridad y fluidez».
La tarea fundamental que se impusieron los acadé́micos fundadores de la RAE hace más de tres siglos fue «elaborar un diccionario que recogiera las voces del españ̃ol, depurando todo aquello que no se ajustara a sus normas o viniera de fuera, con el fin de preservar nuestro idioma de suplantaciones foráneas innecesarias». En pleno siglo XXI, esta labor sigue siendo prioritaria, pero no siempre cala. «A veces, en contra de lo que la Academia recomiende, se impone lo que los hablantes deciden, sea o no calco inconveniente de otras lenguas. Sin embargo, no por ello la RAE ha cejado en aquel empeño y sigue proponiendo alternativas que muchas veces finalmente arraigan». Así, por ejemplo, cada vez se escucha más acoso escolar frente a 'bullying'.
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